El católico radical Rick Santorum es el hombre del momento en Estados Unidos. No sólo por su sorpresivo segundo lugar en las elecciones primarias de Iowa (las encuestas le daban el último lugar), sino por sus fuertes declaraciones contra los homosexuales, el matrimonio gay, los inmigrantes y el aborto, que lo tienen en serios problemas en internet.
Este católico ultraconservador, exsenador de Pensilvania (Este) y quien aspira a ganar la nominación presidencial por el Partido Republicano, podría dar otra sorpresa en las elecciones de New Hampshire el próximo martes, si la red lo permite. Según denunció su propia campaña, cada vez que alguien busca en internet “Rick Santorum” las primeras páginas que aparecen están relacionadas con pornografía. ¿La razón? Resulta que en el año 2003, Santorum concedió una entrevista a la agencia AP en la que comparó la homosexualidad con la zoofilia y la pedofilia.
Esta respuesta provocó una gran controversia en el país e hizo que el columnista Dan Savage (gay declarado y con un amplio número de seguidores) convocara a un concurso para que el escándalo quedara en la memoria colectiva. El columnista promovió un ataque cibernético que hoy hace que “Santorum” no sea un apellido sino un término que describe explícitamente el sexo anal. “Mis lectores y yo no redefinimos a Santorum por el hecho de que desapruebe el matrimonio homosexual. Lo hicimos porque dijo que las relaciones homosexuales eran comparables a violar a niños, a tener sexo con perros, al adulterio o a la poligamia”, explicó Savage en una de sus columnas.
Michael Fertik, creador de la página web Reputation.com, le explicó a la cadena de televisión BBC Mundo que “este es el caso más exitoso de ataque cibernético que hemos visto jamás. No hay duda de que él y su campaña están sintiendo el daño. Se podría buscar una solución, pero costaría mucho dinero. Se necesitaría tener un increíble conocimiento digital. No es algo que su equipo pueda resolver fácilmente”.
Sin embargo, el problema parece, hasta ahora, no estar causando mucho daño a Santorum en las encuestas. Según la última de ellas, divulgada ayer por el periódico The Washington Times, con miras a las elecciones del próximo martes, Santorum experimenta un crecimiento en su aprobación. Hoy tiene el 10,8% de respaldo, mientras que hasta hace apenas una semana, su apoyo era tan sólo del 3%.
A pesar del daño que le pueda causar el sabotaje cibernético, Santorum no está dispuesto a modificar sus posturas fuertes y controvertidas. Durante un evento con jóvenes en New Hampshire, el republicano comparó el matrimonio gay con la poligamia, diciendo que “entonces, si permitimos que todo el mundo se case, tres hombres podrían casarse”. Al final del evento, fue ruidosamente abucheado por la audiencia. El problema, explican los analistas, es que si bien sus posturas radicales le representaron grandes dividendos en Iowa, en New Hampshire las cosas son a otro precio, pues este electorado es menos conservador y más alejado de la religión.
En varias entrevistas de televisión, Santorum reiteró su abierto desacuerdo con el matrimonio homosexual, el aborto, incluso en casos de violación, y la anticoncepción, aunque no condena los anticonceptivos. “Creo que esto conduce a muchas enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados y no es saludable que la gente tenga, usted sabe, relaciones sexuales fuera del matrimonio”, reiteró ayer en la cadena NBC.
Santorum fue elegido por primera vez para la Cámara de Representantes en 1990, con 32 años, un logro republicano en Pensilvania, un estado tradicionalmente demócrata. Fue parte del Senado desde 1995, antes de ser derrotado en 2006, según expertos, por cuenta del sabotaje en la red. La revista del New York Times señaló que Santorum asiste todos los domingos a la misa en latín en los suburbios de Washington. Según análisis publicados por la prensa estadounidense, se conoce muy poco de este candidato, quien seguramente pronto será blanco de esos temibles dossieres repletos de trapos sucios que han sepultado a tantos políticos a lo largo de la historia.