Yemen, olvido y guerra: una década de revueltas populares

Yemen históricamente es conocido por el café al igual que Colombia. En el gusto por un tinto y lastimosamente en vivencias de conflicto encontramos puntos comunes.

Felipe Medina Gutiérrez
27 de febrero de 2021 - 04:21 p. m.
Yemen poco aparece en los medios de comunicación, pero ello no significa que no posea una historia antiquísima y apasionante.
Yemen poco aparece en los medios de comunicación, pero ello no significa que no posea una historia antiquísima y apasionante.

Para el pueblo yemení el 27 de febrero trae recuerdos de esperanza, pero también de frustración. El país se inspiró tras los ejemplos de Túnez, Egipto, Bahréin y Libia para marcar la ruta de cambio, pero hoy está lejos de ella. Hablamos con Afrah, Muna y Jehan para comprender mejor lo que ha ocurrido en estos diez años en Yemen. Este es el quinto de una serie de textos donde estamos analizando los escenarios que fueron protagonistas de las revueltas de 2011 en Medio Oriente y Norte de África, una era de cambio que continúa vigente.

Yemen está ubicado en el sur de la península arábiga. Posee fronteras con Arabia Saudí y Omán, pero cuenta con una posición estratégica en el golfo de Adén y el estrecho de Bab al-Mandab (con Yibuti), donde circulan cerca de 6.2 millones de barriles de petróleo al día. A pesar de esto, el país no posee una economía rentista como la de sus vecinos. Este territorio cuenta con una población (aproximada) de 30 millones de habitantes de los cuales casi el 99% son musulmanes y el restante judíos, bahais, hindúes y cristianos.

Yemen poco aparece en los medios de comunicación, pero ello no significa que no posea una historia antiquísima y apasionante. Episodios maravillosos como la reina de Saba (Balqis en árabe mencionada en la Biblia) y la próspera Gran Presa de Marib, se suman al papel protagónico en el desarrollo del islam. El mismo profeta Muhammad reconoció su importancia en una de sus narraciones: “Los yemeníes son los más nobles de corazón. La fe es yemení y la sabiduría es yemení”.

En años recientes, la historia contemporánea de Yemen fue testigo de varios sucesos interesantes. El fin del imamato de Yahia y sus hijos; la llegada de la revolución de 1962 que trajo la figura del republicanismo al país; la “guerra fría árabe” que involucró la disputa entre el Egipto de Gamal Abdel Nasser y la Arabia de los al-Saud; la división de Yemen del norte y del sur hasta los 1990s, cuando ocurre la unificación (pero con rezagos de la guerra civil de 1994) y la figura de Ali Abdala Saleh como presidente hasta 2012.

Con el desarrollo de los movimientos sociales en Túnez, Egipto, Bahréin y Libia, el pueblo yemení salió a las calles con el mismo propósito. Afrah Nasser, investigadora yemení en Human Rights Watch, nos comparte algunos recuerdos sobre al respecto: “Usamos las consignas clásicas de otros escenarios tales como ¡fuera! y ¡el pueblo quiere que caiga el régimen!, pero para mí lo más memorable fue una gran pancarta a la entrada del lugar donde acampamos para protestar ubicado en la Universidad de Saná que decía: ‘bienvenidos a la primera pulgada de entrada al nuevo Yemen civil’. Aquel llamado a un nuevo Estado civil nunca lo olvidaré.”

El sur del Yemen, una zona de la cual se habla poco, también fue protagonista. Como lo precisa Muna Turki, periodista yemení residente en la ciudad de Adén, “el sur tiene una situación diferente. Desde el 2007 hay un movimiento político que demanda una solución justa para la cuestión sureña. Por ello, podríamos decir que no son 10 sino 14 años de protestas populares. Esto se vio tiempo después en el llamado Diálogo Nacional, donde la representatividad del sur del país fue muy controversial. Hoy gran parte del sur del Yemen está gobernado por el Consejo de Transición del Sur mientras que la parte oriental – donde se encuentran yacimientos de petróleo – está controlada por el gobierno de transición”.

La protesta no tuvo éxito y Yemen entró en un camino de conflicto que permanece en la actualidad. La intervención regional en cabeza del Consejo de Cooperación del Golfo truncó el avance del proceso revolucionario. Por imposición y no por voluntad popular, se determinó que Saleh abandonaría el poder con total impunidad, cediendo su lugar al entonces vicepresidente Abd Rabbu Mansur Hadi quien en teoría seria solo temporal, pero se mantiene hasta hoy.

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Afrah analiza críticamente este episodio: “La situación es muy compleja. Es un conflicto multidimensional que inició con el clamor de justicia al ver que a Ali Abdala Saleh le dieron inmunidad y ello creó un ambiente de impunidad y ausencia de justicia transicional. Después vimos la guerra civil cuando el movimiento hutí tomó la capital Saná en 2014 y hoy día el impacto de la intervención militar de la coalición liderada por Arabia Saudí.”

Poco énfasis se hace sobre el efecto negativo de estas operaciones militares. En este caso, es importante resaltar voces como la de Jehan Hakim, una yemení-estadounidense y fundadora del grupo Yemeni Alliance Committee, que se preocupa por hacer pública la participación de Estados Unidos en Yemen. En su opinión: “La intervención ha venido causando la peor crisis humanitaria que el mundo haya podido ver en su historia. Estas operaciones militares están realizando un genocidio del pueblo yemení, con apoyo de potencias del hemisferio occidental. Ellos deberían retirarse y dejar que el pueblo de Yemen se encargue de solucionar sus propios asuntos”.

Denunciar este tema desde EE. UU. es un reto y Jehan nos cuenta que tuvo que pasar por momentos difíciles durante la era de Donald Trump: “Empecé el proyecto cuando él firmó la prohibición de ingreso a los musulmanes al país. Ha sido muy difícil hacer que los estadounidenses se preocupen por Yemen. Muchos creen que no es ‘nuestro problema’ y que deberíamos interesarnos por lo que sucede en casa. Por ello, la gran mayoría no sabe que el gobierno suministra armamento y bombas a la coalición que agrede al pueblo yemení. Soy optimista en que el nuevo presidente Biden corrija los errores desde 2015 (gobierno de Obama) y ponga fin definitivo a todo el apoyo de Estados Unidos a la guerra en Yemen.”

La crisis humanitaria en el país es alarmante y Afrah es clara: “La peor crisis humanitaria en todo el mundo se encuentra en Yemen. Es la más grave que hemos registrado. Hay varios factores que han exacerbado esta situación. Primero, antes del conflicto, el país ha sido por muchos años el más pobre del mundo árabe. Segundo, la militarización, pues los bombardeos han impactado civiles a lo largo de Yemen. Y tercero, el hecho de que las partes en contienda obstaculizan los esfuerzos de ayuda humanitaria tanto a nivel local como internacional. En este sentido son también responsables.”

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En el sur también hay una situación preocupante. Muna nos cuenta que “hay una amplia gama de problemas. Principalmente la degradación de los servicios públicos, tenemos una falla eléctrica anual durante el verano, cuando las temperaturas alcanzan +40 C. La situación económica es aún peor, la moneda local perdió más del 70% de su valor desde que comenzó la guerra y la hambruna es otro problema grave. Las altas tasas de desempleo obligan a los jóvenes a alistarse en el ejército y la vida en Adén se ha militarizado en gran medida. Los 5 años de esta guerra han afectado profundamente nuestra calidad de vida.”

Este es un poco el panorama cuando se cumplen 10 años de las protestas en Yemen y esta guerra absurda no parece terminar. Es crucial volver a las consignas originales de protesta y ver cómo se puede crear un puente de diálogo entre las diferentes fuerzas involucradas, siempre considerando el interés del pueblo.

Yemen históricamente es conocido por el café al igual que Colombia. En el gusto por un tinto y lastimosamente en vivencias de conflicto encontramos puntos comunes que ojalá nos ayuden a entender mejor lo que sucede en otros lugares del mundo. Esperemos, recordando aquellas palabras del profeta del islam, que esa fe y sabiduría acompañen nuevamente al pueblo de Yemen y pueda solucionar todos sus problemas.

Con este texto, hemos analizado Túnez, Egipto, Bahréin, Libia y Yemen. Resta por explorar la guerra en Siria.

Felipe Medina Gutiérrez*

Universidad Externado de Colombia

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