Siria o la guerra invisible

Hace ocho años estalló la guerra que se convirtió en el peor conflicto de la historia reciente: más de medio millón de personas han muerto y 6 millones sirios han tenido que huir de su país. Nueve intentos de negociaciones de paz no han conseguido traer una solución. ¿Por qué?

- Redacción Internacional
15 de marzo de 2019 - 03:00 a. m.
Siria o la guerra invisible

¿Por qué la guerra en Siria no termina? El 15 de marzo de 2011, unas protestas en las calles sirias para demandar, entre otras cosas, la salida del presidente, Bachar al-Asad, desataron la guerra más sangrienta de este siglo. Y lo más grave es que la solución parece lejana todavía.

En ocho años que llevan los sirios sumidos en un conflicto de magnitud internacional, 5’684.010 sirios viven como refugiados en el mundo; hay más de 6’200.000 desplazados en el interior del país (2’500.000 de ellos niños), lo que supone el mayor desplazamiento interno en el planeta, en un país en el que vivían más de 22 millones de personas antes de la guerra, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Otra cifra que muestra la amplitud y gravedad de este conflicto son los cerca de 367.965 muertos que ha documentado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos desde el comienzo del conflicto hasta diciembre de 2018, de los cuales 111.330 son civiles, incluidos 20.819 menores de edad.

Este número no incluye las 192.035 personas que se encontrarían desaparecidas o muertas, pero que la ONG no ha podido identificar. Solo en 2018, según Unicef, 1.106 niños murieron en Siria, en el año más mortífero para los más pequeños.

Y es que esta guerra ha roto todos los códigos: abusos, violaciones de derechos humanos, bombardeos contra escuelas y hospitales, tráfico de migrantes... y para rematar ataques químicos. Según Human Rights Watch, después del terrible ataque del 14 de abril de 2008 en Jan Shijún, un bastión rebelde en el noroeste del país, en el que murieron más de ochenta personas, se siguen reportando muertos por armas químicas.

Según datos de HRW, el gobierno sirio ha cometido 85 ataques químicos desde el 21 de agosto de 2013 hasta el 25 de febrero de 2018.

Y el último informe del Departamento de Estado sobre derechos humanos indica que todas las partes en el conflicto sirio han cometido abusos: “El empleo repetido de armas químicas, desapariciones forzadas, torturas, violencia sexual, detenciones arbitrarias, restricciones a la libertad de expresión y censura” son apenas algunos de los que menciona el documento.

Ver más: ¿Quién es quién en la guerra Siria?

EE. UU. subrayó que “grupos paramilitares vinculados a las autoridades sirias, como la organización chií libanesa Hizbulá, apoyada por Irán, perpetraron abusos, como masacres, asesinatos, arrestos arbitrarios y violaciones como táctica de guerra”.

Los actores

En el octavo aniversario de la sangrienta guerra, Bashar al-Asad canta victoria. Logró restablecer el control sobre buena parte del país, que fueron los principales bastiones de los insurgentes en Siria, gracias en gran parte al apoyo de Rusia.

La oposición armada, compuesta por un maremágnum de grupos de diversas tendencias, recibió apoyo de Turquía, Arabia Saudita y otros países del Golfo. El Organismo de Liberación del Levante, alianza islamista en la que está integrada la exfilial siria de Al Qaeda, conocida anteriormente como Frente al Nusra, se ha hecho fuerte en la región de Idlib y ha desplazado a otros grupos, entre ellos el Ejército Libre Sirio, apadrinado por Ankara.

Ver más: La generación de la guerra en Siria

La coalición internacional, liderada por Estados Unidos, está a punto de desmantelarse, pues el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que retirará a 2.000 soldados desplegados en el país.

Todas las partes beligerantes están de acuerdo en que la única salida al conflicto es una “solución política”, la cual parece no llegar pese a los nueve intentos de negociaciones de paz en Ginebra, auspiciadas por la ONU, desde 2014 y otros 11 en el proceso de Astaná, en el que participan Rusia e Irán (principales socios de Al Asad) y Turquía (valedora de la oposición).

Más de un tercio del país “está ocupado por Estados extranjeros que construyeron y financiaron a milicias locales”, indica Joshua Landis, un especialista del conflicto sirio.

Este grupo terrorista, que llegó a controlar casi todo el territorio sirio, todavía tiene presencia en zonas desérticas en Homs (centro) y resiste en Al Baguz, la última localidad del califato que declararon en 2014.

Ver más: La guerra por el único kilómetro que todavía controla el EI 

Dicen que la de Al Baguz es la batalla final. La captura total de este lugar pondría fin al califato. Y, de paso, a la guerra que desangra a Siria desde hace ocho años.

Por - Redacción Internacional

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