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Los generales de la CIA y sus laberintos

El comandante de las Fuerzas de Seguridad en Afganistán, John Allen, parece ahora formar parte del escándalo generado por la infidelidad del exdirector de la CIA, David Petreus.

Redacción Internacional
13 de noviembre de 2012 - 10:59 p. m.
En 2011, el presidente Obama (izq.) anunció los cambios (de izquierda a derecha): Leon Panetta sería el nuevo secretario de Defensa, David Petraeus nuevo director de la CIA y John Allen nuevo comandante en Afganistán.  / AFP
En 2011, el presidente Obama (izq.) anunció los cambios (de izquierda a derecha): Leon Panetta sería el nuevo secretario de Defensa, David Petraeus nuevo director de la CIA y John Allen nuevo comandante en Afganistán. / AFP

El general David Petraeus fue un militar ejemplar durante sus 37 años de servicio en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, un hombre con un currículum intachable, que portaba cuatro estrellas sobre sus hombros (el más alto rango). Su labor como general hizo al país “más seguro y más fuerte”, en palabras del presidente Barack Obama, y su reputación quizá lo obligara a asumir una responsabilidad que nadie le había exigido hasta hace pocos días: renunciar a su cargo como director de la CIA luego de que se conociera que su biógrafa, Paula Broadwell, se había convertido en su amante.

Petraeus consideró que el escándalo que hasta ahora comenzaba le impedía continuar al frente la agencia de inteligencia, una tarea que Obama le había encomendado en abril de 2011, cuando acababa de oficializar su retiro y dejaba atrás su última misión como comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF). Sin embargo, por estos días su dimisión fue sólo el paso inicial de una historia mucho más grande y truculenta y que ahora parece vincular también a otro general, John Allen, quien fuera su sucesor en Afganistán.

Dicha historia, que hasta ahora no parece tener un final cercano, comenzó con el retiro de Petraeus, cuando los medios de comunicación supieron acerca de unas filtraciones del FBI en las que se evidenciaba la aparente relación del general con Broadwell. Aparentemente Petraeus y su amante se comunicaban por la cuenta personal del general en Gmail, en la que compartían una contraseña para acceder al correo electrónico y dejarse mensajes. Los investigadores llegaron a descubrir este método debido a que aparentemente alguien estaba intentando infiltrar las comunicaciones del correo personal del director de la CIA. No se trataba de ningún espía, con el tiempo descubrieron que se trataba de Broadwell y los mensajes no estaban redactados justamente en el tono en el que usualmente hablaría un célebre personaje con su biógrafa.

Esa fue la chispa que prendió el tanque y al general no le que quedó otro camino que dimitir, mientras que ahora desde Washington se intenta restablecer el orden. No obstante, la investigación ha llegado más profundo: han aparecido dos nuevos actores en este episodio y todo parece indicar que el general John Allen enviaba correos “inapropiados” a otra mujer, Jill Kelley, una amiga cercana de Petraeus.

La inclusión de ellos dos no sólo complica la historia, sino que la hace más intrigante. El nombre de Jill Kelley se obtuvo después de que los investigadores comenzaran a desentrañar los correos electrónicos de Paula Broadwell. Los peritos, según las versiones de prensa, no sólo encontraron que la biógrafa era la amante de Petraeus, sino que además era celosa y posesiva, al punto de amenazar a Kelley —vía correo electrónico, claro— porque sospechaba que ella lo quería como alguien más que un amigo. La segunda mujer implicada conoció al general en 2008, cuando residía en la base aérea de MacDill (Tampa), en donde ella trabajaba como voluntaria. La amistad de ambos trascendió a sus familias, al punto que Petraeus era amigo también de su esposo, Scott Kelley.

Entonces el efecto dominó continuó y la investigación a las comunicaciones de Jill Kelley determinó que en su correo electrónico había recibido mensajes “inapropiados” del general John Allen, quien a partir de febrero de 2013 sería ascendido a comandante supremo de la OTAN. Ahora su nombramiento está en duda.

El escándalo hasta ahora deja muchas preguntas abiertas y cabos que a esta altura parecen muy difíciles de desenredar, todavía no se establece con claridad cuál era y por qué existía una relación entre el general Allen y Jill Kelley. La única explicación que por el momento se conoce es la de los esposos Kelley, quienes emitieron un comunicado en el que reconocían la amistad con la familia Petraeus y pedían que se respetara la privacidad de su hogar.

De Broadwell no se conoce palabra aún y se hace notar que está casada y tiene dos hijos. De Petraeus, la información va más allá de su renuncia y de la existencia de su esposa Holly y del debate político sobre sí la información a la que tenía acceso la biógrafa a través del correo del general podría haber puesto en riesgo la seguridad nacional.

Por Redacción Internacional

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