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El desgobierno llama a las puertas ¿Qué sigue en Venezuela?

La pírrica victoria electoral de Nicolás Maduro plantea sobre el proyecto bolivariano un preocupante halo de incertidumbre.

Jerónimo Ríos Sierra*
18 de abril de 2013 - 06:37 a. m.
 Una mujer camina frente a un muro con un graffiti del fallecido Hugo Chávez y el actual presidente venezonlano Nicolás Maduro. / AFP
Una mujer camina frente a un muro con un graffiti del fallecido Hugo Chávez y el actual presidente venezonlano Nicolás Maduro. / AFP

Dada la paridad en los resultados y el no reconocimiento de Henrique Capriles a los resultados ofrecidos, el desgobierno, la desconfianza y el encono social llaman nuevamente, si cabe con más fuerza, a las puertas del nuevo gobierno electo.

Lo normal, y lo cual dará lugar a un período de tensión y conflictividad que puede durar semanas, fue que la Comisión Nacional Electoral reconociera la victoria de Maduro. Asimismo, paulatinamente, los países de la región, primeramente los más beneficiados por la iniciativa de Petrocaribe así como los socios del ALBA y UNASUR, y poco a poco el resto de la comunidad internacional vaya pronuciándose en favor del llamado a continuar el legado chavista.

Sin embargo, los problemas de gobernabilidad que se presentan en el horizonte inmediato para Maduro son de una enjundia más que relevante.

Debe partirse de que en tan sólo un mes y con únicamente diez días de campaña electoral –teniendo a su favor toda la maquinaria oficialista del chavismo– ha desperdiciado una ventaja que sobrepasaba, de partida, los quince puntos porcentuales. Esto, cuando menos, plantea cuestionamientos importantes no solo a su propio liderazgo y carisma sino también a un proyecto bolivariano que, quizá, dependía mucho más del liderazgo carismático de Chávez de lo que algunos podíamos pensar.

La agenda política requiere de afrontar problemáticas que irresolutas, cuando no desatendidas por Chávez, a Maduro le van a exigir una intervención sobre el inmediato plazo. La inseguridad, es la preocupación más importante para el 70% de los venezolanos dentro de un país donde se cometen más de 5 secuestros diarios –mayormente de modalidad exprés– y 38 homicidios. De igual forma, los problemas de inflación y de déficit fiscal, tras los cuales se encuentran las dos recientes devaluaciones del bolívar no pueden sino acrecentar un malestar sobre el que se pueden superponer otras cuestiones como el desabastecimiento o los problemas energéticos.

El proyecto bolivariano dio luz a millones de excluidos, marginados por el Estado venezolano. Diseñó un programa de conquistas sociales, educativas, sanitarias y alimentarias que merece ser reconocido pero que, de igual manera, se construyó desde el endeudamiento económico y, lo más grave, desde la polaridad y la construcción de una narrativa de lucha de clases que ha conducido a la construcción de un pueblo enfrentado a partes iguales.

No parece que por sus palabras, Maduro vaya a tener muy en consideración a la oposición caprilista. Tampoco, que el proyecto bolivariano en sí incorpore nuevas dinámicas y actores ajenos a su esencia. Ello, unido a la falta de reconocimiento y legitimidad que proviene de la oposición parece que, indefectiblemente, dé lugar a un escenario ingobernable, de incremento en cuanto a la confrontación de dos Venezuelas encontradas, abocadas a la ingobernabilidad del país. Las próximas elecciones municipales, previstas para este año y más allá, el asegurado refrendo revocatorio de 2016 determinarán, sin duda, el futuro del chavismo.

*Investigador en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (@Jeronimo_Rios)

Por Jerónimo Ríos Sierra*

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