Las razones que motivaron la renuncia de cinco ministros del gabinete italiano provienen de posiciones distintas. La primera, de los protagonistas, revelada en un comunicado, asegura que los cinco desertores del gobierno, todos afiliados al partido de Silvio Berlusconi, Pueblo de la Libertad (PDL), no concuerdan con las apuestas políticas que el Ejecutivo está asumiendo frente a temas como la justicia y la fiscalidad.
La segunda apunta a que no se trata más que de una retaliación por parte de Berlusconi, quien en días pasados amenazó con retirar su cuota en el gobierno si el Parlamento no cesaba la intención de votar una moción de confianza que podría significar su expulsión del Senado. El argumento para esta votación es la aprobación, durante la legislatura pasada, de una ley que impide la presencia parlamentaria de representantes condenados a más de dos años de cárcel. En este momento Berlusconi tiene una sentencia en su contra por evasión fiscal, que de momento lo condena a cuatro años de prisión.
Mientras el proceso continúa, el líder del PDL y el hombre más rico de Italia da la batalla. Aunque sus hombres apelan a razones políticas, la idea de la retaliación queda en el aire, más cuando la votación de la moción de confianza estaba agendada para esta semana.
La situación es complicada para el gobierno italiano. Los ajustados resultados de las elecciones de febrero pasado, sin una mayoría considerable para ninguna de las facciones políticas, obligaron una alianza entre el Partido Demócrata y el partido de Berlusconi, lo que permitió la creación de un gobierno que al primer ministro Enrico Letta le correspondió encabezar. Sin embargo, la ruptura del PDL con el Ejecutivo tiene en serias dudas la continuidad del Gobierno. El presidente Giorgio Napolitano intenta hallar alternativas junto con Letta, quien acusa a la renuncia en bloque de gesto “loco e irresponsable”.
Por ahora Letta parece buscar ganarse la confianza de los parlamentarios, que podrían darle el soporte necesario para continuar al frente. Sin embargo, la fuerza de Berlusconi en el Parlamento es considerable y, de fracasar el primer ministro en su intento de obtener la confianza de los diputados, debería convocarse a nuevas elecciones generales.