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Han pasado dos años desde el 15 de julio de 2016, cuando un fallido golpe de Estado en Turquía dejó 251 muertos y miles de heridos. Ráfagas de disparos sonaron en la capital Ankara y en Estambul, mientras que una lluvia de bombas cayó sobre el Parlamento y el palacio presidencial. El presidente, Recep Tayyip Erdogan, acusa de los hechos al movimiento Gülen, una organización considerada terrorista en Turquía desde 2016.
El movimiento lleva el nombre de Fethulah Gülen, un clérigo turco que vive en Estados Unidos. El grupo maneja escuelas en Turquía y varios otros países del mundo, que Ankara considera como adoctrinadoras y promovedoras de un discurso extremista. Un comunicado de la Embajada turca en Colombia dice que el trabajo del movimiento consiste en “una campaña de infiltración donde los niños y sus padres fueron reclutados con la promesa aparentemente inocente de una mejor educación”. El clérigo exiliado niega las acusaciones. Esta semana se levantó el estado de emergencia que el presidente Erdogan implementó días después del incidente. Este podría ser el principio de la conclusión de una época en la historia turca en la que el Gobierno ha despedido a más de 125.000 empleados del Estado por supuestos vínculos con el movimiento Gülen, además de otros grupos terroristas. El mes pasado, Erdogan echó a más de 18.000 funcionarios del Estado, incluyendo docentes, agentes de policía y militares.
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Varios comentaristas y activistas han sugerido que el objetivo de las purgas del Estado es silenciar cualquier voz disidente. La embajadora turca en Colombia, Öztürk Cil, asegura que “ningún funcionario del Estado habría sido despedido sin evidencia”. No obstante, Human Rights Watch (HRW) describe los supuestos vínculos entre profesores universitarios como “dudosos” y explica que en los ocho casos que examinó “fue imposible determinar las razones de los despedidos”.
Nuevos poderes
El 16 de abril del año pasado, los turcos votaron a favor de cambios en la Constitución turca para otorgarle al presidente nuevos poderes que “fortalecen y estabilizan a Turquía para enfrentar retos relacionados con la economía, el terrorismo y la migración”, según Cil.Con la reelección de Erdogan, con casi el 53 % del voto, el pasado 24 de junio, será el primer mandatario en asumir esos nuevos poderes. Erdogan no sólo tiene el Poder Ejecutivo, también el derecho de nominar a la mayoría de los magistrados, entre otras nuevas facultades. Cil afirma que con estos cambios “la herencia democrática de Turquía no se acaba”.
La sociedad turca está dividida sobre el asunto: Muharrem Ince, de la oposición, aseguró que la nueva Constitución significa que Turquía está “bajo un régimen de un solo hombre”.
La embajadora turca en Colombia subraya, sin embargo, que “sistemas parecidos existen en varias partes del mundo”, incluyendo Estados Unidos, e insiste en que fue la “decisión democrática del pueblo turco”.
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De acuerdo con el último informe de Reporteros Sin Fronteras, Turquía es el país en donde más periodistas están presos. Amnistía Internacional asegura que hay un “clima de miedo” para periodistas. Öztürk Cil rechaza tales acusaciones. Afirma que “ningún periodista ha sido encarcelado por ejercer su profesión, sino porque ha hecho algo ilegal según la ley del país”, además de repetir que cada uno tiene acceso a un juicio a puerta abierta. Agrega que es importante “construir una relación de confianza” con los procesos judiciales en el país.
Migración y Colombia
En Colombia, como en Europa, la migración ha sido un tema clave de los últimos años. Turquía ha sido el centro de la crisis migratoria en Europa y un ejemplo a seguir. Según la Comisión Europea, el país alberga más de 3,9 millones de refugiados.Históricamente, este país ubicado entre Europa y Asia ha sido una encrucijada entre las culturas orientales y occidentales, y esta tradición es algo de lo que la embajadora se muestra muy orgullosa: “Somos el país número uno en términos de migración y conectemos los valores del Occidente y del Oriente”.
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Ubicada en la frontera con Siria, la ciudad de Kilis es quizás la mejor representante de estos valores y de los retos que Turquía enfrenta. Allí los inmigrantes sirios superan en cantidad a la población local y, además, han sufrido ataques del Estado Islámico.
Sin embargo, HRW asegura que las autoridades en Ankara y en nueve regiones fronterizas con Siria han dejado de registrar a la mayoría de los sirios que llegan, lo que ha conducido a deportaciones ilegales y la negación del acceso a los servicios de salud y de educación.
La migración y el terrorismo son dos retos compartidos por Colombia y Turquía, y Öztürk Cil hace hincapié en la importancia de la cooperación. La embajadora resalta la visita de una delegación turca a la región fronteriza con Venezuela el año pasado, además de la “importancia de registrar a los inmigrantes para que haya integración y aceptación”.
En términos de paz, Öztürk Cil asegura que “Colombia tiene una gran oportunidad para asegurar una reconciliación social”, además de subrayar la importancia de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP): “La verdad es importante para evitar la repetición”.