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Argentina, sin luz y con calor

Frecuentes cortes de electricidad generan malestar social en el país. La presidenta Cristina Fernández no da respuestas.

Daniel Avellaneda. / Buenos Aires, Argentina
26 de diciembre de 2013 - 08:24 p. m.
Ante la ola de calor en Buenos Aires, los ciudadanos optan por refrescarse en las fuentes. / AFP
Ante la ola de calor en Buenos Aires, los ciudadanos optan por refrescarse en las fuentes. / AFP
Foto: AFP - DAMIAN DOPACIO

Argentina es un infierno. Y la afirmación, lejos de parecer exagerada, resulta literal desde esa ola de calor que enciende llamas en los cuerpos de sus ciudadanos. Las temperaturas superan los 40 grados —en Loreto, Santiago del Estero, llegó a 49— y la demanda de energía colapsó el sistema eléctrico, a tal punto que los cortes de luz se sucedieron, especialmente en la Capital Federal y en el conurbano bonaerense, donde muchas familias pasaron la Navidad a oscuras y sin agua. Hasta hubo una persona que falleció cuando hacía un piquete en el medio de la calle para reclamar por la falta de suministro. Lo mató un agente de la Policía con un balazo en el pecho. Y a casi dos semanas de una sensación térmica más propia de Calcuta que de Buenos Aires, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no entrega respuestas.

Diciembre siempre fue un mes complicado para los argentinos. Basta con remontarse 12 años atrás, cuando la convulsión social del país terminó con el entonces presidente Fernando de la Rúa huyendo en un helicóptero de la Casa Rosada. Sin ir más lejos, hubo saqueos en distintos puntos del interior del país que terminaron con una decena de muertos. Todo se produjo ante la zona liberada por las fuerzas policiales que reclamaban aumentos salariales. Y hasta se reforzó la seguridad los días 19 y 20 por rumores que indicaban nuevos desbordes. Pero el calor generó demasiados problemas.

En 12 barrios de la ciudad de Buenos Aires no funcionan 75 semáforos, los cortes de luz son pronunciados en Villa Urquiza, Caballito, San Telmo, Villa del Parque y Flores, por citar las zonas más afectadas, y hay sucesos increíbles. En Villa Domínico, provincia de Buenos Aires, hace 10 días que no tienen suministro eléctrico. Una señora de 95 años murió y tuvieron que hacer malabares para bajarla por la escalera. Ayer, los vecinos de Villa Crespo cortaron la emblemática avenida Corrientes y en Villa Lugano quemaron neumáticos e interrumpieron el tránsito en la autopista Dellepiane, que une la zona sur con el centro porteño. Y es tan fuerte el calor, que se rajó el asfalto en Morón y Castelar, Buenos Aires.

Hay bronca, indignación, llanto y muerte. El Servicio Meteorológico Nacional declaró la alerta roja. Pero el gobierno no aparece. Cristina, quien pasó Navidad en El Calafate, donde no sólo hay luz sino que la temperatura tiene una máxima de 9 grados, sólo interrumpió su silencio para desmentir al diputado kirchnerista Carlos Kukel, quien había dado a entender que la presidenta se presentaría en las elecciones del año próximo.

En todo momento, el que dio la cara —con contradicciones— fue el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, quien amenazó con quitarle la concesión a Edesur y Edenor, las empresas proveedoras, pero sólo fueron palabras al viento. Estos consorcios privados están subvencionados por el Estado, que invertirá en 2014 unos US$24 millones para sostener las compañías de luz, gas y transporte público, todas bajo la lupa por la deficiencia en el servicio. Ayer el ministro de Planificación, Julio de Vido, pidió a los argentinos un “uso responsable” de la energía. “No les pido que apaguen los aires acondicionados, pero les pido que tomen conciencia”, rogó. ¿Por qué no pidió inversiones?

Estas temperaturas incendiarias se producen, cuentan los expertos, por una masa de aire caliente que proviene del Amazonas y Paraguay, y amenazan con quedarse hasta 2014. Ya es el diciembre más caluroso de los últimos 43 años. Y como si fuera una burla macabra, en Rosario aquellos que quisieron refrescarse en el río Paraná sufrieron el ataque de “palometas”, unos peces de dientes filosos que le hicieron perder un dedo a un niño, uno de los 60 heridos que se registraron el martes.

Buenos Aires

davellaneda@agea.ar

Por Daniel Avellaneda. / Buenos Aires, Argentina

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