Publicidad

Idilio en la frontera

La rutina que se vive en el puente internacional, cambió por completo.

Germán Gélvez
28 de diciembre de 2010 - 09:58 p. m.

Ese lugar, conocido como una de las pasarelas del contrabando, donde desfilan los costales de fique, las cajas de cartón y los hombros sudorosos que pasan mercancías, cambió de la noche a la mañana y apareció vestido como para un gran matrimonio. Varias toldas adornadas con cortinas blancas y una alfombra verde sobre la línea que marca el límite o la unión de dos naciones. Whisky sobre las mesas, pasabocas, ramos de flores, un par de asientos de corte antiguo y 80 más, comunes y corrientes. Un estrado, un micrófono, altas personalidades bien vestidas y muchos fotógrafos.

La ceremonia empezaba a las 9 de la mañana, sin embargo, la pareja se tomó unos minutos de tardanza, aprovechados para sincronizar el protocolo. Cada invitado llegaba buscando el papelito que tuviera su nombre para sentarse allí. Alfonso López Michelsen fue el primero. Le siguieron, nuestro canciller Julio Londoño Paredes, embajadores, ministros, gobernadores… En fin, altos funcionarios de Colombia y Venezuela. Por último aparecieron ellos, con el magnetismo  de los mandatarios  y sus respectivos ministros de defensa.

Las comisiones

Carlos Andrés Pérez y Virgilio Barco se encontraron en la mitad del puente, se palmotearon los hombros y luego procedieron a consumar su “Declaración de Ureña”, designando los miembros de las comisiones, referentes al acuerdo suscrito el pasado 3 de febrero donde, a su vez, se revivió el tratado de No Agresión, Conciliación, Arbitraje y Arreglo Judicial de 1939, paso adelante en la búsqueda de una solución adecuada al conflicto limítrofe de los dos países.

Las designaciones se escucharon con sonido amplificado. Por Colombia, el ex presidente López Michelsen y Diego Cordovez, ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador. Por Venezuela René Solá, presidente de la Corte Suprema de Justicia, y Luis Echeverría, ex presidente de México. Y después de las consultas apropiadas, acordaron designar a don Adolfo Suárez ex presidente del Gobierno español, como quinto miembro y presidente de la aludida Comisión Permanente de Conciliación.

De igual forma se protocolizó el nombramiento de altos comisionados encargados de hacer un inventario de los puntos a examinar para formular propuestas de tratamiento y solución: Pedro Gómez Barreto (embajador en el vecino país), Carlos Holguín Holguín, Rafael Pizani e Isidro Morales Pau. Además, se conformó otro grupo que tiene como tarea realizar convenios con el fin de impulsar el desarrollo económico en la zona de frontera, dando preferencia a proyectos como la generación de energía, la navegación por el río Orinoco, el manejo de la áreas urbanas – Cúcuta – Villa del Rosario – San Antonio del Táchira – Ureña  – intentando conformar un área metropolitana binacional; y el programa agroindustrial azucarero entre Norte de Santander y el estado Táchira. Una vez se hayan concluido los estudios de pre factibilidad, cada proyecto será  sometido a consideración de los dos gobiernos para “su bendición”.

“Un potencial inmenso de progreso”

Un fuerte aplauso. Los presidentes firmaron y en seguida Barco tomó la palabra. “Esta no es la primera vez que nos reunimos para avanzar en el ideal bolivariano. Recuerdo con especial entusiasmo aquella oportunidad, a comienzos del decenio de los sesenta, en que su esfuerzo y el mío fructificó en la llamada Acta de San Cristóbal, firmada por los presidentes Rómulo Betancourt y Guillermo León Valencia. Dicho documento fijaba un derrotero claro para la integración. Estoy seguro que 25 años después, saldrán fortalecidos y renovados los vínculos entre nuestras naciones (…). Con criterio simplista se ha querido reducir las relaciones entre nuestros dos países al manejo de las diferencias, olvidándose que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”.
(Barco leía el discurso en su particular estilo y Carlos Andrés lo escuchaba atento, con la mirada fija en la pata de la mesa)

“Colombia y Venezuela poseen un potencial inmenso común. Tenemos la responsabilidad histórica y la obligación política de que este potencial se concrete. La unidad se construye más sólidamente sobre iniciativas factibles que sobre declaraciones retóricas. Las ventajas de la frontera, si se administran adecuadamente, pueden convertirse en un estímulo poderoso para la inversión privada y pública, doméstica o extranjera, tal como viene ocurriendo en otros países como Argentina, Brasil y Uruguay (…) Estoy seguro que esta histórica esperanza nunca antes tuvo tantas posibilidades de hacerse realidad”.

“Manos a la obra”

Carlos Andrés Pérez fue mucho más emotivo. “Nos escucha la historia. Con usted, querido amigo Virgilio Barco, hace muchos años que nos conocemos, y hemos unido nuestra suerte a la lucha por las buenas relaciones entre nuestros pueblos. Pero si echamos página atrás, tenemos que reconocer con cierto dejo de pena, que es poco lo que hemos avanzando en nuestro compromiso. Hoy, abrigo esperanza de que empecemos a entregar soluciones a esta zona que la geografía nos unió y que la mano de los hombres ha separado. Tenemos que darle a la región fronteriza lo que se merece por derechos de sufrimiento, porque hasta ahora poco nos ha importado lo que viven estos pueblos. Hacer que aquí sea un orgullo vivir y no una vergüenza. Hemos visto casi con deslumbramiento cómo se han solucionado muchos conflictos en el ámbito mundial y nosotros no nos quedamos atrás en ese movimiento de paz. Nos estamos jugando nuestro destino. Manos a la obra es la consigna”.
Los presidentes resaltaron sus virtudes entre sí, se tomaron un tinto, y los presentes en esta reunión –donde la voluntad política y el optimismo estaban de “luna de miel” –, se sintieron protagonistas y testigos de un hecho verdaderamente trascendental de la historia. Así lo hacían creer la firmeza y seriedad con que se habló.  

Concluido el acto, los encargados del protocolo hicieron dos grupos. Al otro lado de la línea, los periodistas atendidos con refrigerios… Y de este lado, las personalidades, servidas con whisky, en reunión privada. Barco, Pérez, Suárez, Julio Londoño, etc., hablaron con placidez como si estuvieran sentados en la sala de una casa colonial. El ministro Manuel Jaime Guerrero Paz, estuvo particularmente jovial con su homólogo Italo del Valle, quien afirmó de paso: “Debemos buscar el entendimiento sin herir a nadie” (aunque los deportados sigan llegando a Cúcuta con muestras de tortura) Alfonso López dijo que el acuerdo no tiene un buen futuro “sino un buen presente” y nadie se cansó de repetir que todo se va a solucionar. Después de una hora, soltaron los brazos y se despidieron. El presidente de Venezuela tomó su ‘Limousine’ negra y Barco subió al Mazda plateado.

Entre Cucuteños

Antes de inaugurar tres kilómetros de autopista, Barco hizo detener el carro para saludar al pueblo. Una señora casi sufre un ataque de nervios porque él le preguntó que si las dos niñas – pálidas -, que sostenía en sus brazos eran hijas de ella. Otros aprovecharon para pedirle un estadio de fútbol y una plaza de mercado. Hubo un señor que lo dejó pasar sin extenderle la mano “Los cucuteños estamos desilusionados con nuestro paisano, si no fuera así, Cúcuta se hubiera volcado a recibirlo. Los que estamos aquí, al pie del puente, sólo esperamos que se termine esta reunión y abran la frontera para trabajar”.
A la 1: 30 pm. De aquel 28 de marzo Barco llegó al hotel El Samán. De almuerzo le sirvieron una parrillada y él la consumió, viendo flotar sobre una piscina globos amarillos y un arreglo floral que llevaba el conocido letrero del cambio en marcha. Tomó un descanso,  otro whisky… y luego partió a inaugurar la Clínica San José, institución privada. Una vuelta por el primer piso señor Presidente, una vuelta por el segundo, un discurso, una interpretación de las “Brisas en Pamplonita” con ritmo de órgano electrónico y hasta pronto señor Presidente. Luego visitó la Ciudadela del Calzado, donde dio los últimos pasos de su visita a Cúcuta, dejando en el ambiente fronterizo una esperanza de paz y progreso. Se comprometió de nuevo con su pueblo y con Carlos Andrés Pérez, hasta que las circunstancias los separen.
 

Por Germán Gélvez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar