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La Cuba de Yoani Sánchez desde Hungría

La bloguera cubana dictó un taller sobre acceso a internet bajo censura para investigadores de derechos humanos y El Espectador la acompañó.

*Nelson Fredy Padilla, Budapest
28 de junio de 2015 - 02:00 a. m.
“¡Vi las imágenes de la caída del Muro de Berlín diez años después!”, les contó Yoani Sánchez a 23 becarios en la Universidad Central Europea en Budapest. / Nelson Padilla
“¡Vi las imágenes de la caída del Muro de Berlín diez años después!”, les contó Yoani Sánchez a 23 becarios en la Universidad Central Europea en Budapest. / Nelson Padilla

 

Yoani Sánchez visita por primera vez la capital de Hungría y antes de llegar al centro histórico de Budapest percibe cierta atmósfera: “Es como una pátina de los países que han vivido bajo el comunismo, es un cierto desprecio por la estética en una arquitectura homogénea; hay algo que no sé describir en las fachadas de los edificios, en las esquinas, en los bordes, es lo mismo que sentí en países como la República Checa”.

Invitada por Open Society Foundations, la ONG en pro de la libertad de información subvencionada por el filántropo húngaro George Soros, se hospeda en el Hotel Marriot en la ribera del Danubio, del lado de Pest. En la terraza del noveno piso, mientras la mayoría de huéspedes contemplan el gran río, sus puentes y palacios, la cubana llega en busca de señal Wi-Fi libre. Cuando tenía 32 años de edad “Generación Y” la hizo la bloguera más reconocida de Cuba y, según las revistas Time y Foreign Policy, uno de los personajes más influyentes del mundo. Ahora, a punto de cumplir 40 y gracias a la flexibilización migratoria, el régimen cubano le permite salir del país sin mayor problema después de una década en la que se lo impidió. “Claro que me revisan todo”.

Autora de los libros Cuba Libre, Un blog para hablar al mundo y La tela de la araña; merecedora de los más importantes premios de periodismo norteamericanos y europeos; nominada al Premio Nobel de Paz por su lucha contra el régimen comunista desde una internet censurada; los isleños en el exilio la nombraron heroína de la libertad mientras los gobiernos de Fidel y Raúl Castro la calificaron de mercenaria al servicio de intereses estadounidenses y españoles. Se sienta en un rincón, detrás de un muro, contra el paisaje, de cabeza en un portátil. Un broche plateado le sujeta la famosa cabellera negra y la falda toca el piso. Me acerco y la noto tan sumergida que desisto de saludarla.

Me la presentan al día siguiente en la Escuela de Asuntos Púbicos de la Universidad Central Europea en el preámbulo de un taller sobre su vida en la web. La esperan 23 jóvenes becarios, investigadores de derechos humanos en Palestina, Hong Kong, Corea del Sur, Kenya, Ghana, Sudáfrica, Mozambique, Polonia Bélgica, Inglaterra, Estados Unidos, México, Argentina, Colombia. “Vengo de la isla de los desconectados. Soy una ciudadana que tiene mucho por decir y lo hago a través de internet, mi ventana porque la puerta para salir a decir lo que pienso fue cerrada por el totalitarismo”.

“Mi madre nació en el comunismo, yo nací en el comunismo, mi hijo nació en el comunismo; tres generaciones y 56 años de prohibiciones y censura. Soy hija de la revolución, criada con el mayor adoctrinamiento que se imaginen”. Recita: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Fue así hasta descubrir que “la jaula donde está encerrado el pueblo cubano ha sido muy bien diseñada. ¡Vi las imágenes de la caída del Muro de Berlín diez años después!”.

“En 1994 (a los 19 años de edad) construí mi primera computadora. Mi esposo se burlaba de mi Frankenstein, armado con un sistema operativo MS-DOS de los años 80. Ahí hice mi primer periódico. En situaciones extremas el ser humano hace de la creatividad su mayor patrimonio y así pasé de la Yoani callada y con máscaras a la Yoani con medios de expresión. En abril de 2007 colgué un post sobre béisbol y crucé una línea roja entre la invisibilidad y la esfera pública hasta que Fidel escribió que yo hacía prensa neocolonial. A partir de entonces no hubo vuelta atrás: una vez enfrentas a un poder no hay regreso y decidí actuar con firmeza. Lo mejor es correr hacia lo que te produce miedo. Aún hoy me tiemblan las rodillas cuando tomo consciencia de ello”.

Surgen las preguntas. ¿Cómo accede un cubano a la red? “Somos expertos en internet sin internet. En el mapa de conectividad global Cuba aparece con el gris de ‘no data’. El gobierno dice que es del 5%, pero eso incluye a gente a su servicio que sólo tiene acceso a un correo electrónico”. Los demás navegan según el tiempo que les prodiguen en los hoteles. Así lo hizo Yoani durante 14 años, mientras oficiaba como profesora de español de turistas. Vivió dos años en Suiza. Habla alemán y leyó tanto a Kafka tanto como a la mayoría de escritores latinoamericanos. Los cubanos siguen la literatura contemporánea en formato PDF, una de las ofertas de una web comunitaria construida a partir de archivos compartidos o comercializados en el mercado ilegal de memorias o discos duros.

Yoani explica: “La historia de la tecnología en la isla se divide en antes y después de la USB”. Ella consiguió la primera en 2004 aunque apenas llegó al mercado local en 2008. Muestra una imagen del monumento de la plaza del Che y, sobre el pedestal una USB reemplaza al héroe. “Este objeto nos ha hecho más libres que cualquier soldado. Nuestra conexión depende de cuántas memorias vayan de mano en mano. Allí se graban telenovelas, series, libros. Lo llamamos ‘El paquete’ y es nuestra web online. Hay grupos de personas que producen cada vez 900 gigabits de información y ahora eso en terabist. Así nos leen los cubanos. Por eso llego a los hoteles a copiar lo que puedo. Eso terminará en el mercado negro de internet, que nos beneficia a todos. En países conectados me siento como niña en parque de diversiones”.

Antes cuando viajaba le daban una larga lista de cosas para llevar y cargaba las plantillas en cartón del pie de sus familiares para comprarles zapatos. Las prioridades en Hungría son el último antivirus, un curso de pilates, una enciclopedia de cocina para su mamá, capítulos de Discovery Channel sobre los ferrocarriles para su papá, obras de Hegel para Teo, su hijo de 20 años que estudia filosofía, y charlas TED para Yoani. “Bajé 64”, me dice como si hubiera logrado un récord. “Son mi forma de entretenimiento y también terminarán el ‘El paquete’. Este fenómeno creciente es hoy el mayor dolor de cabeza que tiene el oficialismo y como detenerlo es tratar de poner puertas al mar le montaron competencia con ‘La mochila’, que es audiovisual y gratuito. Sin embago, la gente prefiere lo prohibido. En la versión del gobierno no encuentran sorpresas. Mientras en el resto del mundo se habla de aburrimiento por sobreinformación, Cuba apenas vive en conexión accidental”.

¿Cómo es su país hoy?

“Una sociedad civil que vive en el miedo, miedo del otro. Tú eres mi hermano y puedes estar redactando un informe para que el gobierno me saque del trabajo. Miedo a ser detenido por un sistema en el que puedes pagar más años de cárcel por matar una vaca que por un ser humano, el segundo país con mayor población carcelaria después de Estados Unidos”. Reconoce que Cuba ha sabido vender un mito: igualdad, oportunidades para todos, educación, salud. “Sonreímos pero no significa que seamos felices ni libres. Sobrevivimos entre carencias y lágrimas”.

¿La reciente flexibilización de la política migratoria de Estados Unidos hacia la isla fortalece la esperanza de que la situación cambie?

“Me dicen: ‘hay esperanza’. Yo digo: ‘¿Esperanza? ¿A qué sabe? ¿Cómo se come?’. En Cuba casi todos nos levantamos pensando qué vamos a comer ese día y luego en el proceso para conseguir ese alimento y llevarlo al plato. Casi siempre el menú es arroz con salchichas norteamericanas o con picadillo de pavo. Eso en todas las formas, acompañado de tostones hechos a puñetazos. De vez en cuando cerdo. La gente les opera las cuerdas vocales a los marranos para que no chillen y poder cebarlos en las bañeras de las casas. La carne de res es casi prohibida. Se te va el día en ir a buscar huevos y aceite. Mi madre trabajó 30 años como taxista y pregunta por qué una libra de cebollas escasea y vale dos días de trabajo, por qué en una isla rodeada de mar es un milagro conseguir un kilo de sal”.

¿Cómo hace periodismo a pesar de la censura?

“El castrismo siempre ha tenido el monopolio de la información a través de medios como Granma, Juventud Rebelde, el periódico Trabajadores. Las imprentas son los lugares más vigilados. Le tienen miedo a la palabra. Entonces el periodismo independiente se mezcla con activismo y disidencia, deseo de compartir el dolor. No soy periodista graduada sino filóloga y lo que hacemos desde hace un año en nuestro diario 14ymedio.com (junto con diez reporteros incluido su esposo Reinaldo Escobar, que trabajó 20 años en el oficialismo) es narrar la realidad que la prensa oficial no cuenta. Denunciar los excesos de poder y darle visibilidad a los movimientos sociales; presionar a la prensa oficial para que hable de temas que antes no tocaba pero que ahora terminan conociéndose a través de las redes sociales. Como no podemos protestar en la plaza pública, lo hacemos en internet con el lema ‘nárrate a ti mismo, porque si no lo haces lo hará el poder’ y la advertencia de ‘no mezclar opinión con información ni deseos con realidades’. Mi blog es un canto a los derechos humanos (esta semana sobre por qué incluso los ancianos, incluidos sus vecinos de edificio, dejan la isla). Hay que escribir historias sobre la gente, no tener miedo a equivocarse, atreverse a decir lo que se piensa, buscar buenas etiquetas, construir un discurso proactivo, no negativo. Un buen hashtag mueve montañas. Así somos la utopía de todos”.

¿Por qué se llama14ymedio.com?

“Se llama así porque con mi esposo vivimos en un piso 14 y un poco más de un edificio estilo yugoeslavo que él mismo ayudó a construir alguna vez. 14ymedio es como otro hijo al que hay que levantarse a cuidar desde las 3:30 a.m. Estoy encantada como editora. Les dijo a nuestros periodistas: ‘¿quieren cirugía estética o a corazón abierto?’. Publicamos la historia de la persona que perdió la posibilidad de comprar el pollo racionado que sale una vez al mes porque terminó en un calabozo y también las cosas lindas de Cuba, porque contar sólo la tragedia es deformar la realidad. Hacemos énfasis en derechos humanos, cultura, opinión y precios. Cuánto vale la libra de plátano en el mercado de Egido, en La Habana, la libra de carne de cerdo sin hueso. Al hacer eso no necesitamos decir ‘la sangrienta dictadura de los Castro’, porque con eso la gente entiende que hay algo en el sistema que está mal. Mostramos la cara real de Cuba no la de los tontos estereotipos; el país de las playas, los carros antiguos, el tabaco, el ron, la salsa. No más Cuba de postal, color sepia, queremos modernismo. Somos contrarrevolucionarios y progresistas, queremos ser ciudadanos del siglo XXI”.

Sin derecho a internet, ¿cómo se conectan a redes sociales?

“A Twitter llamando a los cuatro teléfonos de servicio que tiene en Estados Unidos y Europa. Desde mi teléfono móvil mando mensajes junto a las palabras start+ok+nombredeusuario+contraseña, sin dejar espacios, y terminan en la red. Es a ciegas pero así enviamos tweets los cubanos desde hace ocho años. Twitter es la manera más inmediata de llegar a la conciencia de la gente. Sean ustedes mismos, no importen consignas. Tengo más de 600 mil seguidores y para nosotros es una herramienta de supervivencia. Soy adoradora del pájaro azul desde que me salvó el 6 de noviembre de 2009: siendo bloguera fui a una protesta y una amiga, por prevención, dejó en la bandeja del teléfono el mensaje ‘estamos detenidos’. En el camino nos interceptaron tres hombres, nos insultaron y nos subieron a un automóvil. Uno me acostó en la silla de atrás y me puso la rodilla en el pecho. Mi amiga alcanzó a mandar el mensaje a y a los diez minutos el chofer recibió una llamada para que nos soltaran porque ya se sabía. Twitter se había movilizado para protegernos. Mi esposo retó públicamente a la policía para que le dieran el nombre del agente que me había detenido y por eso fue víctima de lo que en Cuba se llama ‘acto de repudio’: personas vestidas de civil manejadas por el gobierno rodean al protestante y lo señalan como mercenario. Gritan ‘la calle es de Fidel’. Dan la imagen de que es el pueblo el que recrimina pero es mentira. Lo mismo sucede cuando lanzan huevos contra la casa de la familia de alguna persona que abandonó el país. El blanco siempre es la familia. Afortunadamente la mía es pequeña; mamá, papá, esposa e hijo. Mis papás han perdido mucho por culpa mía y ni ellos ni mi hijo me lo han reprochado, han tenido que cargar una cruz. Y no es por el policía que nos mira desde la esquina sino por la vigilancia absoluta de tu vida, de cada llamada; vas a una playa y ves una cámara grabándote. Nos quieren destruir emocionalmente pero permanecemos unidos y el humor nos hace fuertes. La última vez que fui a un hospital, en 2009 por un problema de cuello, los médicos que me atendieron fueron entrevistados luego. Es tal cual la famosa película ‘La vida de los otros’. Igual en la web, porque el oficialismo ve a internet como un campo de batalla y cuenta con soldados dedicados a insultar, a ejecutar el asesinato de la reputación en los medios oficiales. Mi sistema de protección en cualquier caso es muy efectivo: tener siempre a la mano las cuentas de Twitter del papa, The New York Times, Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras, Comisión Interamericana de Derechos Humanos y cubanos en el exilio como Cubanet, Diario de Cuba, en España, desdecuba.com y Havana Times. Siempre los mantengo al tanto para que después no digan no sabíamos”.

¿Qué piensan jóvenes como su hijo y cómo será el postcastrismo?

“El problema es que mi generación fue formada para ser fanática y la de él es apática. Ya hay nativos digitales que me dan esperanza pero están escapando. Hasta ahora mi hijo no me ha dicho que quiera emigrar. Si un día me lo dice, le recordaré: ‘primero tu país, tus raíces’. El cambio tiene que venir ya o los perdemos. Es el momento histórico para quedarse. Cuba es un país de muchos viejos y pocos jóvenes. La natalidad es de 1,6 hijos por mujer, como Noruega, y hay tanta migración como en Haití. No sé cómo será la transición. Los analistas predicen algo parecido al modelo ruso actual de libre mercado y control político. No creo que funcione porque somos un país muy occidental. En Cuba ya no hay ideologías sino un totalitarismo aguantando sus excesos obscenos en el poder. Hay que esperar el fin biológico de los Castro. Creo que luego vendrá un consumismo feroz de sustituir consumo por libertad. Esa será la herencia del castrismo. Vienen tiempos difíciles y de lo que hagamos o dejemos de hacer dependerá que nos vuelvan a secuestrar. Hay dolor acumulado y so puede ayudar a la transformación pero me da temor pensar que de allí pueda surgir el próximo carismático que nos someta otros 50 años”.

¿Usted ha pensado en irse o en quedarse y aspirar a ser presidenta?

“No y no. Seguiré siendo una persona incómoda aunque la mayoría de cubanos prefiere enfrentar un tiburón en el estrecho de La Florida que a un policía en la calle. Me veo en el espacio multimedia porque el rol de los periodistas independientes va a ser trascendental, no sólo en la narración del presente sino del pasado que nunca nos han contado. Algunos me dicen: ‘vas a ser presidenta de Cuba’, y no me preocupa porque sé que no será así, lo que me preocupa es que a mi nombre se siembren falsas expectativas. No creo en la política porque me gusta decir lo que realmente pienso. Quiero que el próximo presidente esté ahora jugando béisbol en una esquina y nadie sepa quién es”.

¿Qué opina de los diálogos del gobierno de Colombia y las Farc en La Habana?

“Los cubanos queremos que haya paz en Colombia, pero nos preguntamos ¿cómo Cuba hace de garante de un proceso de paz en el que un Estado negocia con un grupo armado mientras nuestro gobierno ni siquiera oye a la oposición? Es un contrasentido”.

***

Otros movimientos cubanos de oposición, según Yoani Sánchez

 

Unión Patriótica de Cuba: “Nació en Santiago de Cuba, en el oriente, y la dirige José Daniel Ferrer. Escucharemos mucho su nombre en el futuro porque es un líder que maneja discurso-acción y es muy reconocido en redes sociales.

Guillermo Fariñas: “El hombre de la huelga de hambre de los 104 días. Gracias a él 75 personas salieron en libertad y ganó el Premio Sajarov”.

Las damas de blanco: “Marchan todos los domingos en cabeza de Berta Soler”.

Cubalex: “Nació en 2010”.

Laritza Diversent: “Una líder en la isla y a quien hay que llamar primero si uno es arrestado”.

Consenso Constitucional: “Grupo de abogados que quieren cambiar la Constitución, en cabeza de Manuel Castro Morúa”.

Juan Antonio Madrazo: “Activista por la integración racial entre negros y blancos”.

Pedro Campos: “Comunista raulista, pero antifidelista. Quiere hacer el cambio desde dentro del comunismo”.

Dagoberto Valdés: “Es de Pinar del Río, director de la revista Convivencia, dedicada a formar ciudadanos, porque no somos ciudadanos ni nos comportamos como tal. Él nos dice: ‘tú piensas, tú opinas, tú puedes elegir al próximo presidente’”.

 
 
*Invitado a la Universidad Central Europea por Open Society Foundations y la Escuela de Políticas Públicas a dictar un taller de narrativa para investigadores de derechos humanos.

 

Por *Nelson Fredy Padilla, Budapest

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