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Michoacán, el estado levantado

La histórica presencia del narcotráfico en esta región mexicana, la diversificación de las actividades criminales y la poca presencia oficial han ocasionado la irrupción de las autodefensas.

Diego Alarcón Rozo
18 de enero de 2014 - 09:00 p. m.
Miembros de la ‘Policia Comunitaria de Tepalcatepec’ hacen guardia en una de las carreteras de Michoacán. / Reuters
Miembros de la ‘Policia Comunitaria de Tepalcatepec’ hacen guardia en una de las carreteras de Michoacán. / Reuters

“1. Naces en Michoacán. 2. Creces. 3. Los Templarios te extorsionan por años. 4. Las autoridades no te protegen. 5. Organizas grupos de autodefensa con tus vecinos. 6. Atrapas a los Templarios y los entregas a las autoridades. 7. Ves a los Templarios libres al día siguiente. 8. Llega el ejército y asesina a personas de tu comunidad y los Templarios siguen libres. 9. El resto de los mexicanos te critica y te dice que te pongas a trabajar por el bien de tu país, porque el cambio está en uno mismo. 10. Vuelves a votar por el PRI. 11. Mueres jodido”.

Difícil es identificar si la ironía es más fuerte que el resentimiento, o viceversa, en esta lista publicada el pasado 15 de enero en la página de Facebook de la ‘Policía Comunitaria Tepalcatepec’, que no es otra que la organización que agrupa a las autodefensas del estado mexicano de Michoacán. El ‘pos’ aparece entre otros del mismo tono y rodeado de burlas a las autoridades, quejas contra el crimen organizado y noticias que reportan las conquistas territoriales del grupo como títulos brillantes. ¿Insultos? Claro que sí, basta con desplegar los comentarios. Es evidente que la gente está cansada, pero sobre todo irritada.

Se llama ‘Policía Comunitaria de Tepalcatepec’ porque fue en ese poblado, el 24 de febrero de 2013, en el que civiles armados resolvieron encarar a la opinión pública para decir sin rubor que estaban ‘hasta la madre’ y que tenían intenciones de enfrentar el crimen organizado con mano propia. Entre empresarios del campo, ganaderos y comerciantes formaron un comité para comenzar la lucha y en poco menos de un año muchas líneas se han escrito en la historia: hoy aseguran que controlan 16 municipios. Sus líderes, personajes como José Manuel Mireles y Estanislao Beltrán, son reconocidos y respetados por la comunidad michoacana (criticados también desde frentes políticos); en redes sociales y son el centro del debate de la seguridad en el estado.

“Surgieron bajo bandera de defensa, en un ambiente muy adverso de lucha por seguridad. En tiempos de enfrentamientos irregulares de ejército y policía contra ‘narcos’, en una realidad de mucha violación de derechos humanos. La lucha no resultaba efectiva mientras muchas vidas y familias necesitaban protección”, explica en diálogo con este diario el profesor Salvador Maldonado, del Colegio de Michoacán.

Este estado, históricamente, ha sido un territorio proclive a la presencia del narcotráfico. El profesor Maldonado en sus investigaciones halló que la primera operación en contra de este delito se registró en 1959. Sin embargo, la realidad ha cambiado en las últimas décadas. El auge de los carteles, combinado con las disputas territoriales, ha ido acumulando la dinamita que hoy parece comenzar a estallar. Por sus valles y sierras ha pasado un rosario de criminales.

El estado michoacano ha sido fecundo para la agricultura y también para los cultivos de marihuana, amapola y, en el pasado reciente, del lado ilegal, para la producción de metanfetaminas. En ese pasado reciente los Zetas dominaron hace unos cinco años, pero su control fue removido por otro cartel, la llamada ‘Familia Michoacana’, un compendio de ‘narcos’ místicos que decían luchar por la tranquilidad que los Zetas se habían llevado de la región. La calma no pudo ser porque antes de que llegara las diferencias internas rompieron a la Familia a balazos, hasta dar origen a una nueva facción bautizada como los Caballeros Templarios: los enemigos actuales de las autodefensas.

La dinámica no sólo estuvo en los grupos, sino en sus acciones, pues del simple tráfico de drogas el proceder se diversificó hacia el secuestro, la extorsión, la trata de personas y el despojo de propiedades. Fue así como la sociedad civil quedó en el primer plano de víctimas, huérfana de las fuerzas de un estado federal acusadas a veces de estar coptadas por dineros oscuros. El efecto pareció tocar todos los planos: en una nota periodística, compartida en la página de Facebook de la ‘Policía Comunitaria’, se evidenciaba que por la acción de los Templarios los precios del limón habían sufrido un alza.

En palabras del profesor Maldonado: “En las regiones donde el narcotráfico es muy fuerte debido al cultivo, trasiego y lavado de dinero, la situación es bastante deteriorada. Es como en muchas regiones de Colombia, donde las economías dependen de relaciones ilegales para su funcionamiento. Al igual que allá, en regiones michoacanas el deterioro económico familiar es muy amplio. Esto se puede observar cuando el crimen organizado entró en la regulación de precios de mercado de productos agrícolas y otras esferas que afectaron ampliamente las economías formales”.

Lo que luce claro en Michoacán es que la presencia constante del narcotráfico comenzó a ser realmente incómoda cuando la comunidad sintió sus gajes de primera mano, relata el profesor. Allí puede estar la razón del apoyo civil a las autodefensas y su popularidad. Irse de frente contra una organización que ha suplido un vacío de seguridad y que además tiene a la gente a su favor, no se ve como una opción seductora para el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Quizás esta sea la razón por la que los líderes campean ante las cámaras, conceden entrevistas, son personajes públicos y no son judicializados, aun viviendo al margen del Estado.

Esta semana la realidad se desbordó cuando el avance de las autodefensas se chocó con los desmanes de los Caballeros Templarios en las zonas disputadas. Tal fue el caso del municipio de Apatzingán, donde la sede del gobierno local fue incinerada y donde una reacción de emergencia llevó a cientos de agentes federales a custodiar la zona y a procurar el desarme de las autodefensas.

Craso error que dejó cuatro civiles muertos producto de la reacción de las fuerzas oficiales al acoso de las comunidades, que resueltamente se enfrentó a ellos para que las armas fueran devueltas a quienes hasta entonces los habían defendido. Craso error que ahora se ve más claramente, luego de que el pacto al que llegaron los gobiernos, local y federal, con las autodefensas permite el patrullaje civil y la custodia de las zonas controladas. La ‘Policía Comunitaria de Tepalcatepec’ seguirá con sus operaciones. Eso sí, con las armas guardadas, aunque listas para ser disparadas, porque el acuerdo exige que no estén a la vista.

 

 

dalarcon@elespectador.com

@Motamotta

 

Por Diego Alarcón Rozo

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