Una periodista tiene en sus manos el futuro de Chile

Todas las encuestas pronosticaban que iba a morir en el intento, pero los resultados de la primera vuelta dejan a Beatriz Sánchez con el poder de influenciar los resultados definitivos de las presidenciales.

redacción internacional
21 de noviembre de 2017 - 03:00 a. m.
 Beatriz Sánchez es la candidata por el partido de izquierda a las elecciones chilenas. / EFE
Beatriz Sánchez es la candidata por el partido de izquierda a las elecciones chilenas. / EFE
Foto: EFE - Mario Ruiz

Parecía una decisión simbólica. Cuando Beatriz Sánchez anunció su candidatura a la Presidencia de Chile, por el partido Frente Amplio, nadie incluyó su nombre en el grupo de los peligrosos. Pero con 1,3 millones de votos, más de los que recibió el candidato oficialista, Alejandro Guillier, Sánchez ahora tiene en sus manos el poder de hacer una alianza que, según los analistas, podría definir las votaciones de la segunda vuelta contra el candidato de la derecha y expresidente Sebastián Piñera, quien hasta el momento es el más opcionado para reemplazar a Michelle Bachelet.

“Es el remezón más grande que ha tenido la política chilena desde el retorno de la democracia” en 1990, le dijo a la AFP el analista de la Universidad de Talca Mauricio Morales.

El Frente Amplio es un partido casado con la izquierda, y Sánchez también. Por eso hizo campaña diciendo que quiere “ser un puente entre los movimientos sociales y la política”. También defendió públicamente que el aborto es un derecho que debe ser ejercido por todas las mujeres (Chile fue uno de los últimos siete países del mundo en penalizarlo bajo todo criterio), está a favor del matrimonio igualitario (sólo hasta el año pasado logró aprobarse en el Congreso) y también de una mayor intervención del Estado en el sistema educativo y de salud (en un país que ha apostado en los últimos 25 años por la privatización del sistema).

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Sánchez es la representación de la izquierda, una izquierda feminista, considerada radical. El partido, tan joven como sus bases populares, se formó hace sólo algunos meses por movimientos sociales y líderes de las protestas estudiantiles. Su objetivo: atraer a los desencantados del gobierno de Bachelet, que intentó darle gusto a todo el mundo y terminó perdiendo simpatía entre unos y otros. Las personas de izquierda que votaron por Bachelet y perdieron la confianza ahora le dieron su voto a Sánchez, quien llegó con un discurso totalmente comprometido con su partido.

Y es que no sólo logró ponerse de segunda en la carrera por la Presidencia, detrás del expresidente Piñera, sino que además consiguió 18 curules más para su partido en el Congreso. Pasó de tres a 20 puestos.

Periodista, feminista

Cuando tenía 19 años, Sánchez quedó embarazada sin planearlo. Pensó en abortar, pero finalmente decidió seguir adelante con el embarazo. Empezó a trabajar como reportera radial y se casó con su pareja, Pablo Aravena, hoy editor deportivo de El Mercurio. Ya tienen tres hijos.

Durante 20 años estuvo en la radio y hasta la llamaron de un programa de televisión. “No tengo cuerpo de TV”, dijo cuando empezaba en esa nueva etapa de su carrera. Con el pelo corto, sin tacones y sin prestar mucha atención a sus vestidos, llegó, según ella misma ha contado en entrevistas, a pelear con los prejuicios que dicen que las periodistas de televisión deben lucir como modelos.

La alianza

Sebastián Piñera fue presidente de Chile entre 2010 y 2014, con un discurso que se sitúa en el extremo opuesto del de Sánchez: privatización, apertura de mercados, conservatismo religioso y amor por el modelo democrático estadounidense.

Ahora regresa como candidato y es quien, según las encuestas, y a pesar del creciente abstencionismo, tiene todas las posibilidades de ganar.

De cara a los 1,3 millones de votos obtenidos por Sánchez, tal parece que Piñera se verá obligado a hacer una alianza con José Antonio Kast, un hombre que defiende abiertamente la dictadura de Augusto Pinochet. No es, definitivamente, la opción que Piñera estaba deseando, pues durante toda su carrera política ha intentado desmarcarse de la figura del dictador, a pesar de haber simpatizado con él en algún momento y de representar a la derecha.

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A Sánchez, por su parte, también la espera una alianza y ahora debe tomar una decisión. Alejandro Guillier, quien alguna vez fue su colega en el periodismo, le está guiñando el ojo para que se sume a él y lo acompañe en la segunda vuelta.

René Jara, de la Universidad de Santiago, cree que el Frente Amplio “está obligado a negociar” para evitar que se repita la historia del 2009, cuando Piñera ganó la elección al demócrata cristiano Eduardo Frei, que también era el hombre del oficialismo representado por Bachelet, pues ella se encontraba en la silla presidencial en esa época, tal como sucede ahora.

“Si no, serán los responsables de una vuelta de Piñera”, agrega Jara. Piñera obtuvo 2,4 millones de votos, un resultado muy inferior al que auguraban las encuestas.

“Necesitamos reconstruir una unidad profunda de todos los chilenos y chilenas que estamos por los cambios”, dijo Guillier intentando conseguir el apoyo de Sánchez.

Ella no ha anunciado su decisión y algunas voces de su partido han asegurado que prefieren sostenerse en la oposición antes que integrar el gobierno. Por ahora se mantiene firme en su discurso de campaña: “Si no hacemos un cambio, si no hacemos una reflexión, este país se está llenando de rabia y de miedo”.

Por redacción internacional

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