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¿Una alternativa en la destrucción de armas?

Esta semana terminó la destrucción de armas químicas en Libia, tarea que utilizó una tecnología que, eventualmente, podría usarse en otros escenarios de este tipo.

Santiago La Rotta
05 de febrero de 2014 - 09:59 p. m.
La fragata noruega Helge Ingstad escoltando al buque Ark Futura, de este mismo país, encargado de transportar parte del arsenal químico de Siria hacia Italia. / AFP
La fragata noruega Helge Ingstad escoltando al buque Ark Futura, de este mismo país, encargado de transportar parte del arsenal químico de Siria hacia Italia. / AFP
Foto: AFP - LARS MAGNE HOVTUN

Sin mayores anuncios ni conflictos, esta semana finalizó la destrucción del arsenal químico de Libia. Sí, Libia, el país antes dirigido por el coronel Muamar Gadafi, quien fue depuesto y asesinado en medio de una guerra civil que estalló en 2011.

En 2004, el gobierno de Gadafi reveló ante la comunidad internacional la existencia de cerca de 25 toneladas de agentes químicos que podrían ser usados en proyectiles y otro tipo de munición. Además de las sustancias como tal, el difunto coronel aseguró poseer precursores químicos (necesarios para convertir una sustancia en un arma, en pocas palabras); Gadafi reconoció que, aunque no había utilizado sus armas químicas en una confrontación, sí las había probado.

Para 2011, año en que estalló la revolución que terminó por deponer el régimen de Gadafi, Libia había destruido la mitad de su arsenal químico. Para principios de 2012, el nuevo gobierno anunció que, además del arsenal declarado desde 2004, había encontrado dos toneladas más del mismo agente químico que, a diferencia del resto de sustancias, ya estaban montadas en municiones listas para ser usadas, según reportó esta semana Eric Schmitt en el diario The New York Times

A medida que la situación de seguridad en Libia comenzó a deteriorarse después de la caída de Gadafi, distintas agencias de seguridad internacionales empezaron a preocuparse por el destino final de las sustancias químicas.

La destrucción final del arsenal libio se realizó en secreto durante los últimos tres meses en una instalación celosamente resguardada en medio del desierto. Las labores, lideradas por Estados Unidos, involucraron a contratistas de Libia que fueron entrenados en Alemania y en Suecia para el manejo de las sustancias que, en su mayoría, era gas mostaza, un arma ampliamente utilizada durante la Primera Guerra Mundial.

La tecnología necesaria para destruir el arsenal libio fue desarrollada por una compañía sueca y, curiosamente, podría ofrecer un camino alternativo en el plan de desarme químico impuesto a Siria, país que dijo poseer 1.300 toneladas de agentes químicos. En esencia se trata de un horno de grandes dimensiones, pero que puede convertirse en una plataforma móvil.

El gobierno de Bashar al Assad acordó el año pasado entregar su arsenal para que sea destruido por fuera del país para mediados de este año, a más tardar. Pero el proceso de entrega y exportación de los agentes químicos ha probado ser un asunto más difícil de lo pensado.

Garantizar la salida segura de armas químicas en medio de una guerra civil no es la tarea más sencilla de todas (de hecho, es la primera vez que se intenta un desarme de esa escala bajo estas condiciones) y, hasta el momento, todo el proceso va sensiblemente retrasado, pues apenas se han realizado dos envíos de agentes químicos al extranjero. A principios del mes pasado, se conoció que apenas el 4% de las sustancias habían sido extraídas de Siria. A finales de esta semana, se supone, todo el arsenal debe encontrarse por fuera de territorio sirio.

Desde Siria, las sustancias químicas hacen un viaje hasta un puerto en el sur de Italia (bajo una escolta de naves de varios países, entre estos Rusia, China, Noruega y Dinamarca) en donde son llevados a bordo de un buque de la marina estadounidense que es capaz de destruir las armas en alta mar.

Por estas razones la solución empleada en Libia (un horno transportable) comienza a ganar cierta atención para garantizar la destrucción del arsenal en Siria, una tarea que, además de las dificultades de seguridad, debe contar con la cooperación del régimen de Al Assad, que hasta el momento ha demandado más equipos para garantizar la salida del material hasta el puerto sirio de Latakia (punto designado para cargar el material en los barcos extranjeros).

Por Santiago La Rotta

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