Una Corte Penal Internacional para los de ruana

Este país se suma a Sudáfrica, Burundi y Gambia, que decidieron retirarse del organismo de justicia internacional porque, según ellos, sólo perseguía africanos.

Juan Sebastián Jiménez Herrera
17 de noviembre de 2016 - 03:00 a. m.
Vladimir Putin, presidente de Rusia, último país en anunciar su retiro de la CPI. Ya lo habían hecho tres Estados africanos. / EFE
Vladimir Putin, presidente de Rusia, último país en anunciar su retiro de la CPI. Ya lo habían hecho tres Estados africanos. / EFE

La Corte Penal Internacional es para los de ruana: tres de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no la reconocen. China y Estados Unidos se opusieron a su creación, en 1998, y Rusia acaba de anunciar que no formará parte del Estatuto de Roma: el corazón de la CPI.

“Lamentablemente, el tribunal no ha justificado las esperanzas puestas en él y no se ha convertido en un órgano de justicia internacional independiente y de prestigio”, dijo el gobierno ruso, que se quejó, a su vez, de que en todos estos años, la CPI “sólo ha dictado cuatro sentencias y ha gastado más de 1.000 millones de dólares” .

Estaba cantado. En enero de este año, la CPI había decidido investigar presuntos crímenes de guerra cometidos durante el conflicto entre Rusia y Georgia, en 2008. Una decisión que no fue bien recibida en Moscú. Como quedó en evidencia en el comunicado en el que Rusia anunció que no ratificaría el Estatuto de Roma.

“El ataque del régimen de Mijail Saakashvili (el presidente georgiano) contra la pacífica Tsjinvali (capital de Osetia del Sur) y el asesinato de miembros de las fuerzas de paz rusas derivaron en acusaciones de la CPI contra las milicias surosetas y los soldados rusos” , sostuvo, a modo de protesta, el gobierno ruso. “Esta decisión habla por sí misma. En estas condiciones, difícilmente se puede hablar de confianza en la Corte Penal Internacional” .

Un informe del pasado 14 de noviembre fue la gota que rebosó la copa. En este, la fiscal de la CPI, Fatou Bensouda, aseguraba que lo que estaba sucediendo en Crimea, escenario de tensiones entre Ucrania y Rusia, se podía considerar “un conflicto armado internacional” entre ambos países.

Sobre este informe, el gobierno ruso dijo que era “absolutamente contrario a la realidad”, a “nuestra posición” y a la de los “ciudadanos de Crimea” que participaron en el referendo en el que esa región decidió unirse a Rusia.

El gobierno ruso no aclaró si este informe tuvo algo que ver con su decisión de retirarse de la CPI. Pero algunos parlamentarios cercanos al presidente Vladimir Putin dieron luces al respecto.

“La reciente decisión de la Corte Penal Internacional, de calificar los eventos de 2014 en Crimea como una intervención armada, vulnera gravemente las normas fijadas en la Carta de las Naciones Unidas, sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”, sostuvo al respecto Leonid Slutski, del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma.

La CPI respondió que respetaba la decisión rusa de no ratificar el Estatuto de Roma. Pero recordó que, como no lo había hecho antes, no era considerado parte de este.

En la CPI parecen más preocupados con el inminente retiro de Gambia, Burundi y Sudáfrica, que en octubre pasado aseguraron que se retiraban de la CPI porque esta sólo procesaba africanos, mientras que “al menos 30 países occidentales han cometido crímenes de guerra desde su creación”, dijo, en ese momento, el Gobierno de Gambia, de donde es oriunda la fiscal Bensouda.

Ayer, durante la 15ª Asamblea de los Estados Parte de la CPI, el presidente de ese tribunal, Sidiki Kaba, les pidió a estos países que no se fueran. “Estoy muy triste por lo que pasa. Los países africanos han sido la médula espinal de esta Corte y su liderazgo, especialmente en los primeros días, fue ejemplar”, dijo al respecto el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein.

Ambos, a su vez, se quejaron de un tema que se ha convertido en un dolor de cabeza para la CPI: que algunas potencias mundiales, pese a no formar parte de este tribunal internacional, han hecho hasta lo imposible para impedir su labor. En 2014, Rusia y China se aliaron para vetar una propuesta, presentada por Francia, para que la CPI investigara posibles violaciones a los derechos humanos cometidas en Siria.

Y Estados Unidos, por su parte, ha arremetido contra este tribunal por un reciente informe en el que este aseguraba que las fuerzas de seguridad de aquel país pudieron haber incurrido en crímenes de guerra durante el conflicto de Afganistán. “No creemos que el examen o la investigación de la CPI sobre actos del personal estadounidense en Afganistán sean justificados o apropiados” , dijo la portavoz del Departamento de Estado, Elizabeth Trudeau.

“Una nueva tendencia aislacionista y un liderazgo sin principios está creciendo alrededor del mundo. Seguramente habrá más ataques contra la Corte próximamente. Se necesitarán toda la fuerza y los recursos de los Estados que se queden para resistir los desafíos. Ahora no es el momento para abandonar el lugar. Este es el momento de la determinación y la fuerza” , sostuvo Zeid Ra'ad al Hussein.

Suena bien. Pero la verdad es que la Corte Penal Internacional ya está en crisis. Y, lo que es peor, esta se puede agravar.

Por Juan Sebastián Jiménez Herrera

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