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De colombianos, abstenerse

Hace cerca de un mes, un cartel en la puerta de un restaurante en el barrio de Congreso, en la capital argentina, sorprendió a quienes transitaban por esta congestionada zona del centro porteño.

Nicolás Cuéllar Ramírez / Buenos Aires
29 de mayo de 2013 - 10:00 p. m.

Escrito a mano, con tinta roja y pegado en una de sus ventanas, decía: “No se aceptan colombianos”. Las protestas no se hicieron esperar y el hecho cobró visibilidad luego de que los afectados denunciaran por xenofobia a la dueña del local. Aunque el cartel fue retirado, la encargada del restaurante manifestó, molesta, que se reservaría el derecho de admisión: la razón eran los robos que había sufrido por parte de delincuentes colombianos.

Claudia Quintero, quien lideró las protestas y encabeza varias acciones legales para proteger a víctimas de xenofobia, explica que el caso de Congreso sirvió para darle visibilidad a un tema que, según ella, parece crecer con el tiempo. Cita varios casos de discotecas que prohiben la entrada, así como anuncios de alquiler y ofertas de empleo que piden a los colombianos abstenerse.

Los hechos delictivos que se han presentado en el país en los últimos tres años, y que han tenido a colombianos como protagonistas, han influido no sólo en la percepción de la gente, sino en la misma aplicación de las leyes por parte de los organismos de seguridad del Estado.

En el norte del país, en las fronteras, los controles se hacen férreos, pues las autoridades saben que es la zona de entrada de mulas del narcotráfico, delincuentes e inclusive redes de trata de personas. “La verdad es que está muy fuerte el problema del narcotráfico con los colombianos”, dice una detective chilena en San Pedro de Atacama.

En Buenos Aires, por su parte, las quejas de colombianos se centran ahora en el maltrato recibido al llegar al aeropuerto de Ezeiza, así como con los oficiales de la Oficina de Migraciones. Es el caso de Iván Rodríguez, quien viajaba a realizar estudios de pregrado en la Universidad de Palermo, a mediados de marzo. Al pasar por migraciones fue retenido y llevado a interrogatorio. A pesar de contar con los papeles en regla y la carta de invitación de la universidad, le prohibieron la entrada al país. El oficial de migraciones que lo interrogaba alcanzó a decirle que los colombianos que viajaban a Argentina, sólo lo hacían “para robar y matar”.

Ofuscado, a su regreso a Colombia intentó buscar ayuda en la Embajada de Argentina y en la Cancillería, sin encontrar respuesta. Intentó de nuevo viajar al país austral, esta vez sin complicaciones. Sin embargo, aún no ha podido regularizar su estatus migratorio, por tener un “expediente abierto”. Un caso similar es el de Carolina Acevedo*, estudiante de leyes en la Universidad del Rosario, quien llegó a Buenos Aires a hacer un intercambio. Hace tres años que vivía en Argentina, donde terminaba sus estudios. En diciembre de 2012 regresó a Colombia para pasar las fiestas de fin de año con su familia y en febrero, al regresar a Buenos Aires, fue detenida en Ezeiza. “Me retuvieron 36 horas hasta deportarme”, cuenta hoy desde Bogotá. Durante su retención logró hablar con una policía, que le dijo: “hay orden de ser restrictivos con los colombianos”.

Carolina e Iván, junto a otras cinco personas, presentaron un amparo colectivo ante la Embajada de Argentina, la Cancillería y la Oficina de Migraciones, sin contar aún con respuesta. Desde la Embajada colombiana en Buenos Aires admiten un aumento en el número de denuncias de casos de discriminación en los puestos de control migratorio. Sin embargo, no se ha podido constatar ningún acto concreto de xenofobia. Admiten que sí ha habido un cambio en la aplicación de las normas migratorias, que es lo que al parecer ha afectado a quienes viajan a Argentina. “Las normas ya existían, pero el gobierno argentino, era muy laxo con su cumplimiento”, afirmó una fuente oficial.

BUENOS AIRES

 

Por Nicolás Cuéllar Ramírez / Buenos Aires

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