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Mauricio Macri, el Berlusconi argentino

Alcalde de Buenos Aires, millonario, empresario y expresidente del club de fútbol Boca Juniors aspira a suceder a Cristina Fernández de Kirchner. Las encuestas lo ubican en segundo lugar.

Redacción Internacional
24 de octubre de 2015 - 03:40 a. m.

Muchos en Argentina comparan al candidato presidencial Mauricio Macri con Silvio Berlusconi. Al igual que el ex primer ministro italiano, Macri es uno de los hombres más ricos del país, conservador (aunque en la campaña se movió más al centro) y expresidente de un poderoso equipo de fútbol: Boca Juniors. Ganó por goleada la Alcaldía de Buenos Aires, pero esta vez las encuestas señalan que el triunfo le será difícil, pues el candidato oficialista, Daniel Scioli, le lleva más de diez puntos de ventaja en la intención de voto. Sin embargo, explica la prensa local, la última palabra la dirán mañana los argentinos cuando acudan a las urnas, pues aún existe una posibilidad de una segunda vuelta, el próximo 22 de noviembre. Para esto se requiere que Scioli no le gane a Macri con el 45% de los votos o supere el 40% y a la vez le saque diez puntos de diferencia.

Macri es alcalde de la ciudad de Buenos Aires desde 2007. Fue reelegido en 2011 con el 64,25% de los votos. Llegó a la política luego de una exitosa gestión en la presidencia del club de fútbol Boca Juniors. Fue su padre, Franco Macri —fundador de un imperio familiar de industrias y servicios—, quien lo animó a dedicarse a la política y al fútbol. En 1995 se convirtió en presidente de su equipo, etapa en la que la escuadra logró 17 títulos y copas. “Lo que pude hacer en Boca me confirmó que tenía la capacidad”, aseguró Macri.

Envalentonado por esos pergaminos al frente del importante club, Mauricio Macri fundó en 2003 Compromiso para el Cambio, que sirvió de base para el origen de Pro (Propuesta Republicana), partido que creó junto con el exministro de economía argentino Ricardo López Murphy. Este partido conservador, sin embargo, debió aliarse con los radicales de Cambiemos en estas elecciones para asegurarse el voto de sectores más populares del país.

Macri fue puliendo su personalidad para postularse a empresas más grandes, desligado de los negocios familiares, que no administra desde 1990. Cambió su apariencia, su forma de vestir y de hablar. Ya no usa traje y corbata, se quitó el bigote y modificó el tono nasal y poco entendible vinculado con las clases acomodadas para dedicarse de fondo a la política. Tras diez años a cargo de la ciudad de Buenos Aires, intentó disputarle la Presidencia en 2011 a Cristina Fernández, pero sus asesores lo convencieron de aplazar sus intenciones presidenciales cuando la candidata ya no fuera Kirchner. La estrategia parece no haberle dado resultado, pues el candidato oficialista sigue en primer lugar en las encuestas.

Se hizo llamar Mauricio para evitar la carga negativa del apellido de su padre, aunque de nada sirvió. Hoy su campaña se concentra en su apellido: Macri. Lo que sí moderó fue su discurso crítico de la gestión kirchnerista. Dijo en algún momento que acabaría con varios programas sociales impulsados por los Kirchner, algo que pronto corrigió por la lluvia de críticas que recibió.

Tras 12 años de kirchnerismo en el poder y ocho de gestión presidencial, Cristina Fernández dejará la Casa Rosada con una gestión llena de claroscuros. Abrazada a la bandera de los derechos humanos, Fernández mantuvo el compromiso de su esposo y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner, de sentar en el banquillo a los represores de la dictadura militar. Profundizó la política social de Kirchner con iniciativas como la “asignación universal por hijo”, de la que se han beneficiado millones de personas, pese a que ha supuesto altísimas partidas de subsidios y que, según la oposición, tiene también fines de clientelismo político. Convirtió a Argentina en el primer país de la región en aprobar el matrimonio igualitario, pero no logró rebajar los altos índices de pobreza que, a falta de estadísticas oficiales, organismos privados cifran en 28%.

En su debe, el deterioro de una economía que dejó de crecer a tasas chinas para estancarse, con una inflación superior al 20% y un floreciente mercado negro de divisas. Su sucesor recibirá una economía sin crecimiento, con problemas fiscales, monetarios, de financiación e inversión, agravados por un presupuesto de difícil ejecución y leyes que condicionarán la próxima gestión, como la restricción de la venta de las acciones del Estado en empresas. Dos encuestas le ortorgan el triunfo a Scioli en primera vuelta, pero dejan abierto el escenario para el ballotage. Macri aprieta el acelerador en busca de su única opción de llegar a la Presidencia: una segunda vuelta.

“Se prevé una elección muy ajustada que no tiene antecedentes desde 1983, desde el retorno de la democracia. Nunca asistimos a una elección con tanta incertidumbre”, explica a Efe el analista Patricio Giusto.

Por Redacción Internacional

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