A pesar de que no podrá aspirar a la reelección para un cuarto periodo consecutivo, el presidente boliviano Evo Morales anunció que continuará con su proyecto político hasta 2020, cuando dejará su cargo marcando el récord como el gobernante con mayor tiempo al frente de su país.
Morales fue todo un fenómeno político en Bolivia. Venció en tres procesos electorales consecutivos a pesar de que la población indígena, que en un principio lo apoyó de manera masiva, paulatinamente le quitó su favorabilidad. En las últimas semanas la situación se complicó para el mandatario indígena, acusado de favorecer con millonarios contratos a la empresa china CAMC, en la que su expareja Gabriela Zapata trabaja como gerente comercial. También se vio golpeado por un escándalo que involucra a líderes campesinos, algunos cercanos a él, investigados por un fraude de 2,5 millones de dólares a un fondo de fomento. Morales atribuyó su derrota a “una guerra sucia en las redes sociales”, donde los casos mencionados se hicieron muy visibles.
No obstante, si se compara con otros candidatos, Morales mantiene el respaldo general del sector indígena y campesino. Su situación en este sentido es distinta a la de otros líderes de la llamada “Nueva Izquierda Latinoamericana” o el “Socialismo del siglo XXI”, que han sufrido duras derrotas políticas en Argentina y Venezuela. Morales, a pesar de que no se podrá reelegir, mantiene un respaldo popular de al menos la mitad de la población, tiene mayoría en la Asamblea Legislativa para garantizar sus reformas, y está respaldado por un manejo económico responsable que ha impulsado al país a crecer en torno al 5% anual, más que sus vecinos.
A pesar de las críticas por parte de la oposición y a los escándalos que estallaron en los últimos meses, que fueron calificados como una “guerra sucia” por parte del presidente, es innegable que una década el gobierno de Morales trajo una enorme transformación al país suramericano. Evo llegó al poder tras el derrumbe del sistema de partidos “neoliberales” y con la promesa de “refundar el país”. Aunque el concepto de refundación es discutible, no se puede negar que promovió el mayor cambio social y económico de Bolivia en su historia reciente. Después de una década de Morales en la presidencia, Bolivia hasta cambió de nombre –pasó de República a Estado Plurinacional- y ahora tiene un nuevo modelo económico basado en la extracción nacionalizada de gas, una prosperidad difundida en diferentes sectores sociales, así como mejores relaciones interétnicas y estabilidad política.
Eso le permite a Evo plantear la continuidad de su proyecto político. El no a la reforma constitucional no le impide continuar con su línea de gobierno durante los cuatro años que le quedan. En el mismo discurso en el que reconoció su derrota electoral, el presidente advirtió que sólo él y su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), garantizan soberanía económica y política para el pueblo boliviano.