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¿Qué pasó con el acuerdo nuclear con Irán?

El acuerdo de 2015 representó el triunfo de la diplomacia sobre los tambores de la guerra. No era perfecto, pero demostró que mediante el diálogo y la armonía se pueden alcanzar consensos.

Felipe Medina Gutiérrez
14 de julio de 2020 - 06:58 p. m.
El presidente iraní, Hasán Rohani, dijo que Irán está enriqueciendo más uranio que antes del pacto nuclear de 2015. / AFP
El presidente iraní, Hasán Rohani, dijo que Irán está enriqueciendo más uranio que antes del pacto nuclear de 2015. / AFP

Se cumplen cinco años del acuerdo nuclear firmado entre Irán, el grupo P5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania) y la Unión Europea, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) o JCPOA (Joint Comprehensive Plan of Action) por sus siglas en inglés.

Se trató de rondas extensas de negociaciones, discusiones y deliberaciones en las cuales las preocupaciones de algunos países en el mundo sobre el programa nuclear iraní dieron paso a la consolidación de un acuerdo satisfactorio para todas las partes, refrendado por la resolución 2231 el 20 de julio de 2015, adoptada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Cabe recordar que la “preocupación” por el programa nuclear en Irán es reciente. Antes de la revolución de 1979 y desde la década de los 1950s, Teherán inició el desarrollo del programa nuclear bajo la monarquía del sha Reza Pahlevi. En aquellos años, el presidente de Estados Unidos Dwight Eisenhower y naciones europeas como Francia dieron asistencia importante a la monarquía iraní para impulsar este programa. Para algunos era claro que hacia los 1970s ya tenía una base sólida y el propósito de desarrollar armas nucleares. Sin embargo, “la comunidad internacional” no dijo nada acerca del peligro que ello representaba, pues se trataba de un aliado.

Es importante destacar que el acuerdo de 2015 representó el triunfo de la diplomacia sobre los tambores de la guerra. No era perfecto, pero demostró que mediante el diálogo y la armonía se pueden alcanzar consensos en lugar de optar por la vía militar y del conflicto. Sin embargo, algunos temas quedaron por fuera y no implicó el fin de las diferencias entre Washington y Teherán

En líneas generales, se acordó bloquear el acceso de Irán a un programa nuclear con objetivos militares (Teherán firmó y ratificó el Tratado de No Proliferación Nuclear en vigor desde 1970). Adquirió compromisos, límites y permitiría la inspección y vigilancia del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que trabaja de la mano de Naciones Unidas. A cambio, podría desarrollar proyectos de energía nuclear y lo más importante: se pondría fin a las diferentes sanciones que desde noviembre de 1979 afectan la economía iraní especialmente en transacciones financieras internacionales (ej. venta de crudo) y la banca.

La crisis llegó cuando EE.UU se retiró del PAIC en 2017, debido a la animosidad de Donald Trump contra el gobierno en Irán, pero también por el papel que Arabia Saudí e Israel (estrechos aliados) desempeñaron como grandes opositores del programa nuclear iraní (Riad recientemente anunció que desea establecer un programa nuclear y Tel Aviv hace muchos años cuenta con ojivas nucleares). La débil argumentación de Washington y la falta de elementos probatorios que determinaran el incumplimiento de Irán contrastó con el compromiso de las demás partes firmantes, pero, sobre todo, por el trabajo del OIEA en su labor de inspección y vigilancia, que a 2017 nunca detectó una desviación del programa nuclear, reconoció que sus inspectores podían realizar su trabajo y corroboró el cumplimiento del acuerdo como lo planteó el fallecido director del organismo, Yukiya Amano.

Aun así, EE. UU se mantuvo en que se trataba de un “mal acuerdo”, “terrible” y que por “ello” había que modificarlo. En realidad, retirarse fue una violación al acuerdo, pues este contaba con mecanismos de resolución pacífica de controversias, que establecían cauces para tratar las diferencias o problemas que sobrevinieran y que de hecho estipulaban que en caso de que Irán violara el acuerdo habría una extensión de sanciones por diez años. Como bien apuntó en su momento el fallecido profesor Luis Mesa Delmonte: “no puede destruirse un acuerdo sobre bases de un ejercicio especulativo estadounidense sin apoyo en informaciones de inteligencia y con evidente propósito de crear tensiones políticas”.

El Espectador le explica: ¿Qué tan grave es que Irán reanude su investigación nuclear?

El PAIC sin embargo colapsó y trajo consigo máxima presión y nuevas sanciones para Irán, que por estos días sufre de un doble aislamiento: económico y sanitario. La pérdida del poder adquisitivo y fuerte devaluación de la moneda, se acompaña de la dificultad de acceso a los alimentos y otros bienes esenciales (por ejemplo, medicinas y equipamiento especializado para atender la COVID-19). Las compañías europeas se fueron, las solicitudes de préstamos al Fondo Monetario Internacional siguen sin respuesta e Irán piensa en alternativas. Recientemente está en discusión un proyecto con China, que tendrá como eje central una alianza estratégica y de cooperación económica durante veinticinco años.

A pesar de la evidente crisis del PAIC no podemos perder de vista que representa un buen paso en medio de la larga historia de desencuentros entre ambos gobiernos: el golpe de Estado en 1953 al Dr. Muhammad Mossadeq orquestado por la CIA, el MI6 y otras agencias, el apoyo irrestricto a la monarquía del sha, la Revolución de 1979, la crisis de rehenes en noviembre del mismo año, el apoyo de EE.UU a Saddam Hussein en la guerra Irán-Iraq (1980 a 1988), hasta el homicidio extrajudicial del general Qassem Suleimaní en enero de 2020 y las tensiones sobrevinientes.

La elección presidencial en EE. UU determinará mucho del futuro de este escenario, en el cual las demás partes firmantes han reiterado su compromiso. Durante el reciente encuentro Rome 2020 MED, el ministro de Relaciones Exteriores, Yavad Zarif, dejó clara la postura de su gobierno: “no interesa quien esté sentado en la Casa Blanca. Se deben respetar los acuerdos internacionales y nos deberían compensar por los perjuicios de los dos últimos años. Los acuerdos se firmaron con una nación y no con un presidente”. Sin embargo, como respuesta al retiro de Trump, Irán anunció que tampoco cumpliría y procedió a exceder algunos de los límites del acuerdo.

Mucho del futuro del PAIC se reflejará también en la próxima elección presidencial en Irán en 2021, cuando Hassan Rohaní termine su segundo mandato. En lo inmediato, veremos qué sucede en el próximo mes de octubre, fecha en la cual está estipulado que la ONU levante el embargo de armas contra Irán. EE. UU continúa presionando para que no sea así.

Resta plantear algunas reflexiones finales. Retomar el camino de imponer sanciones económicas no conduce a nada, excepto al sufrimiento del pueblo iraní. De hecho, como táctica para provocar un levantamiento y cambio de gobierno en Irán también ha fracasado. ¿Se seguirá imponiendo el unilateralismo ante el multilateralismo, cuya crisis se acentúa en los últimos años? ¿la diplomacia seguirá siendo una herramienta efectiva o cederá ante los intereses de poder y hegemonía? Es comprensible el nivel de desconfianza entre ambos, en gran parte a una historia desafortunada, pero el PAIC no está muerto y puede recuperarse.

*Felipe Medina Gutiérrez

Universidad Externado de Colombia

Por Felipe Medina Gutiérrez

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