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La despedida simbólica de Rousseff

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aprovechó el que podría ser su último gran acto masivo antes de dejar su cargo para anunciar un reajuste del 9 % en Bolsa Familia, el programa social símbolo de la era del PT, además de nuevas fases del programa de vivienda Minha Casa, Minha Vida y ventajas fiscales para clases medias y bajas. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva no hizo discurso público para, según fuentes del Gobierno, “no quitar protagonismo” a Rousseff.

Flávia Marreiromarina Rossi
03 de mayo de 2016 - 04:31 a. m.

El día 11 de mayo está prevista la votación del proceso de destitución en el Senado, que probablemente suspenderá temporalmente a la presidenta y abrirá camino para que el vicepresidente, Michel Temer, asuma el cargo. Los senadores tendrán entonces 180 días para analizar las acusaciones contra Rousseff —hasta el momento, se resumen en delitos fiscales— y votar a favor o en contra de la destitución definitiva.

El acto del domingo en São Paulo era, como siempre, una marea roja (el color del PT), pero la asistencia fue menor que en otras manifestaciones de semanas anteriores y se respiraba un cierto aire melancólico. Rousseff, de blazer rojo, subió al palco para repetir que no está acusada de corrupción y que los delitos fiscales de los que se la acusa los cometieron también sus antecesores. “Este golpe no es sólo contra mí y contra la democracia, es contra las conquistas de los trabajadores”, subrayó, en referencia a posibles cambios en el salario mínimo y las pensiones. “Voy a resistir y luchar hasta el fin. Estoy aquí el 1º de mayo porque es un día de resistencia”, afirmó Rousseff. “Se trata de defender un proyecto que votaron 54 millones de personas”.

Los reajustes de Bolsa Familia y las tributaciones de clases desfavorecidas anunciados por Rousseff se han topado hasta ahora con la resistencia por parte del Tesoro brasileño, dada la mala situación de las cuentas públicas, pero la evaluación política concluyó que eran necesarias como gesto de despedida de Rousseff.

En el caso de Bolsa Familia, hay muchos especialistas que defienden la corrección, debido a la inflación del 10 % que viene afectando a Brasil en los últimos dos años. El programa, del que se benefician 13,8 millones de familias y es uno de los responsables de la reducción de la pobreza en el país desde la década pasada, no se reajustaba desde mayo de 2014. Creado en 2005, el programa se transformó en un puente entre el PT —un partido mayoritariamente de clase media y fuerzas sindicales— y los más pobres.

La consagración de Lula en la Presidencia hizo que uno de los ideólogos del partido, André Singer, bautizara el fenómeno como “lulismo”.

Irónicamente, la defensa contra la destitución (impeachment), que el partido y sus aliados clasifican como “golpe”, por juzgar que las acusaciones contra Rousseff son demasiado frágiles, ha servido como principal galvanizador de las izquierdas en torno al PT de nuevo.

Desde el mes pasado, los líderes del PT y sus seguidores reúnen a miles de personas en la calle en defensa del Gobierno. A pesar de ser menores que las multitudinarias marchas a favor del impeachment, demuestran que todavía tienen poder de movilización.

Como dijo en una entrevista a El País el mes pasado el historiador José Murilo de Carvalho, el PT en crisis, a fin de cuentas, se puede beneficiar del impeachment. “El partido alegará, como ya hace, que ha sido víctima de un golpe, atacará virulentamente, como sabe hacer, al nuevo Gobierno, se librará de Rousseff y de los estragos que ha hecho en la economía y se dedicará a recuperar la credibilidad”.

Por Flávia Marreiromarina Rossi

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