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Espiando a América Latina

Según el periódico ‘O Globo’, Estados Unidos vigiló a Venezuela, Colombia y Brasil en temas militares y secretos comerciales.

Redacción Internacional
09 de julio de 2013 - 10:21 p. m.
Activistas protestan en Alemania por el silencio frente al caso Snowden. / AFP
Activistas protestan en Alemania por el silencio frente al caso Snowden. / AFP
Foto: AFP - KAY NIETFELD

La aparición de nuevas denuncias sobre espionaje de Estados Unidos a países de América Latina y la confirmación oficial de que el excontratista de la CIA Edward Snowden habría aceptado el asilo ofrecido por Venezuela, según Alexéi Pushkov, jefe del Comité de Exteriores de la Cámara de Diputados de Rusia, pone a la región y a Washington en una posición difícil. “Esta situación demuestra que no hay ningún recato cuando se trata de cumplir normas internacionales. Es inaceptable que todos los países seamos vigilados, seamos espiados”, dijo el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, y agregó que “pronto se conocerá sobre prácticas de espionaje que tienen como finalidad desestabilizar gobiernos, algo que no podemos permitir”.

Según reveló el periódico brasileño O Globo, la red de espionaje estadounidense denunciada por Snowden se expandió por toda América Latina y tuvo un especial foco en Brasil, México y Colombia. El diario reveló documentos en los que se revela que “Estados Unidos no se interesaba sólo en asuntos militares, sino también en secretos comerciales”. Por ejemplo, dice el periódico, mientras en Colombia vigilaban “los movimientos de las Farc”, en Venezuela el espionaje se dirigió al sector de petróleo y la energía.

También revela que, así como hubo una “base de espionaje” que operó en Brasilia, funcionaron otras similares en Caracas, Bogotá, Ciudad de Panamá y Ciudad de México, que habrían operado hasta 2002 y de las cuales no existen pruebas de que hayan vuelto a hacerlo desde entonces, apunta O Globo. Asimismo “fueron espiados en forma constante, aunque con menor intensidad, Venezuela, Argentina, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Paraguay, Chile, Perú y El Salvador”.

Brasil y Ecuador ya anunciaron que llevarán el caso a Naciones Unidas. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, declaró: “Vamos a presentar la propuesta a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, pues uno de los preceptos fundamentales es la garantía de la libertad de expresión, pero también de los derechos individuales, principalmente el de la privacidad, que también está garantizado en nuestra Constitución”.

Ecuador dijo que este asunto deberá ser tema de debate en la próxima Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre, en la que debe hacerse un llamado de atención a los países que “hayan estado violando de manera tan desvergonzada los derechos humanos de todos los ciudadanos, al estarlos ‘hackeando’ durante años sin que ello tenga nada que ver con el terrorismo”.

Analistas consultados consideran que con países como Colombia y Brasil —que ya dijo que sus relaciones con Washington no se verán afectadas por estas revelaciones— no habrá problemas. “Pero con la izquierda latinoamericana las cosas podrían complicarse aún más, pues las relaciones con Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador viven de roce en roce”, explica el analista Peter Seronal desde Washington.

¿Qué pasaría entonces si Snowden llega a Venezuela? Según Daniel Franco, profesor venezolano, la salida del exagente de Rusia no será tema fácil. “Según las leyes venezolanas, la solicitud debe ser transmitida a la Comisión Nacional para los Refugiados, que podría tardar hasta 90 días en decidir, y durante este tiempo las normas no estipulan otorgar un salvoconducto para que el asilado pueda viajar. Y si luego de todo eso logra subirse a un avión que lo traiga, su aeronave podría ser blanco de las mismas dificultades que la del presidente de Bolivia”, explica.

Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano en Washington, dice que si Snowden logra llegar a Venezuela las relaciones se volverían más tensas y complicadas y no habría un prospecto de mejoría con el gobierno de Nicolás Maduro. “Las consecuencias para las relaciones bilaterales serían muy graves, aunque no llegarían a tocar el tema del petróleo, pues Obama no tomaría decisiones tan drásticas”, agrega.

Por Redacción Internacional

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