¿Quién fue el ayatolá Ruholá Jomeini y qué tiene que ver con la tensión entre Irán y EE. UU.?

Este lunes se conmemora el trigésimo aniversario de la muerte de uno de los protagonistas más influyentes en las relaciones entre Estados Unidos e Irán: el Ayatolá Ruholá Musawi Jomeini.

Felipe Medina Gutiérrez*
03 de junio de 2019 - 02:27 p. m.
Una mujer iraquí marcha con otras personas ondeando una bandera nacional ante un retrato gigante que representa el rostro del fallecido líder iraní Ayatolá Ruholá Musawi Jomeini.
 / AFP
Una mujer iraquí marcha con otras personas ondeando una bandera nacional ante un retrato gigante que representa el rostro del fallecido líder iraní Ayatolá Ruholá Musawi Jomeini. / AFP

A propósito de la creciente tensión entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán, este lunes se conmemora el trigésimo aniversario de la muerte de uno de los protagonistas más influyentes en las relaciones entre estos dos países.

Se trata del Ayatolá Ruholá Musawi Jomeini, uno de los líderes más importantes de la revolución de 1979 en Irán y personaje icónico en la historia contemporánea del país. 

Nació el 24 de septiembre de 1902 en la ciudad iraní de Jomein, de allí a que sea conocido como Jomeini, pues el uso del gentilicio es común en la región a la hora de referirse a las personas. El término “ayatolá” a su vez, hace referencia a uno de los títulos más altos en conocimiento y erudición en el islam chií, y en especial en Irán. Fue considerado también Marya Taqlid (digno de imitación) y se especializó en diferentes áreas del conocimiento.

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Su reputación académica y religiosa se expandió a Qom, uno de los centros religiosos más importantes de Irán, y posteriormente a lo largo y ancho del país. A nivel político su reconocimiento se remonta al inicio de la década de los 1960, cuando inició una férrea oposición a las políticas del gobernante de Irán, el sha Reza Pahlevi, como lo fue su proyecto “Revolución Blanca” y su estrecha relación con los intereses de Estados Unidos.

El tono profundo de la crítica de Jomeini provocó que fuese enviado al exilio durante 14 años. En noviembre de 1964 estuvo en Turquía (Ankara y Bursa), en octubre de 1965 viajó a Iraq (Nayaf, durante trece años) y finalmente hacia 1978 vivió en Francia (en Neauphle-le-Château). A pesar de la distancia, su influencia nunca cesó dentro de Irán, y paradójicamente es en Europa donde tuvo un impacto mucho mayor gracias al uso de medios de comunicación y a gozar de mayor libertad para sus críticas. De hecho, es comúnmente sabido que grababa discursos en casetes y sus seguidores los difundían secretamente en Irán. Su regreso a Teherán el 1 de febrero de 1979, puso fin a la monarquía en el país y marcó el inicio de la República Islámica.

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Jomeini no fue un personaje proveniente de la clase militar o política, como sí sucedió en otros procesos de cambio en la región. Si bien fue una figura conocida por su activismo político, siempre insistió en que las dimensiones espirituales y éticas eran la base de una revolución, y que la consagración religiosa no estaba separada de la política y actividad social, pues de hecho, como él afirmó, “una vez un hombre se convierte en un verdadero ser humano, será el hombre más activo”. Lo anterior lo distingue de muchos otros líderes religiosos considerados “quietistas” y contribuye a entender su determinación de cambio social, político y de pensamiento crítico.

Su mayor logro fue su papel protagónico en la revolución de 1979, un movimiento que incluyó a distintos sectores y que influenció diferentes procesos y experiencias en Medio Oriente. La ruptura con el orden prexistente se agravaría en ese mismo año con la toma de la embajada estadounidense por los estudiantes de Teherán el 14 de noviembre, de quien se dice Jomeini no la ordenó pero sí estuvo de acuerdo con su desarrollo.

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Su gran aporte, además de su importante liderazgo, fue la construcción de la teoría del Velayat e-Faqih (gobierno del jurista, en persa), influenciada por aproximaciones anteriores de otros autores como el ulema pakistaní, Abu al-Ala Mawdudi. Si bien fue una propuesta que no a todos les parecía la más idónea en Irán, como fue el caso del religioso Ayatolá Shariatmadari y el importante intelectual Ali Shariati, quien no veía con buenos ojos que la clase religiosa dirigiera el Estado, terminó por consolidarse y es la base del actual Estado iraní.

El pensamiento de Jomeini se enmarca en el periodo de la Guerra Fría, pero afirmó que había que evitar caer en las lógicas del capitalismo y comunismo. Para él, el islam lo tenía todo y de hecho, es conocida su carta en 1989 al entonces líder de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov donde sostiene que esta religión es la solución a los problemas de la humanidad.

Los últimos años del Imam Jomeini no fueron los más fáciles. El desafío de consolidar su nuevo proyecto político en un ambiente de clara hostilidad regional e internacional, se sumó a la fatídica guerra entre Irán e Iraq desde 1980 (enfrentado con Sadam Husein) y que duró 8 años, pero que paradójicamente contribuyó a crear más fervor en las masas y ayudar a la estabilidad de la República Islámica de Irán. Además, enfrentó diferentes focos internos de oposición a los que reprimió sin contemplación.

Poco tiempo después de su polémica fatwa (disposición legal) en contra de Salman Rushdie, Jomeini finalmente fallecería el 3 de junio de 1989 en un hospital en Teherán a la edad de 86 años. Se dice que nueve millones de personas atendieron su funeral. A partir de este momento, el Ayatolá Ali Jamenei funge como líder supremo en Irán.

Como todo personaje en la historia, Jomeini es querido por muchos y odiado por otros tantos, pero no hay duda de que seguirá influenciando a muchas generaciones venideras. No queda duda de que su personalidad y legado serán elementos activos en la creciente tensión entre los Estados Unidos y la República Islámica de Irán.

El Colegio de México

Por Felipe Medina Gutiérrez*

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