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Mientras cada rincón del país contenía la respiración en espera del resultado que entregaría el nombre del próximo inquilino de la Casa Blanca, una elección paralela y casi en la sombra se llevaba a cabo. Las elecciones al Congreso, las mismas que determinarán en parte el éxito de la administración entrante. No es un misterio que gozar de la mayoría absoluta en ambas cámaras en el Congreso, como se vivió durante los dos primeros años del cuatrienio de Barack Obama no es garantía para una expedita y completa depuración de la agenda legislativa del mandatario que disfruta de dicha mayoría. Por el contrario, basta con recordar lo mucho que sufrió Obama, así como todo lo que tuvo que comprometer de su capital político para sacar adelante tan sólo uno de sus programas bandera: la reforma al sistema de salud.
En juego están, como cada dos años, un tercio de las curules del Senado, 33, y la totalidad de los escaños de la Cámara de Representantes. En la actualidad los demócratas tienen una mayoría de 53 a 47 en la Cámara alta. Por lo tanto, con sólo retener 23 de estas curules el control de esta colectividad se mantendrá intacta en el Senado. Sin embargo, si los republicanos se llevan 11 de las 23 en juego, el control republicano en ambas Cámaras sería casi un hecho, ya que los sondeos a boca de urna proyectan una victoria mayoritaria republicana en la Cámara de Representantes.
En estados como Missouri, Connecticut, Ohio, Pensilvania y Florida, donde al cierre de esta edición no se conocían los resultados de las contiendas legislativas, la lucha por los escaños permanecían en un auténtico ‘voto finish’ entre los dos partidos. De darse un revés general para el Senado en estos cinco estados, sumado a la victoria casi descontada de candidatos republicanos en Nebraska, Dakota del Norte, Montana, Wisconsin y Virginia, un Congreso de mayoría republicana es inminente.
De ser así, bajo un gobierno de Mitt Romney estaríamos hablando de la segura derrota de la reforma al sistema de salud impulsada por Obama en 2009, la extensión de los recortes tributarios de la era Bush, el sometimiento a votación del “Santity of Life Act”, proyecto que pretende dar estatus de ser humano al embrión criminalizando así todo tipo de aborto o de investigaciones genéticas con células madres. De igual forma, aseguran los expertos, habría una mayor opción para la aprobación del controvertido proyecto de recorte fiscal de su vicepresidente, Paul Ryan, el cual beneficia el gasto militar en detrimento de programas asistenciales del gobierno.
El propio Harry Reid, líder del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, se adelantó ante un nefasto revés de su partido diciendo que sería muy difícil trabajar con una administración Romney cuando existen enormes diferencias estructurales en la forma en que se piensa poner a marchar al país en términos económicos y fiscales. Declaraciones en referencia directa a las palabras de Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado, cuando en 2010 dijo abiertamente que la prioridad suya y de su partido en el Congreso era lograr el fracaso de Obama.
Por su parte, una mayoría demócrata en el Senado durante una segunda administración Obama aseguraría la ratificación y entrada en rigor en 2014 de la reforma al sistema de salud; la presentación de la reforma migratoria; la votación del plan de incrementos tributarios a los más pudientes junto a una reducción gradual en el gasto militar. Asimismo, se esperaría, bajo la sombra de los destrozos que dejó ‘Sandy’, el impulso riguroso de su agenda de energía alternativa, la cual hasta ahora ha tenido mucha reticencia en la Cámara de Representantes de mayoría republicana.