La mala hora del fútbol

Se le vino la noche al balompié colombiano. A los costos multimillonarios del cese de actividades se suman las peleas y dilemas que, desde hace cinco años, dividen las entrañas de su dirigencia.

Redacción Investigación
19 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
Los aficionados esperan con ansias que se decida cuándo volverán a los estadios. / Óscar Pérez
Los aficionados esperan con ansias que se decida cuándo volverán a los estadios. / Óscar Pérez

“No va a haber fútbol”. Esa fue la rotunda declaración del presidente, Iván Duque, para advertir que una vez termine la cuarentena no se le dará continuidad a la Liga BetPlay, que iba por su octava fecha. La crisis del coronavirus también puso al fútbol patas arriba y Colombia no es la excepción; pero además de los efectos de la pandemia, para el balompié nacional esta incertidumbre se suma a un momento crítico de su dirigencia, que ya ajusta un quinquenio de peleas, escándalos y reclamos.

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Entre la perspectiva de que después de la cuarentena se pueda jugar a puerta cerrada con estrictos protocolos de sanidad y garantías médicas, o las dudas en las que están inmersos 36 equipos profesionales que ocupan a 1.094 jugadores, lo claro es que sus dirigentes no parecen avanzar por el mismo carril. Al menos eso fue lo que se vio esta semana, cuando un grupo de diez presidentes de clubes hizo pública su inconformidad con el presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez, como no se había visto en mucho tiempo.

Vélez, con escaso pasado como dirigente deportivo y, en cambio, un recorrido político que lo llevó transitoriamente al Senado y a la gobernación de La Guajira con el respaldo de Cambio Radical, fue la carta que se jugaron los dirigentes de los clubes en julio de 2018, para resolver la crisis que le costó la cabeza al dirigente huilense Jorge Perdomo, enfrentado al poder mayoritario del fútbol nacional. A su vez Perdomo, tres años antes, había sido el as para capotear el escándalo de la caída de Luis Bedoya en el Fifagate.

En ese cruce de caminos en un campo minado, Vélez también entró a la Dimayor a administrar una herencia de cuentas pendientes. Pero cuando asumió era otra la prioridad. La pelea era la creación del canal premium de cobro por suscripción para ver los partidos del fútbol rentado. El asunto se resolvió con un espaldarazo a Win Sports, la creación de Win Sports + y, casi enseguida, la venta de los derechos internacionales de esas transmisiones al fondo de inversión norteamericano Prudent Corporate Finance.

Según anuncios del momento, el negocio internacional se saldó en US$50 millones en un contrato a diez años. El acuerdo se suscribió en julio de 2019, y no habían pasado seis meses cuando empezaron los reclamos. “No les han pagado a los equipos”, encendió las alarmas el presidente de Equidad, Carlos Zuluaga, en enero de 2020. Las molestias no se hicieron esperar ni tampoco las suspicacias. El presidente de Patriotas, César Guzmán, pidió indagar sobre el fondo norteamericano y su creación en el paraíso fiscal de Delaware.

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Vélez tuvo que salir a explicar que así funciona la ley en Estados Unidos y que el dinero no iba a llegar de la noche a la mañana. Pero a principios de marzo, a escasos días de que el gobierno Duque ordenara el aislamiento, los directivos en asamblea le hicieron saber que habían hecho planes contando con los dólares prometidos de la televisión internacional. Con un agravante: la rentabilidad del negocio de Win Sports + está sujeta a cuando llegue a 500.000 suscriptores, pero hasta el momento no alcanza la mitad.

Entonces al río revuelto empezaron a desembocar asuntos no resueltos, como la adjudicación del sistema de apoyo a los árbitros, VAR, a la firma europea Mediapro, que ahora algunos dirigentes dicen se hizo sin autorización de la comisión de mercadeo; los habituales petitorios de los futbolistas asociados por sus condiciones laborales y hasta la pelea aparte de las mujeres ante el evidente desgano de la Dimayor para darle continuidad a la liga femenina, que desde 2017 demostró su popularidad e importancia.

Todo venía en punta cuando empezó la cuarentena. Como era lógico, primero fueron mensajes de auxilio y después cobro de cuentas. Pero el ministro del Deporte, Ernesto Lucena, se encargó de la advertencia: “No hay plata para auxiliar equipos por falta de ingresos”. La prioridad es social. Así que los dirigentes volvieron sus ojos a la FIFA, la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor. Finalmente sostienen un negocio millonario que provee 25.000 empleos directos y una enorme cifra de muchos otros que viven del fútbol.

“Estamos esperando las instrucciones del Gobierno para saber si el fútbol se puede jugar a puerta cerrada”. “Vamos a ver si la Federación Colombiana, la Conmebol y la FIFA concretan su oferta de préstamos para mitigar la crisis”. Los dirigentes de los clubes dejan sentir su incertidumbre, pero mayoritariamente prefieren que sus comentarios no sean públicos. Puede ser un fideicomiso sobre ingresos futuros y se habla de protocolos de salud que protejan la integridad de los jugadores. Nadie duda de que el fútbol colombiano está en jaque.

El espectáculo aguarda, pero los días venideros no parecen avanzar sobre un lecho de rosas. Mientras se anuncia que el caso Bedoya en el Fifagate está a punto de sentencia, y el proceso colombiano por la reventa de boletas a la eliminatoria a Rusia 2018 llega al momento de las definiciones, la suerte del fútbol es tan incierta como la del presidente de la Dimayor, que llegó en 2018 a respaldar a los dirigentes con Win Sports + o el VAR, y ahora hay quienes dicen que es el momento de evaluar cómo funciona esa organización o si es necesario crear otra.

Por Redacción Investigación

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