¿Por qué las masacres en EE.UU. no se van a acabar?

Estados Unidos es el país del mundo con más tiroteos públicos masivos. Aunque las autoridades son muy conscientes del problema, nada cambia y no tiene pinta de mejorar a futuro.

El Espectador
04 de octubre de 2017 - 03:00 a. m.
  Después del atentado, cientos de personas se reunieron para recordar a las víctimas.  / EFE
Después del atentado, cientos de personas se reunieron para recordar a las víctimas. / EFE
Foto: EFE - EUGENE GARCIA

El lunes, en medio del caos y el dolor nacional, un grupo de americanos estaba en su mejor día del año: los vendedores de armas. Los grandes fabricantes subieron sus precios en la bolsa. ¿Por qué? Porque Stephen Paddock, un pensionado multimillonario, asesinó a 59 personas que asistían a un concierto de música country, disparando desde el piso 32 de la habitación de un hotel lujoso. Otras 500 resultaron heridas.

Esa razón no tendría sentido alguno, de no ser porque se trata de Estados Unidos. Es decir, ¿cómo es que un hombre dispara a diestra y siniestra, pues tiene el derecho de comprar armas libremente en su país, y la reacción de la gente es salir a comprar más armas?

No es la primera vez que sucede. Pasó exactamente lo mismo después de la masacre de San Bernandino, que en diciembre de 2015 dejó a 14 personas muertas y 21 heridos en medio de un festejo en el Centro Regional del Interior, un instituto sin ánimo de lucro que recibe personas con alguna discapacidad. Boom, estalla la noticia y la venta de armas se dispara.

Volvió a pasar después de la masacre en la discoteca de Orlando, en el 2106, cuyo objetivo era atacar a la población Lgtbi. Al menos 50 personas perdieron la vida. La prensa le mostró al mundo imágenes de cientos de estadounidenses protestando con banderas arcoiris. Pero, por el otro lado, lo que estaba pasando es que miles de norteamericanos compraban más y más armas.

De acuerdo con un informe del Sipri, un centro de estudios sueco especializado en paz, conflicto y armas, Estados Unidos es el país que más exporta armas pesadas al exterior, con una cuota de mercado del 33 % del total. Le sigue Rusia con el 23 % y finalmente China, Francia, Alemania, Reino Unido y España.

El volumen de armas a nivel mundial no ha parado de crecer desde el 2004 y en los últimos cinco años se han batido récords desde la Guerra Fría.

De acuerdo con The Atlantic, los estadounidenses suelen tener este comportamiento después de las masacres, porque quieren protegerse de la violencia (lo que comprobadamente no sucede, pues en ese país alrededor de 43 personas son víctimas al día de tiroteos, de acuerdo con la organización Gun Violence). Según The New York Times, entre 2011 y 2016 se vendieron 1.5 millones de armas.

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La segunda explicación a la paradoja es que, después de los atentados, muchos se preocupan porque creen que van a imponerse sanciones estrictas frente al control de armas y salen masivamente a comprarlas antes de que las prohiban.

Ahora bien, esta, la de Las Vegas, no ha sido la masacre más exitosa para los vendedores de armas. Desde que Donald Trump llegó al poder, las ventas han disminuido.

Un resultado inesperado, sin duda, pues Trump hizo su campaña presidencial prometiéndole a la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) que tendrían a un “amigo en la Casa Blanca”. Su aval daría la sensación de promover la compra de armas, pero estamos hablando del país de las paradojas.

De acuerdo con cifras de la Oficina de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos, durante el gobierno de Barack Obama aumentó la venta de armas significativamente, siendo él uno de los opositores más vehementes que Estados Unidos ha tenido en la silla presidencial. A principios del presente siglo, 6 millones de armas entraban a la reserva privada de la nación. En el 2013, cuatro años después de haber sido elegido Obama, la cifra era ya de 16 millones.

Parece, entonces, una pelea perdida para quienes se oponen a la venta de armas, que son, fundamentalmente, los demócratas. Una ola de comentarios, liderados por el mismo Obama y la excandidata presidencial Hillary Clinton, han pretendido poner la coyuntura como ejemplo de la urgencia de tomar medidas. Valdría la pena recordarles a los apasionados compradores que 11 mil personas son víctimas al año de tiroteos, usualmente, porque a un hombre se le dio por agarrar su arma y empezar a disparar en espacios públicos.

Algunos dicen que la solución es trabajar en la salud mental de los estadounidenses, pero, dadas las cifras, probablemente necesitan un empujoncito desde la legislación.

Por El Espectador

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