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Legionarios de Cristo piden perdón

Un día después de que la ONU le pidiera al Vaticano entregar a los curas pederastas, esta comunidad pidió perdón por los “comportamientos graves” de su fundador Marcial Maciel.

El Espectador
06 de febrero de 2014 - 06:08 p. m.

El sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de la congregación ultraconservadora Legionarios de Cristo, fue acusado por ocho exmiembros de esa comunidad de haber sido víctimas de abuso sexual cuando eran adolescentes en Italia y España. Entonces Maciel negó las acusaciones de pederastia diciendo que era un complot en su contra. En todos los estrados judiciales donde intentaron llevarlo, sus abogados aseguraron que esto no era cierto.

En medio del escándalo, en 2004, el papa Juan Pablo II le dio su bendición con motivo de su aniversario de ordenación sacerdotal. Según una investigación ordenada por el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Benedicto XVI, Maciel tenía una doble vida: tuvo al menos cuatro hijos, era pederasta y drogadicto. Incluso lo señalan de haber plagiado el libro “El salterio de mis días”, lectura de cabecera de los Legionarios. Hay excolaboradores que lo han acusado de haber envenenado a su tío abuelo. Pero no solo eso. Las denuncias por abusos llegaron al Vaticano pero el entonces papa Juan Pablo II, gran protector de Maciel, las ignoró y siguió apoyando a Maciel.

En enero de 2005, los testimonios en su contra por abuso sexual crecían por lo que fue removido de su cargo y reemplazado por el sacerdote Álvaro Concuera. Ante la imposibilidad de invisibilizar una verdad que comenzaba a salir a flote, el papa Benedicto XVI le pidió, el 19 de mayo de 2006, que se retirara a “una vida de oración y penitencia”, ya que por su edad avanzada no le iban a abrir un proceso canónico, algo que frustró sus planes de ser proclamado “santo”, como era su propósito.

Desde ese día el cura pederasta se refugió en México, algo que ya no acalló el escándalo y provocó la indignación de las víctimas, que calificaron la medida como poco castigo para cientos de documentadas acusaciones de abusos sexuales en varios países. Maciel moriría poco más tarde, en enero de 2008, en Cotija (Michoacán, México). Pero el tema no murió y, al contrario, se convirtió en un verdadero infiero para el Vaticano. Ya no eran solo las víctimas sino abogados que comenzaron a reclamar compensaciones económicas por los abusos cometidos por Maciel. Las acciones judiciales no cesaron y el Vaticano debió ampliar las investigaciones a otras comunidades y otros curas.

Este miércoles sufrieron otro duro golpe. El Comité de la Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño criticó al Vaticano por no haber reconocido nunca "la amplitud de los crímenes" de abuso sexual contra niños por parte de sacerdotes y le acusó de adoptar "políticas y prácticas que llevaron a la continuación de los abusos y a la impunidad de los responsables".

Un día después del informe la congregación ultraconservadora Legionarios de Cristo, pidió en Roma "perdón" colectivo por "los comportamientos graves y objetivamente inmorales" cometidos por su fallecido fundador, el mexicano Marcial Maciel, condenado por abusos sexuales. Queremos expresar nuestro hondo pesar por el abuso de seminaristas menores de edad, los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros", sostiene en una petición oficial de perdón el movimiento católico, en la que expresa también su "solidaridad" con las víctimas.

La congregación, que inició a principios de enero en Roma una serie de reuniones extraordinarias para decidir su futuro, eligió como nuevo director general al mexicano Eduargo Robles Gil, de 61 años, uno de los miembros de la comisión de acercamiento a las víctimas de Maciel, fallecido en el 2008. Unos 60 delegados asisten a la asamblea extraordinaria de la congregación y llamada Capítulo General Extraordinario. Para muchos legionarios, sobre todo aquellos más jóvenes, urgía pedir perdón en forma colectiva a las víctimas de los abusos sexuales y psicológicos que Maciel impuso en 60 años de vida religiosa.

La histórica declaración, que contiene diez puntos, rompe en forma clara y directa con Maciel, reconoce como "incomprensible incoherencia" que se haya presentado por décadas como sacerdote y "reprueba firmemente" su comportamiento. En el comunicado, los legionarios reconocen que se trata sólo del "inicio de un camino" y aseguran que "nos queda mucho por hacer". "Todo esto exige no sólo un cambio de textos legislativos, sino una conversión continua de mente y corazón".
 

Por El Espectador

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