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La fragilidad del poder ruso

Desde que llegó Vladimir Putin al poder se hablaba de una estabilidad a prueba de todo.

Mauricio Jaramillo Jassir*
18 de abril de 2013 - 07:02 p. m.
Vladimir Putin presidente de Rusia. / AFP
Vladimir Putin presidente de Rusia. / AFP

Esta semana se dio a conocer lo que para algunos constituía una hecho poco previsible: una división importante en el seno del poder ruso, que por años había gozado de estabilidad casi perfecta gracias a la alianza Vladimir Putin y Dimitri Medvedev. Una unidad que comienza a fisurarse con efectos sobre la estabilidad del régimen.
El hecho debe llamar la atención porque hasta ahora Rusia, por lo menos hacia afuera, había reflejado una estabilidad a prueba de fuego desde la llegada de Vladimir Putin. Su papel había sido trascendental, luego del desastroso gobierno de Boris Yeltsin encargado de manejar la transición desde una democracia popular con un control absoluto del estado en la economía como sucedía con la extinta Unión Soviética, hacia un sistema liberal económico y político (este último en apariencia).

La agencia de noticia Life News ha puesto a circular en internet un video en el que Putin regaña airadamente a los ministros del premier Medvedev, en un claro ataque contra el gobierno. En consecuencia, los medios de comunicación rusos hablan de un enfrentamiento patente entre el jefe de gobierno y el de Estado.

La furia de Putin que lo llevó a semejante reclamó se explicaría por la falta de compromiso para materializar promesas durante la campaña electoral de 2012. Incluso, el presidente ruso evocó la posibilidad de que dichos ministros renunciaran. Por supuesto, el llamado de atención significaría que detrás del gobierno ruso sigue estando Putin y confirmaría la debilidad de Medvedev.

A pesar de todo, las autoridades de Moscú han negado dicha confrontación, mientras que el video continúa orbitando en internet como prueba del poder efectivo de Putin y de un gabinete atrapado en medio de la rivalidad entre jefe de estado y de gobierno.

Entretanto, la Duma (aparato legislativo ruso) prepara una jornada de rendimiento de cuentas para Medvedev, entre otras cosas, porque algunos ministros se habrían opuesto a la ley impulsada por Putin que prohíbe a estadounidenses adoptar a niños rusos. Norma polémica porque se trataba en buena medida de niños de difícil adopción por presentar VIH positivo, o padecer trisomía o parálisis cerebral. Vale recordar que el año pasado a través de la Ley Dima Iakovlev, en honor de una niña rusa muerta por negligencia de sus padres adoptivos en Estados Unidos, el legislativo adoptó dicha norma por el impulso del Kremlin.

El desgaste del poder de Putin y Medvedev es cada vez más fehaciente. No resultaría extraño que para generar mayores niveles de cohesión, el gobierno disponga de alguna acción en política exterior como la negativa a la adopción o la incursión en Georgia en 2008. Más allá de lo que se decida para hallar dichos consensos, la idea de una Rusia que está llamada a cambiar gana terreno.

*Profesor Universidad del Rosario

 

Por Mauricio Jaramillo Jassir*

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