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El nuevo Canal de Suez: ¿Un regalo de Egipto al mundo?

Se trata de una fase de un proyecto para crear un complejo industrial y portuario que generaría al menos 400.000 nuevos empleos.

María Cecilia Angulo Martínez* / Especial para El Espectador, El Cairo
11 de agosto de 2015 - 03:58 a. m.

En Egipto se está celebrando uno de los eventos más esperados desde la posesión del presidente Abdel Fatta-Al Sisi: la inauguración del nuevo Canal de Suez, anunciado por el gobierno hace un año.
 
Todos aquellos que visiten Egipto durante estos días obtendrán, estampada en su pasaporte, una imagen de dos barcos navegando paralelamente el canal, acompañada de una leyenda que versa: “El regalo de Egipto al mundo”.
 
La construcción del “nuevo Canal” fue un proyecto ambicioso que Al-Sisi prometió cumplir en doce meses, muy a pesar de que expertos en la materia lo creyeran imposible. Duras jornadas de trabajo llevadas a cabo por más de 43 mil trabajadores, sumadas a los 8,5 billones de dólares que costó el proyecto, permitieron que el exjefe de las Fuerzas Militares cumpliera una de sus promesas.
 
No obstante, esta es sólo una fase del proyecto, que tiene como meta transformar la zona del Canal de Suez en un complejo industrial y portuario que busca generar al menos 400.000 nuevos empleos, según fuentes del gobierno.
 
El proyecto consistió en la construcción de un nuevo canal de 34 kilómetros, paralelo al existente, que recordemos conecta el mar Mediterráneo con el mar Rojo y que permitirá el paso simultáneo de embarcaciones en ambas direcciones. Igualmente, fueron dragados y ampliados 37 kilómetros del antiguo canal, que permitirá el tránsito de embarcaciones de mayor tamaño y que según varios analistas traerán unas ganancias para Egipto de aproximadamente 13,5 billones de dólares anuales para el 2023, comparados con las ganancias de cerca de 5 billones de dólares que actualmente genera. 
 
Este ha sido un proyecto muy debatido en El Cairo, no sólo por los círculos políticos y económicos, sino también por la gente del común. Para algunos académicos como Adel Beshai, de la Universidad Americana de El Cairo, el proyecto resulta un paso vital para la recuperación económica de Egipto, en la medida en que gran parte del proyecto fue financiado por los mismos ciudadanos egipcios. Cerca de 8,1 billones de dólares fueron recolectados por el gobierno mediante la venta de certificados de inversión.
 
Según Mohab Mamish, presidente de la Autoridad del Canal de Suez, este proyecto, sin duda, permitirá la navegación de barcos de mayor tamaño y reducirá el tiempo de tránsito que tenían que esperar las embarcaciones en los trazos más estrechos del canal, donde sólo podía navegar un barco a la vez. Ahora, en vez de gastar cerca de doce horas, las embarcaciones se tomarán aproximadamente tres horas, lo que, según él, se traduce en ganancias para Egipto.
 
A pesar de ello, existen todavía dudas sobre los beneficios tangibles del proyecto. Los menos optimistas aseguran que si bien el nuevo canal generará algunas utilidades, estas se encuentran lejos de alcanzar las cifras anunciadas por el gobierno. Independientemente de las indiscutibles mejoras hechas y teniendo en cuenta que la mayoría de embarcaciones que transitan el canal lo hacen entre Europa y Asia, hay otros factores como el comercio internacional, los precios del petróleo y la situación económica de China que tendrán un impacto impredecible en las ganancias que recibirán los egipcios. 
 
Según expertos económicos, para que la ampliación del canal genere los resultados anunciados por el gobierno se requiere que la economía de la zona crezca en un 9% anual aproximadamente y esta es una cifra poco realista considerando que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento económico de la región se mantendrá en un 4% durante los próximos años. 
 
Para otros analistas, este fue un proyecto innecesario, pues no existía una demanda que exigiera la ampliación del Canal de Suez, que a duras penas genera las utilidades que debería, luego de la crisis financiera de 2009. Desde esta fecha y según algunas fuentes, el número de embarcaciones ha disminuido en un 20% comparado con el año inmediatamente anterior. 
 
Por otro lado, el éxito del proyecto está ligado a la seguridad de la zona este del canal, desestabilizada a causa de los ataques perpetrados por grupos islamistas radicales que buscan afectar la economía de Egipto y empañar la gestión del actual gobierno. Además, como respuesta a los hechos de julio de 2013 que dieron como resultado la destitución del presidente islamista Mohamed Morsi, primer mandatario elegido democráticamente en toda la historia de este país. 
 
Es por ello que los resultados del proyecto también dependen de cómo el actual régimen reaccione frente los hechos terroristas que aun mantienen a la comunidad internacional, y en especial a los inversionista extranjeros, escépticos frente al futuro de Egipto. Los recientes ataques contra las fuerzas militares al Norte de la Península del Sinaí y el atentado al Consulado de Italia en el centro de la ciudad de El Cairo muestran que Al-Sisi aun no controla la totalidad del territorio egipcio.  
 
Cabe destacar que el proyecto también cuenta con detractores, para quienes esta parafernalia se trata solamente de una estrategia política para legitimar al gobierno. La intensa campaña propagandística que el gobierno ha liderado podría probar esa hipótesis. Las calles de El Cairo fueron empapeladas una vez más con pasacalles de gran tamaño en agradecimiento al presidente Al-Sisi por “devolverles la dignidad a los egipcios”, mientras que en la televisión y en la radio se transmitieron emotivos videos alusivos al nuevo proyecto del canal, muchos de los cuales, cabe señalar, fueron patrocinados por las Fuerzas Militares.
 
Aunque resulta prematuro hablar de resultados, está claro que el presidente Al- Sisi ha impresionado al mundo y a sus oponentes al llevar a término el proyecto en tan corto tiempo. De ser exitosa, esta obra podría consolidarlo en el poder por varias décadas, tal y como sucedió con Gamal Abdel-Nasser, quien inauguró durante su gobierno la gran represa de Asuán, una megaobra que trajo beneficios económicos para Egipto y por la que aún se le recuerda.
 
Resulta paradójico que durante su campaña presidencial, Al-Sisi fuera comparado en varias ocasiones con Nasser como aquel líder carismático que llegaría al poder para restaurar la confianza y la identidad de los egipcios. Al igual que Nasser, el actual presidente egipcio puso la mirada en el canal, cuya importancia geopolítica no se puede dejar de lado. Recordemos que fue Nasser quien en 1956 nacionalizó el Canal de Suez, el cual se encontraba bajo la autoridad de Gran Bretaña y Francia, convirtiéndolo en uno de los símbolos políticos más importantes de este país árabe, representación del orgullo y la soberanía de Egipto.
 
Es así como una vez más se observa a los cairotas enarbolando la bandera egipcia y como siempre celebrando una victoria antes de haberla ganado. Las calles decoradas con luces y el reloj de cuenta regresiva instalado en la emblemática plaza Tharir dan la impresión de que todo Egipto apoya la gestión de Al-Sisi. Sin embargo, la realidad es diferente, muchos hoy gritan en las calles “el canal nos pertenece”, pero mientras esto no se traduzca en mejores condiciones de vida para los egipcios, no habrá cambio ni estabilidad en Egipto.
 

*Politóloga de la Universidad del Rosario. Exanalista política en la Embajada de Colombia en El Cairo.
 

Por María Cecilia Angulo Martínez* / Especial para El Espectador, El Cairo

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