El sultanato de Omán, una de las naciones más pequeñas y ricas del Golfo Pérsico, ha decidido recibir a 10 prisioneros de la cárcel Guantánamo, administrada por autoridades de Estados Unidos y símbolo de la Guerra contra el Terror que ese país llevó a cabo en países como Afganistán e Irak. El hecho hace parte de la tentativa del presidente saliente de EE. UU., Barack Obama, de vaciar la prisión después del fracaso que le significó la imposibilidad de cerrarla por el bloqueo republicano en el Congreso.
Hasta hoy, de acuerdo con la organización Human Rights First, el gobierno de Obama ha transferido, repatriado o reubicado a 183 detenidos en distintos países. Arabia Saudita, Pakistán y Afganistán tienen a la mayoría de ellos.
De acuerdo con fuentes gubernamentales, esta semana el gobierno transferirá a otros 19 presos. De ese modo, en Guantánamo quedarían aún cerca de 26 presos, cuyo destino es ignorado puesto que el presidente entrante, Donald Trump, tiene pensado “llenarla (la prisión) con algunos muchachos” y se ha mostrado reticente a su cierre.
Guantánamo, conocida por ciertas técnicas de tortura que se utilizaron contra los prisioneros durante la era de George W. Bush, se ha convertido en un punto fundamental de la política criminal de Obama desde 2009. Sin embargo, el republicanismo recio siempre le cerró el paso. Cuando Obama comenzó su presidencia, en 2008, hacía 242 prisioneros allí.
Desde la época de Bush, han sido transferidos o reubicados cerca de 693 presos (500 por la administración Bush), de los cuales el 17%, 122 de ellos, habrían retornado a actividades terroristas.
A principios de este mes, seis prisioneros yemeníes fueron transferidos a Arabia Saudita. En junio de 2015, Omán ya había recibido a seis. Washington mantiene muy buenas relaciones con Omán, país que ha jugado a menudo un papel de mediador en Oriente Medio, especialmente entre las dos potencias regionales rivales: Arabia Saudí e Irán.