Publicidad

Morsi, ¿Mubarak 2.0?

Dos años de protestas, varias elecciones y diferentes gobiernos después, Egipto sigue en la calle. Varias cosas ya han cambiado: la creciente confianza entre la gente sobre su capacidad movilizadora, ahora existen numerosas expresiones sociales y políticas, y la calle se ha convertido en el lugar del debate político.

Víctor de Currea-Lugo
31 de enero de 2013 - 10:00 p. m.
Esta semana, miles de manifestantes se volvieron a enfrentar en la plaza Tahrir  de El Cairo. / EFE
Esta semana, miles de manifestantes se volvieron a enfrentar en la plaza Tahrir de El Cairo. / EFE

Los avances no son pocos en un país que sólo hasta 2012 tuvo por primera vez unas elecciones que merezcan llamarse democráticas: cayó Mubarak, los militares cedieron en su intento de apoltronarse en el poder, el debate de género va en aumento y los sindicatos independientes han proliferado.

Pero ni todo ha sido bueno, ni lo bueno es suficiente. Las elecciones pasadas fueron ganadas por Mohamed Morsi, quien empezó prometiendo inclusión, visitando campesinos y acercándose a la gente, pero que pronto se tornó en un autoritario alejado de la calle. Morsi ha puesto en cargos importantes a miembros de los Hermanos Musulmanes y ha manipulado la mayoría electoral que le ofrece la Hermandad para imponer su constitución. Como resultado, estamos ante una sociedad polarizada con una economía estancada.

Lo más grave, sin duda, es su incapacidad para leer el momento político que vive Egipto: dilapida los 13 millones de votos, trata de imponer a los Hermanos Musulmanes como la única vanguardia de la revuelta, y los métodos de contención de la protesta social recuerdan la represión que ejercía Mubarak, en un país que es consciente de su capacidad de movilización. La estrategia Morsi de neutralizar a Tantawi y a los militares, subordinar a los jueces, perseguir a la oposición y declarar el Estado de emergencia, están fracasando.

Pero dentro de las filas de la Hermandad también hay tensiones: muchos jóvenes no comparten las decisiones de Morsi. Lo grave es que con los Hermanos Musulmanes en el poder parece que el país no logra un camino democrático, pero sin ellos, hoy por hoy, Egipto sería ingobernable.

En la oposición, el Frente Nacional de Salvación es otro crisol de voces: El-Baradei, con más prestigio por fuera de Egipto que dentro, debido a su gestión del Organismo Internacional de Energía Atómica; Amr Musa, exsecretario General de la Liga Árabe y antiguo ministro de Mubarak (lo que genera recelos); y Hamdin Sabbahi, nasserista. Pero no todos los jóvenes se sienten representados ni incluidos en dicho Frente.

La versión 2.0, que se refiere a versiones modificadas, parece ser la tendencia en Egipto: Mubarak trató de modificarse y actualizarse pocos días antes de caer, el mariscal Tantawi trató de recuperar el prestigio político de los militares durante el gobierno de transición bajo su mando, y Morsi trata, sin lograrlo, de dirigir un país al que no reconoce en su diversidad política. Como alternativa ante la pérdida de legitimidad opta por los métodos viejos de represión, como un Mubarak 2.0 repitiendo los errores que causaron el levantamiento del 25 de enero de 2011. Las consignas de “paz, libertad y justicia social” aún son válidas y siguen pendientes.

Por Víctor de Currea-Lugo

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar