“Que Ortega renuncie es la única manera digna de salir de esta situación”: Gioconda Belli

Las protestas en Nicaragua, que dejan al menos 37 muertos, destaparon algo mucho más grande que un problema en el régimen pensional. La escritora Gioconda Belli, exsandinista, analiza el panorama.

Nicolás Marín Navas
29 de abril de 2018 - 02:00 a. m.
La vicepresidenta, Rosario Murillo, y su esposo el presidente Daniel Ortega. / Reuters
La vicepresidenta, Rosario Murillo, y su esposo el presidente Daniel Ortega. / Reuters
Foto: REUTERS - HO

 

En Nicaragua parece haber reventado una burbuja que acumulaba problemas desde hace años. Los nicaragüenses, especialmente los estudiantes, ya no sólo pelean por las reformas al régimen pensional, sino por la corrupción, el nepotismo, la concentración de poder y las decisiones políticas que el presidente, Daniel Ortega, ha tomado durante los once años que ya acumula en el poder.

Los cerca de 37 muertos, las desapariciones, los disparos y el ímpetu que ha mostrado la sociedad durante los últimos días, tienen a Ortega y a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, contra la pared.

Gioconda Belli, militante sandinista hasta 1990, y excompañera de exilio de Rosario Murillo, es miembro del Grupo de los 27, integrado por intelectuales y académicos que han demandado cambios en el sistema democrático de Nicaragua desde 2016, antes de las elecciones en que Ortega fue reelegido para un tercer mandato.

Hoy con el país al borde de un colpaso social, les pide a Ortega y Murillo reconocer sus errores y dejar el poder.

¿Cuáles han sido los principales errores de Daniel Ortega?

Reelegirse, hacer fraude para poder tener el suficiente número de diputados en la Asamblea para poder cambiar la Constitución y cambiar los estatutos del Ejército y de la Policía, de manera que se desprofesionalizaron y se convirtieron en órganos al servicio del poder. Antes del estatuto militar no había reelección, había una constante rotación y él dejó en su cargo indefinidamente a los que estaban de jefes, porque eran leales a él. También el engaño a la población con un lenguaje revolucionario, en el que tomaron todos los símbolos y el legado del sandinismo, negando a todos los que no están con ellos. El derecho a poder elegir a nuestros gobernantes es muy serio, porque una vez que se pierde eso, que se hace fraude, ya no tienes manera de cambiar al gobierno de una manera cívica. Están forzando a volver a lo que ya teníamos en Nicaragua: esa necesidad de violencia para cambiar al gobierno. Eso es imperdonable.

Vivió dos meses con Rosario Murillo en Costa Rica. ¿Cómo ve su papel hoy?

La gente cambia y Rosario es una persona que fue adquiriendo poder de la manera más terrible: fue a través de aceptar la violación de su hija Zoilamérica (aceptar que Daniel Ortega la había violado) que aceptó defenderlo por encima de ella. Eso le valió tener el poder de su lado, porque tenía esa carta en contra de él. Realmente ambos han sido una tremenda desilusión para todos los que los conocimos, han actuado de manera terrible. Desafortunadamente la naturaleza humana es voluble, cambiante y puede llegar a ser perversa. Durante la revolución tuvimos muchos encontronazos por esa manera autoritaria de ser, pero entonces había nueve personas dirigiendo al país. El problema fue cuando Daniel Ortega se quedó sólo con Rosario, ya no hubo ese balance de poder.

¿Ha hecho algo bueno la pareja presidencial?

Todas las personas hacen cosas que pueden ser buenas, siempre y cuando se vean en el contexto. Por ejemplo, hicieron parques, carreteras, pero todo eso no logró, entre otras cosas, que nosotros dejáramos de ser el segundo país más pobre de América Latina.

A pesar de la enorme cantidad de dinero que recibieron del gobierno de Venezuela, nunca se rindieron cuentas. Todo eso pasó directamente a las arcas del centro sandinista y nunca estuvo en el presupuesto nacional. Con ese dinero se hicieron cosas para ganar adeptos, pero no se preocuparon por la productividad del país, por darle a la gente una mejor oportunidad para trabajar. En Nicaragua hemos tenido una migración gigantesca en los últimos años por falta de oportunidades económicas. Más de un millón de nicaragüenses están en Costa Rica, entonces se puede decir que la pareja ha sido un desastre como gobierno.

Las manifestaciones, que dejan por lo menos 37 muertos, revelaron el inconformismo de los nicaragüenses con el gobierno. ¿Qué llevó al país a este punto?

Este tipo de represión que se vio durante las manifestaciones ya había empezado antes. A todas las personas que salían a protestar las agredían con grupos de muchachos jóvenes vestidos con camisetas de la juventud sandinista, que tienen impunidad. La policía los veía tirar piedras, golpear a la gente y no hacía nada, entonces eso tenía aterrorizada a la gente para que no saliera a las calles. Todas las manifestaciones de la oposición o de la gente crítica, incluso de las mujeres, eran detenidas por los antimotines. Pero ahora la gente perdió el miedo. Como decía alguien: “Nos quitaron tanto que al final perdimos el miedo”.

En las protestas, que comenzaron el 16 de abril, los antimotines usaron gases lacrimógenos primero, después balas de goma y después empezaron a disparar muy cerca y del torso para arriba. Los cadáveres de los muchachos están con heridas de bala en la cabeza, en el cuello y en el pecho. No fue que dispararan a los pies, por ejemplo, para tratar de romper una manifestación.

Es un crimen que se haya muerto tanta gente en tan corto tiempo, todos ellos jóvenes y todos ellos estudiantes. Ahora están apareciendo más muertos en las morgues de los hospitales. Hubo 200 detenidos, que fueron raptados y luego, cuando las manifestaciones fueron tan grandes, los sacaron. Se han hecho cosas terribles y la gente por eso está enardecida.

Usted dijo que Ortega y Murillo deberían renunciar por la represión durante las manifestaciones. ¿Sólo por eso deberían irse? ¿No hay una serie de hechos que también deberían ser tenidos en cuenta?

Deberían renunciar porque, en primer lugar, Ortega sólo tenía seis años legales cuando llegó al poder en 2006. Después de eso la Constitución de Nicaragua establecía que no había reelección y se reeligió. La primera vez, manipulando a la Corte Suprema de Justicia, que era leal a él; la segunda, con el fraude electoral, cambiar la correlación de fuerzas en la Asamblea y entonces cambió la Constitución para poderse elegir indefinidamente.

No sólo eso, sino que eligió a su mujer como vicepresidenta, entonces ese dominio absoluto de todos los poderes del Estado, en el que ya no hay ningún control o ningún balance, se corrompe. Por eso queremos que se vaya. Quiero que renuncie, porque es la única manera digna de salir de esa situación que ellos mismos han creado. Que oigan al pueblo, les están pidiendo que se vayan.

¿En Nicaragua hay una dictadura como señalan algunos?

Sí, la hay. Realmente, toda esa serie de cosas que han ido pasando han dejado claro, sin ninguna duda, que es una dictadura. Hasta ahora no había el nivel de represión que existió durante el período de Somoza. Era lo único que lo hacía a uno dudar de afirmar que era una dictadura, pero en estos días se han revelado como un gobierno capaz de hacer cualquier cosa para mantenerse en el poder.

¿Es mejor la situación hoy para las mujeres en Nicaragua?

Sí, porque nosotros nos hemos ganado nuestro lugar, pero con el sandinismo de Daniel Ortega perdimos ciertas conquistas que teníamos. Rosario Murillo se llenaba la boca porque tenía mujeres en muchos lugares y posiciones, pero en realidad no tenían ningún poder. Solamente tenían la figuración, pero el único poder era el de ella.

¿El sandinismo se acabó en Nicaragua? ¿Hay un heredero del movimiento?

Creo que el sandinismo no se acaba en Nicaragua, porque está profundamente arraigado a todos nosotros. Es bien interesante que, ahora en estas manifestaciones, la gente dice: “Patria libre o morir”. Hay un sentimiento de sandinismo muy fuerte, pero no es el de Daniel Ortega. Él nunca tuvo un sandinismo legítimo durante su tiempo como gobernante. Usó los símbolos, pero no los valores del sandinismo.

¿Cuál es el valor de los estudiantes?

Su rol ha sido ejemplar, nos han dado una lección de valentía, de coraje y de generosidad. Porque incluso un día que hubo saqueos, se organizaron para que las cosas que se estaban sacando se devolvieran a la gente. Desde los 70, durante la revolución contra Somoza, los estudiantes también fueron parte fundamental de la resistencia. Así es la juventud, tiene esa enorme capacidad de movilizarse y esa energía. Además, están defendiendo su futuro.

Por Nicolás Marín Navas

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