¿A qué le apuestan EE. UU. y Corea del Norte en Vietnam?

Hoy se celebra la segunda cumbre entre los presidentes Donald Trump y Kim Jong-un. Estos son los intereses de cada parte en el histórico encuentro.

Pío García *
27 de febrero de 2019 - 03:00 a. m.
¿A qué le apuestan EE. UU. y Corea del Norte en Vietnam?

Ocho meses después del inesperado y breve encuentro entre los mandatarios de Estados Unidos y Corea del Norte en Singapur, ambos líderes se reúnen de nuevo en Vietnam, el 27 y el 28 de febrero. La sede de trabajo será el Palacio de la Amistad Cultural Rusia-Vietnam, en Hanói. El riesgoso intercambio de insultos que precedió a su primera cita derivó en el congelamiento de los ensayos nucleares y de misiles por parte de los norcoreanos, sin que Washington haya cedido hasta ahora en las sanciones económicas contra el régimen de Pionyang.

Fuera de esas concesiones por parte de Kim Jong-un y la suspensión de los ejercicios militares de las tropas estadounidenses y de Corea del Sur, la agenda hacia la desnuclearización de la península coreana y la normalización de las relaciones externas norcoreanas todavía no ha sido encaminada de una manera sustancial. Hacia esos propósitos se dirigirán los compromisos que contenga el nuevo comunicado conjunto que Kim y Trump les presenten a más de 3.000 periodistas que cubren el evento.

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La reunión en Singapur, en junio de 2018, dejó cuatro metas específicas: la normalización de las relaciones entre los dos países, la pacificación de la península coreana, su desnuclearización y la identificación y el retorno de los prisioneros y personal desaparecido durante la guerra de 1950 a 1953. Estas tareas están planteadas, pero sus resultados no son significativos, más allá de haber congelado la zozobra que vivió la península coreana durante la campaña electoral estadounidense y el primer semestre de la administración Trump. Las visitas del secretario de Defensa, Mike Pompeo, a Pionyang no lograron concretar un programa para el desmantelamiento de los laboratorios nucleares norcoreanos en contraprestación a la ayuda energética por parte de Estados Unidos.

El representante especial para las negociaciones con Corea del Norte, Stephen Biegun, solo pudo empezar hace poco su trabajo en Hanói, durante la preparación de la cumbre con su interlocutor norcoreano, Kim Hyok-Chol. La parte más activa de los compromisos firmados es la identificación y devolución de prisioneros y personal perdido durante la guerra, un trabajo conjunto que ambas partes vienen acometiendo desde los tiempos del armisticio, en 1953. A diciembre del año pasado, se calculaba en 7.675 personas el personal militar estadounidenses en esa condición.

Es de esperar tareas más concretas de la cumbre en Vietnam, que acerquen las expectativas divergentes. Las perspectivas norcoreanas apuntan hacia el estímulo de la producción interna con el levantamiento de las sanciones del Consejo de Seguridad, intensificadas por las medidas unilaterales de Estados Unidos, la seguridad nacional y la reactivación de su participación en los eventos y foros internacionales. En cuanto a la seguridad regional, la destrucción de su capacidad atómica tiene como contrapartida algo más que la eliminación de los ejercicios militares estadounidenses con las tropas surcoreanas; se trata ni más ni menos que de la exigencia del retiro gradual de las tropas estadounidenses acantonadas en Seúl. Son 28.500 militares, cuyos gastos sufraga en su mayor parte el gobierno surcoreano.

Los intereses de Trump comportan, por su lado, el triple objetivo de mostrar resultados efectivos de su estilo de negociación y la diplomacia bilateral de su gobierno, por encima de los compromisos colectivos y multilaterales. Eso en primera instancia. En segundo lugar, busca vincular la economía norcoreana a un espacio ampliado, donde las empresas estadounidenses incrementen sus negocios de manera simultánea con Corea del Sur y Japón. Ello, de paso y en tercer lugar, le permite observar más de cerca el comportamiento de China, así como disminuir la dependencia comercial con Pekín, fuente del conflicto comercial que desató desde el momento que tomó el mando de la Casa Blanca.

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Por parte de Corea del Sur, el avance hacia una relación constructiva entre Corea del Norte y Estados Unidos asegura el compromiso político del presidente Moon Jae-in, quien dedicó su vida pública a la reunificación de la península. Él ha sido tras las bambalinas el inspirador y promotor del proceso, que partió con la invitación al gobierno de Kim para tener equipos intercoreanos en los Juegos Olímpicos de Invierno, en la ciudad de Pyeongchang, en Corea del Sur, en febrero de 2018. Reactivar el comercio y las inversiones en el Norte, firmar el tratado de paz y evacuar de manera progresiva las tropas extranjeras son objetivos favorecedores de la independencia militar y política frente a los grandes poderes que condicionan la vida de la península: Estados Unidos, China, Rusia y Japón.

China, a su vez, sigue siendo un actor central de estos episodios. Su filosofía multilateral privilegió la solución colectiva del conflicto en la península coreana, como en 2003, cuando auspició la Mesa de Seis Lados, en la cual tomó asiento con Estados Unidos, Rusia y Japón, amén de las dos Coreas, para tratar el problema. La obsesión de la administración Bush por las medidas de fuerza no dejó prosperar la iniciativa. En su pragmatismo, Pekín acoge el entendimiento de su vecino norcoreano con Estados Unidos, con medidas preventivas suficientes, de tal manera que su hasta ahora aliado no se llegue a convertir en un enemigo feroz. Lo cierto es que mientras Kim Jong-un se apresta al segundo encuentro con Trump, ya ha realizado tres visitas a China, la última de las cuales fue el 7 de febrero, en el momento mismo que se anunciaba la cita en Vietnam.

Por último, la reactivación militar japonesa catapultada por el primer ministro Abe tuvo como excusa la amenaza norcoreana. Es un proyecto político, para legitimar su programa de gobierno, pero también un acicate económico, cuyo propósito es oxigenar la industria bélica, como un componente del aliento que desde el gobierno se le busca dar a la industria doméstica. Retirado el enemigo norcoreano, queda expuesta de manera más evidente la contraposición con China y Rusia, instigada por la alianza de seguridad nipón-estadounidense.

* Universidad Externado de Colombia.

Por Pío García *

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