José Elías Melo, el protagonista de más alto perfil en el caso Odebrecht

La historia de José E. Melo, un banquero exitoso que hoy está en juicio por el escándalo Odebrecht y señalado de conocer irregularidades por ser el expresidente de Corficolombiana.

Redacción Investigación
27 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
José Elías Melo, el protagonista de más alto perfil en el caso Odebrecht

José Elías Melo Acosta es el único directivo del Grupo Aval que hoy responde ante un juez por los sobornos que pagó Odebrecht a empresarios, funcionarios públicos y políticos colombianos. Pero no se trata de un personaje de reparto en el caso. Su trayectoria profesional lo define como un protagonista. En los últimos 30 años ocupó altas dignidades, como en el Ministerio de Trabajo, y se convirtió en un reputado banquero que incluso a finales de los 90 ayudó a sortear con éxito una de las peores crisis económicas del país. Sin embargo, hoy está en el banquillo de los acusados, dando explicaciones sobre las relaciones entre Odebrecht y la publicitada obra de la Ruta del Sol II. (Lea aquí: Las versiones de cinco testigos en el caso Odebrecht)

Educado en el colegio San Bartolomé y graduado en la Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana, José Elías Melo cosechó éxitos profesionales desde temprana edad. Comenzó como abogado en la Junta Monetaria y, en apenas dos años, se convirtió en su secretario. Desde entonces conoció de cerca los secretos de la economía colombiana y, poco a poco, se transformó en un experto en la materia. Esa capacidad lo relacionó con los conocedores a fondo de los asuntos financieros y, gracias a su gestión, en febrero de 1991 fue nombrado como viceministro de Hacienda en el gobierno de César Gaviria Trujillo. Duró pocos meses, pues en ese gobierno tenían otros planes para su futuro. (Lea aquí: José Elías Melo conocía de los pagos a García Morales: exdirectivo de Odebrecht)

A sus 32 años, José Elías Melo fue designado superintendente bancario (hoy superintendente financiero), para suceder al hoy fiscal Néstor Humberto Martínez. Desde esa época, aunque desde la orilla del control gubernamental, empezó a conocer a la élite del sector bancario y empresarial. Por eso, su siguiente paso fue notable. En marzo de 1994, el presidente Gaviria lo nombró ministro de Trabajo. Entre sus retos, afrontó uno de proporciones complejas: poner en marcha, en menos de cuatro meses y a través de medio centenar de decretos, la recién expedida Ley 100 de seguridad social que dio vida al enrevesado esquema de las EPS, los fondos de pensiones o a las aseguradoras de riesgos profesionales. (Lea aquí: A Odebrecht y sus socios les salió cara la corrupción en la Ruta del Sol 2)

En pocas palabras, fue uno de los implementadores de la Ley 100 y dejó lista la reglamentación del nuevo sistema de seguridad social. Tras el cambio de gobierno en agosto de 1994, José Elías Melo volvió al sector privado y hacia 1996 fue designado presidente de la Confederación de Cooperativas (Confecoop) de Colombia. Desde su cargo fue un duro crítico del gobierno de Ernesto Samper, no solo por la crisis económica que empezó a cocinarse mientras se defendía en el Congreso, sino porque en este panorama de dificultades el sector solidario quedó contra las cuerdas. Sin embargo, su nombre volvió a cobrar relevancia en la era de Andrés Pastrana, con la difícil labor de recobrar el norte del Banco del Estado.

Llegó a principios de 1999 y descubrió que las pérdidas del Banco del Estado eran mayores, y ante el abismo de la disolución por quebranto patrimonial. Era una época de escasez, de retroceso y emergencia económica en la que muchos bancos terminaron intervenidos, privatizados o cerraron sus puertas. Melo terminó reconocido y, a finales de ese mismo año, llegó al Megabanco, una entidad financiera que apuntaba al mercado en los estratos bajos. Lo sacó de la crisis a pesar de que nadie creía que fuera posible. Entre sus aliados tuvo un sector que conocía como la palma de sus manos: el cooperativo. Después de cinco años, los saldos ya no estaban en rojo y su nombre era un referente financiero.

Fue así como en 2006 el Banco de Bogotá se interesó en la compra del Megabanco. El Grupo Aval estuvo detrás de ese movimiento. José Elías Melo, si bien dejó la presidencia, no se retiró del todo. Por el contrario, fue contratado como asesor durante la fusión de ambos bancos. Entonces la organización adquiriente decidió contar con sus servicios. Por eso empezó a conocer de cerca el cambio de rumbo que le iban a dar a Corficolombiana en la transformación de su portafolio de inversiones. Tal fue la confianza que el Grupo Aval le tomó, que en 2008 fue designado presidente de Corficolombiana. Él mismo lideró el cambio y con él llegaron los primeros proyectos de inversión en infraestructura.

José Elías Melo fue presidente de Corficolombiana desde 2008 hasta mayo de 2016, época en la que se empezaron a rumorar en Colombia las movidas corruptas de la multinacional brasileña Odebrecht. Seis meses después de su salida se conoció que Odebrecht había pagado sobornos en Colombia para quedarse con la obra de la Ruta del Sol II, uno de los proyectos que Melo había ayudado a sacar adelante como presidente de Corficolombiana. En esa época ya trabajaba con Acción Fiduciaria, firma en la que estuvo hasta marzo de 2017, cinco meses antes de que la Fiscalía le imputara cargos. Desde entonces, como lo repite en todas las declaraciones judiciales a las autoridades, se dedicó a ser consultor independiente.

Desde que estalló el escándalo Odebrecht, su nombre comenzó a aparecer con frecuencia en los medios. Para la mayoría de los colombianos era un directivo desconocido, pero en el sector económico la relación de su nombre con el proceso penal causó alboroto y dudas. Pocos creían que Melo, un hombre sin tacha con 30 años de trabajo, la mayoría de ellos en el mundo financiero, estuviera implicado en uno de los casos de corrupción más grandes en la historia del país. Tanto así que, en 2017, reconocidos economistas publicaron una carta en la que manifestaron que Melo era una víctima de personas comprometidas en el caso que querían hacerlo responsable y que los medios lo estaban caricaturizando.

“Desafortunadamente para él y quienes lo conocemos, ya media una imputación de cargos en la Fiscalía y ha sido condenado en los medios de comunicación. La prensa lo ha caricaturizado como un banquero consentido e inescrupuloso de la élite, y la presunción de inocencia a la que tiene derecho todo colombiano le ha sido negada (…) Discreto y muy inteligente, se ha caracterizado además por su férrea fe religiosa y un compás moral y ético que siempre han guiado sus actuaciones. Sin queja alguna a través de sus cargos en la vida pública, en todos ellos dejó buen nombre de funcionario eficiente y recto. Esa misma fama de éxito y probidad lo acompañó en su vida privada”, se lee en la carta que firmaron, entre otros, Alberto Carrasquilla, Salomón Kalmanovitz, Noemí Sanin, María Mercedes Cuéllar o Antonio Hernández Gamarra.

El juicio

Cabizbajo, golpeado por el deterioro de su imagen y por los señalamientos en su contra, José Elías Melo empezó a enfrentar esta semana el juicio en su contra. La Fiscalía busca demostrar que Melo, como presidente de Corficolombiana del Grupo Aval, socia de Odebrecht en la Concesionaria Ruta del Sol, sabía del soborno de US$6,5 millones que Odebrecht pagó al exviceministro de Transporte Gabriel García Morales para adjudicar la obra. Su proceso comenzó en agosto de 2017, cuando le imputaron cargos por los delitos de cohecho por dar u ofrecer e interés indebido en la celebración de contratos. En esa misma época le dictaron medida de aseguramiento en su contra y fue recluido en La Picota de Bogotá.

Estuvo en la cárcel hasta el 24 de enero de 2018, cuando un juez le concedió la libertad argumentando que no representa peligro para la sociedad y tampoco va a obstruir el proceso. Desde entonces, en libertad, quedó a la espera del juicio, que llegó un año después tras constantes aplazamientos. El retraso se debió a que la Fiscalía no había podido legalizar los principios de oportunidad de tres brasileños que serían los testigos claves en su contra: Luiz Antonio Bueno, presidente de Odebrecht en Colombia en 2009; Luiz Antonio Mameri, director de la multinacional en América Latina, y Luiz Eduardo Da Rocha, director del Departamento de Operaciones Estructuradas, oficina que repartió los sobornos a nivel mundial.

Desde enero de 2017 la Fiscalía había intentado legalizar los principios de oportunidad de los brasileños. Sin embargo, a lo largo de la investigación se descubrió que en sus declaraciones no dijeron la verdad y no quedó clara la forma en que repararían los daños causados. Dos años pasaron para que se desenredara el asunto. El pasado 11 de enero, el Juzgado 30 de Garantías de Bogotá avaló los acuerdos de los brasileños con la Fiscalía, que se resumen en inmunidad durante dos años a cambio de servir como testigos y pagar una indemnización de $18.000 millones como reparación. Resuelto el asunto, el pasado 21 de enero comenzó el juicio contra José Elías Melo y el primero en testificar desde Brasil, por videoconferencia, fue Luiz Bueno.

Ante el juez 14 de conocimiento de Bogotá, el expresidente de Odebrecht en Colombia entre 2009 y 2013 explicó que Melo tenía pleno conocimiento del soborno entregado al exministro Gabriel García. “Después de la adjudicación tuve la autorización de José Elías Melo y Luiz Antonio Mameri. En 2010 regreso a Colombia y me invitan a una reunión en el norte de Bogotá. Luiz Eduardo Da Rocha viaja al país y vamos al encuentro con una persona indicada por García Morales. De marzo a septiembre hago la programación de los pagos”, declaró Bueno. Agregó que al día siguiente de esa reunión fue hasta la oficina de Melo en Corficolombiana para contarle detalles del encuentro, pero como se encontraba en junta directiva, habló con el vicepresidente Gustavo Ramírez.

“(José Elías Melo) sale de la junta y me atiende en su oficina personal. Yo le comento lo que había pasado la noche anterior, él se pone de acuerdo con el pago de US$6,5 millones, pero me dijo que tenía una dificultad, que por un tema del Grupo Aval no podría concretar su parte de pago para Gabriel García. Yo dije ahí que Odebrecht adelantaría la parte de Corficolombiana. Haría el 100 % de los pagos”, señaló el brasileño Luiz Bueno. Durante su intervención sostuvo además que, supuestamente, en Corficolombiana le dijeron que le iban a contar a Luis Carlos Sarmiento Júnior lo sucedido con el exviceministro. Sin embargo, aseguró que no sabía si esa información la transmitieron finalmente.

Los siguientes en declarar fueron Luiz Antonio Mameri y Luiz Eduardo Da Rocha. Los dos directivos de alto nivel de Odebrecht, cerebros de la red de corrupción que permeó a más de 12 países en el mundo, explicaron cómo se estructuró el sofisticado sistema para el pago de coimas. Sin embargo, ambos declararon que jamás se reunieron con José Elías Melo. Llegó el tercer día del juicio y el turno fue para el exviceministro Gabriel García Morales, quien, entre sollozos y lágrimas, relató cómo aceptó el soborno de la multinacional brasileña para direccionar la licitación de la Ruta del Sol II. Según García, la primera vez que conoció a los directivos de Odebrecht fue en una reunión en la Casa de Nariño, en la que estuvo presente el entonces presidente Álvaro Uribe.

Desde ese entonces comenzó la cercanía de García con Luiz Bueno y Odebrecht. En medio de sus constantes reuniones, en las que hablaban de los intereses de la constructora brasileña en Colombia, Bueno lo convenció de direccionar la licitación de la Ruta del Sol II y le explicó el mecanismo que tenían a través del Departamento de Operaciones Estructuradas en Brasil para el pago de coimas. Gabriel García le dijo al juez que, si bien nunca se reunió con José Elías Melo, supo que Corficolombiana iba a asumir el 30 % del soborno de US$6,5 millones. “El señor Luiz Bueno me hablaba del soborno, siempre mencionaba a Marcelo Odebrecht y a Melo. Decía que ellos habían aprobado el monto”, recalcó García.

En su declaración, el exviceministro Gabriel García reveló que las reuniones con Luiz Bueno se hicieron en el apartamento de soltero del empresario Juan Manuel Barraza, y que en algunas oportunidades estuvo acompañado por Daniel García Arizabaleta, quien se retiraba, por petición de Bueno, cada vez que hablaban del soborno a pagar. El exviceministro sostuvo que los US$6,5 millones los recibió a través de la empresa en Panamá Lurion Trading, de su amigo de infancia Enrique José Ghisays Manzur, a quien le pagó US$750.000 de comisión. Asimismo, que ese dinero lo invirtió en el proyecto Puerto Bahía y en inversiones en bolsa donde perdió un gran porcentaje. Tras su captura, devolvió a la Fiscalía US$2,6 millones, un lote y una empresa como acto de reparación.

Aún queda mucha tela por cortar en el juicio de José Elías Melo, quien sigue insistiendo en su inocencia. No obstante, el expresidente de Corficolombiana debe explicar otros capítulos de Odebrecht no resueltos. Por ejemplo, ¿qué hizo ante las alertas que emitió Jorge Enrique Pizano en la contratación de la Ruta del Sol II y que el mismo Pizano en 2015 le explicó? Por el momento, José Elías Melo solo está acusado por el pago del soborno al exviceministro Gabriel García Morales, pues en ninguna de las demás líneas de investigación ha sido llamado a responder en la Fiscalía. Cualquiera sea el desenlace de su caso, de su suerte está pendiente el mundo financiero colombiano, pues además se trata del enjuiciado de más alto perfil profesional en Colombia en el escándalo que sacude al continente.

Por Redacción Investigación

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