Rusia: todos son sospechosos

Aunque el presidente Vladimir Putin dijo que se analizaban “todas las posibilidades” sobre lo ocurrido en San Petersburgo, todo apunta a un acto terrorista. La pregunta es por parte de quién: ¿el Estado Islámico?, ¿terroristas chechenos?

Juan sebastián Jiménez Herrera
04 de abril de 2017 - 04:27 a. m.
Rusia: todos son sospechosos

Con el atentado de ayer, en San Petersburgo, en el que 11 personas murieron y 45 quedaron heridas, van cinco ataques en metros rusos. No ha habido un sistema de transporte tan golpeado como este, y eso que las autoridades alcanzaron a desactivar otra bomba en la estación Ploschad Vosstania, cerca de la estación de trenes.

El presidente Putin anunció una investigación en la que se tendrán en cuenta “todas las variantes” y ya hay dos sospechosos, cuya identidad no ha sido revelada, aunque de uno de ellos ya hay, por lo menos, una imagen. Por ahora nadie se ha atribuido el ataque y el problema es que la lista de sospechosos es larga.

Para empezar, los mayores atentados en Rusia han sido perpetrados por terroristas chechenos, que abogan por la independencia de Chechenia. Fueron ellos los responsables de los ataques, en 2004 y 2010, en el metro de Moscú, en los que murieron 80 personas, y de varios atentados en el Cáucaso Norte.

Hace menos de un año, el 19 de agosto de 2016, dos policías resultaron heridos durante un ataque en San Petersburgo. Y el 9 de mayo de 2016, un policía murió y otros cuatro quedaron heridos en un ataque en Grozni, capital de la convulsionada Chechenia. No hay que descartar a los terroristas chechenos.

Aunque hay algunas diferencias entre el atentado en San Petersburgo y los ataques de 2004 y 2010, éstos fueron suicidas, mientras que en el de San Petersburgo el paquete explosivo fue dejado en el interior del metro antes de que éste arrancara. Lo que abre la posibilidad de que el ataque haya sido obra de lobos solitarios.

Y es que la cantidad de atentados perpetrados por personas inspiradas por grupos yihadistas, pero no vinculadas a éstos, ha aumentado. Prueba de ello: el ataque en Londres, el pasado 22 de marzo, o el asesinato del embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov, a manos de un policía: Mevlüt Mert Altintas.

Hay una tercera hipótesis (quizá la más fuerte): que el ataque en San Petersburgo fue una respuesta del Estado Islámico (EI) a los golpes que el gobierno ruso le ha propinado en Siria. No sería la primera vez que EI atente en ese país. El pasado 24 de marzo, seis integrantes de la Guardia Nacional murieron a manos del EI.

Por su parte, el 29 de marzo de 2016, EI atacó un convoy policial en Daguestán. Y en noviembre de 2015, un avión que viajaba de Sharm el Sheikh (Egipto) a San Petersburgo fue derribado por una facción del EI, causando la muerte de 217 pasajeros y siete tripulantes. Pero este ataque se dio en una coyuntura distinta.

Es cierto que, desde 2015, Rusia se ha involucrado de lleno en la guerra en Siria, a favor de Bashar al Asad, lo que ha hecho que EI, que controla parte del territorio sirio, lo considere uno de sus mayores enemigos. En julio de 2016, ese grupo yihadista amenazó a Putin. “Iremos a Rusia y los mataremos en sus hogares”, aseguró un integrante del EI en un video.

Pero, desde hace unos meses, Rusia se ha convertido en el protagonista de la guerra en Siria, al asumir, unilateralmente, el liderazgo de la lucha contra el EI. Putin se ha reunido con varios de sus homólogos -como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu- para hablar al respecto cual si fuera el encargado de las operaciones.

Hasta Estados Unidos, que durante el gobierno de Barack Obama se opuso a las acciones rusas en Siria, ha reconocido su liderazgo, ahora que Donald Trump ocupa la Casa Blanca, y Rusia ha aprovechado para poner las cosas a favor de Al Assad, quien fue uno de los primeros en expresar sus condolencias por el ataque.

Otros dirigentes hicieron lo mismo. “Los responsables de este abominable acto deben rendir cuentas”, dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. “Nuestros pensamientos están con la gente de Rusia, en particular con aquellos que han perdido a sus seres queridos”, se aseveró en el Servicio Europeo de Acción Exterior.

Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, comentó que esto era terrible. “Una cosa terrible. (Está) pasando en todo el mundo. Absolutamente una cosa terrible”, declaró minutos antes de reunirse a puerta cerrada con el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi.

El presidente Putin, quien se encontraba en San Petersburgo reunido con su homólogo bielorruso, Alexánder Lukashenko, visitó ayer el lugar del atentado, mientras que las autoridades daban inicio a una cacería humana para dar con dos de los presuntos responsables.

“Estamos buscando a dos personas como sospechosas de planear las explosiones, una de las cuales habría colocado el artefacto en el vagón del metro y la otra habría dejado una bomba en la estación de Ploshad Vosstania”, dijo un funcionario de inteligencia, citado por la agencia Interfax.

Sea que los responsables hayan sido lobos solitarios, terroristas chechenos o integrantes del EI, lo que se viene es una dura respuesta por parte del presidente Putin en Siria, Rusia o en Chechenia. O en todas las anteriores.

Por Juan sebastián Jiménez Herrera

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