¿Qué esperar de la nueva alianza política entre Argentina y México?

Durante décadas los presidentes argentinos siempre eligieron a Brasil como destino de su primer viaje internacional. Alberto Fernández, elegido mandatario de Argentina el 27 de octubre, prefirió viajar a México. ¿Cómo interpretar esto?

Beatriz Miranda Côrtes *
05 de noviembre de 2019 - 02:15 p. m.
Alberto Fernández, presidente electo de Argentina, se reúne con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. / EFE
Alberto Fernández, presidente electo de Argentina, se reúne con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. / EFE

El recién elegido presidente de Argentina, Alberto Fernández, viajó a Ciudad de México para un encuentro con el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y algunos empresarios mexicanos, lo que denota un deseo de fortalecer las relaciones bilaterales y de repensar la región, ya que ambos conceden un lugar especial a América Latina y, de alguna forma, comparten afinidades políticas.

El primer viaje de Alberto Fernández a México rompe la tradición de algunas décadas, cuando los presidentes argentinos que lo antecedieron, en su primer viaje,   aterrizaban en  Brasilia y los brasileños también arribaban a Buenos Aires. En aquel entonces, el Mercosur era una política de Estado, independientemente de los partidos políticos o de crisis coyunturales.  Existía voluntad política para afianzar la alianza estratégica Brasil-Argentina a partir de la implementación de distintos mecanismos de confianza.

El futuro mandatario de Argentina tendrá grandes desafíos en su política exterior y uno de ellos será convivir, de forma respetuosa y pacífica con el presidente Jair Bolsonaro, sentado a la margen derecha del camino, con el fin de preservar los lazos económicos-comerciales existentes entre ambos países en el marco del Mercosur.

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Fernández tiene un gran reto en su relación bilateral con Brasil y con el Mercosur. El bloque sigue su proceso de deconstrucción iniciado en la era Temer-Macri y, ahora, apuesta por  un acuerdo con la Unión Europea, cuyo opositor más contundente es el Presidente de Francia Emanuel Macron, seguido por otros mandatarios europeos después de una Amazonía en llamas. 

El encuentro de los presidentes López Obrador y Alberto Fernández es un punto de inflexión en la relación bilateral México-Argentina y México-América Latina.

Durante varios sexenios, México estuvo en  contravía del mapa político regional, sobre todo de una América del Sur gobernada por  Michelle Bachelet, Hugo Chávez, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner, José Mujica, Néstor Kirchner, Fernando Lugo, Luiz Inacio Lula da Silva, Nicolás Maduro, Evo Morales y Tabaré Vázquez, considerados líderes progresistas, aunque poseedores de distintos matices.   

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Mientras tanto, el Palacio de los Pinos recibía a Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, triada que puso en marcha una política exterior que priorizó la relación de México-Estados Unidos,  alejó este país de la región y  transformó el sur de Río Bravo en un lugar de destierro para miles de latinoamericanos que intentan cruzar la frontera.

Como todo es cíclico, la llegada de López Obrador coincide con el ascenso de la derecha continental en Argentina, Brasil, Chile y Paraguay. Pareciera ser que, el centro estratégico del Mercosur había elegido democráticamente una nueva opción política que podría influir de forma decisiva en la frágil integración latinoamericana. Bolivia y Uruguay resistían sin saber hasta cuándo. En Venezuela el escenario era cada vez más caótico.

Este nuevo contexto político ha puesto a prueba el compromiso de la región con la democracia y la capacidad de resistencia de los pueblos.

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La aproximación entre López Obrador y Alberto Fernández permitirá que surja una nueva  alianza que no necesariamente pretenda establecer un balance de poder con Estados Unidos, pero sí fortalecer los lazos políticos, económicos y comerciales entre los dos países con efectos positivos para la integración regional.

No se puede olvidar el inmenso problema de seguridad que tiene México, sobre todo después de la controvertida liberación del hijo del Chapo Guzmán y del desafío económico que tendrá la administración de Alberto Fernández, pero por ahí  dicen que en las crisis los países se reinventan. Ojalá sea así!

Un buen ejemplo de esta afirmación es la creación del Grupo de Puebla, conformado por aproximadamente 30 líderes progresistas. Ya se hizo una primera reunión en México y la segunda será en Buenos Aires, la próxima semana.

México, potencia regional reconocida, si lo deseara podría ocupar el vacío que gradualmente Brasil ha dejado en la región, por libre y espontánea voluntad, con el fin de  traer esperanza de nuevos interlocutores regionales, mas allá del Grupo de Lima y de la OEA.  

Sin duda, el encuentro entre México y Argentina es un abrazo latinoamericanista.

* Profesora Universidad Externado de Colombia

Por Beatriz Miranda Côrtes *

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