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Torre de Tokio: ¿Por qué los japoneses tienen un día para todo?

Celebran desde el Día del Cortauñas hasta el de las Orejas. Una columna para acercar a los colombianos a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * / Especial para El Espectador, Tokio
20 de octubre de 2020 - 02:48 p. m.
Tienda de antiguedades en el barrio de Daikanyama, en Tokio. El Día del juguete se celebra el 5 de mayo.
Tienda de antiguedades en el barrio de Daikanyama, en Tokio. El Día del juguete se celebra el 5 de mayo.
Foto: / Cortesía de Gonzalo Robledo

En vez de preguntar ¿qué santo celebramos hoy?, los japoneses rinden tributo cada uno de los 365 días del año a centenares de objetos cotidianos como agujas, lápices, juguetes, robots, sensores electrónicos, helicópteros y hasta personajes extranjeros de ficción, como la muñeca Barbie.

La base panteísta de su religión, el sintoísmo, inculca el aprecio por los objetos inanimados y ha sido aprovechada por los comerciantes del archipiélago para convertir el almanaque en una enorme vitrina que exalta los más inusuales productos.

Dentro de los homenajes insólitos destaca el Día del Cortauñas, el del Kararoke y el de las Orejas, que festeja productos para limpiar el canal auditivo. Está el de la Nariz, patrocinado por los otorrinolaringólogos, y que no debe confundirse con el de los Malos olores, aprovechado por los fabricantes de desodorantes, aromatizadores y enjuagues bucales para sus nuevos lanzamientos.

Como el volumen de mercancías supera el número de días, no es raro ver las más respetables fiestas patrias y religiosas compartiendo sus veinticuatro horas de gloria con los más prosaicos objetos.

La venerable Cultura comparte homenaje cada 3 de noviembre con los Artículos de papelería, los Discos (en todas sus versiones), el Sandwich, el Manga y uno de los más reconocidos iconos de la cultura popular nipona: el temible híbrido de ballena y dinosaurio llamado Godzilla. (Aquí puede leer columnas anteriores de este tema).

Pragmáticos y poco dados a fundamentalismos, los japoneses recurren a credos ajenos y, como si fuera un buffet, escogen nuevas festividades, siempre y cuando propicien una colorida campaña comercial y aumenten las ventas.

Que solo el 1 por ciento de la población nipona practique el cristianismo no impide que la Navidad sea una masiva celebración que se inicia en noviembre y termina el 24 de diciembre, fecha en la que muchos enamorados pasan la noche solos en un hotel mientras el resto de la familia se come un pastel de fresas con crema conocido como “Christmas Cake”.

El 14 de febrero se celebra el día de San Valentín con un ritual de cortejo inverso en el que las empleadas de oficina regalan costosas cajas de chocolates a sus colegas varones más codiciados. A los menos atractivos se les deja en su escritorio un bombón barato llamado, con brutal honestidad, el “Chocolate obligatorio”.

El 28 de febrero es el día de las Galletas, mientras que el 14 de marzo los hombres que fueron homenajeados el día de San Valentín corresponden a sus colegas mujeres con un discreto obsequio de chocolate blanco, en el llamado Día Blanco.

Las celebraciones no están exentas de controversia pues el hecho de que el 8 de marzo se conmemore el Día internacional de las Esposas y el 10 de abril el día de la Mujer casada, ha sido señalado como una injusticia por muchos maridos japoneses molestos por la ausencia de una mención en un abigarrado calendario que, en cambio, si encuentra espacio para rendir homenaje a los Gatos, el 22 de febrero, y a los Insectos cada 4 de junio.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * / Especial para El Espectador, Tokio

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