Alberto Júbiz Hazbum, un falso positivo judicial

Ese viernes 18 de agosto de 1989 marcó el final de un movimiento político, símbolo de la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, y el comienzo de uno de los montajes judiciales más vergonzosos en la historia del país.

Nathaly Triana Medina / @nattriana
16 de agosto de 2019 - 10:08 p. m.
Archivo El Espectador
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“Galán Sarmiento ha muerto esta noche. Este es un día negro para Colombia”. Así confirmaron los medios de comunicación  que el precandidato presidencial por el Partido Liberal no había sobrevivido a una ráfaga de metralleta, minutos antes de que iniciara un discurso ante más de 7.000 personas en la plaza principal de Soacha (Cundinamarca). (Vea acá el especial sobre lo 30 años del asesinato de Galán)

En esa misma época, Alberto Júbiz Hazbum era un químico farmaceútico que había viajado a Bogotá para tomar un curso sobre hidroponía, con la idea de encontrar una alternativa que le permitiera recuperarse económicamente de la pérdida de 86 hectáreas de tomate, consecuencia del desbordamiento del río Magdalena. El día 22 de agosto, mientras esperaba al comerciante Jaime de Jesús Valencia Martínez para concretar un negocio, súbitamente un grupo de policías irrumpió en el Edificio Mezzanine ubicado en la carrera 19 con 79, para hacer un allanamiento.

El oficial al mando del operativo, teniente Carlos Enrique Rodríguez González, entró a la oficina de Valencia con el pretexto de una requisa. Unos minutos después regresó con una subametralladora Imgran: “Con esta arma ustedes le dieron a Galán”. A pesar de alegar su inocencia, Hazbum y cuatro hombres que estaban en el lugar fueron esposados y trasladados a las instalaciones de la Dijin. En la tarde, el general Miguel Maza Márquez, director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), y el coronel Óscar Eduardo Peláez Carmona, director de la Dijin, los señalaron de ser los “asesinos del doctor Luis Carlos Galán”.

El pesimismo y la incertidumbre se habían apoderado del país. El asesinato del fundador del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán, que tenía más del 60% de favorabilidad en las encuestas, demostraba la incapacidad del gobierno para hacerle frente a la alianza entre los carteles del narcotráfico y a los grupos armados. La sensación era que el presidente Virgilio Barco estaba perdiendo la guerra, sus medidas eran ineficientes y el pueblo, a pesar del miedo y de la conmoción social, se había volcado a las calles para exigir de inmediato el esclarecimiento de los hechos.

“Colombianos, les prometí que el crimen del doctor Galán no quedaría impune (…) aquí tienen a los asesinos” aseguró Barco durante una alocución presidencial, el 24 de agosto. Ese día, Colombia y el mundo vieron los rostros de Alberto Júbiz Hazbum, Armando Bernal, Norberto Murillo Chalarca y Pedro Thelmo Zambrano. Las mismas imágenes de los capturados, que el día anterior habían sido repartidas en el municipio de Soacha para invitar a las personas a declarar en su contra a cambio de recompensas, ahora eran transmitidas por la televisión nacional y difundidas a través de las agencias internacionales.

A Hazbum lo señalaron de liderar uno de los tres grupos de sicarios contratados por Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha para ejecutar el crimen, y de tener vínculos con Yair Klein, mercenario israelí que llegó a Colombia en la década de los 80 para entrenar a grupos paramilitares en el Magdalena Medio. Según un informe de inteligencia entregado por Maza Márquez, varios testigos habían visto a Hazbum en un establecimiento público en Soacha, una hora antes del atentado contra Galán, e incluso se llegó a decir que había estado en el municipio dos días antes, ultimando detalles para ejecutar el atentado.

Esas versiones aportadas por las autoridades fueron después controvertidas por más de veinte testigos, quienes además confirmaron que en la semana entre el 14 y el 18 de agosto,  el señalado profesor de la Universidad del Atlántico sí había asistido todas las noches a un curso sobre cultivos hidropónicos. De hecho Jubiz Hazbum asistió a todas las clases excepto a una, la del 16 de agosto. Esa noche, el barranquillero cambió la química por el fútbol. Desde la cabina del comentarista deportivo Édgar Perea vio cómo Millonarios derrotó 3-2 al Junior, en el estadio Nemesio Camacho el Campín.

Sin embargo, ni las declaraciones del mismo periodista Édgar Perea ni de algunos jugadores del equipo tiburón fueron suficientes para demostrar la inocencia de Hazbum. El 13 de septiembre de 1989, a pesar de las múltiples irregularidades en el proceso penal y de la poca credibilidad del material probatorio, el Juez Tercero de Orden Público le impuso medida de aseguramiento a él y a Héctor Manuel Cepeda, sindicándolos del delito de homicidio con fines terroristas.

El 6 de diciembre, cuando cumplía cuatro meses privado de la libertad, 500 kilogramos de dinamita camuflados en un bus de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado fueron detonados frente a las instalaciones del DAS, en Paloquemao, en cuyos calabozos se encontraba recluido. La onda explosiva destruyó la fachada del edificio, arrasó cerca de 300 establecimientos aledaños y dejó 70 muertos y más de 600 heridos. Hazbum, además de salir ileso, tuvo la oportunidad de fugarse. Sin embargo, convencido de su inocencia, se entregó a las autoridades.

La justicia no llegó pronto, estuvo detenido 42 meses y 10 días. Durante ese tiempo privado de la libertad, se contagió de tifus, sufrió una afección cardiaca y los niveles de ansiedad le causaron dependencia a los tranquilizantes. Todo eso mientras su madre creía que estaba trabajando en un pueblo de Cundinamarca al que le era imposible comunicarse. Finalmente, el 2 de marzo de 1993, la Fiscalía ordenó su libertad inmediata e incondicional al concluir que no tuvo ninguna participación en la comisión de ilícitos que le imputaron por el caso Galán.

Hazbum demandó al Estado alegando que no tuvo presunción de inocencia y que, al ser sindicado del magnicidio de Galán, se le vulneraron sus derechos a la libertad, la igualdad, la honra personal y familiar, el buen nombre y la dignidad. Murió el 26 de abril de 1998, un mes después de que la conciliación de su caso fracasara. Falleció sin conocer el fallo del Consejo de Estado que declaró responsables a la Fiscalía, la Policía y el Ministerio de Defensa de su arbitraria detención, y las condenó a pagar una indemnización de 3.000 millones.

El fallo, proferido el 29 de enero de 2014, exoneró de responsabilidad patrimonial a la Presidencia de la República y a Virgilio Barco, argumentando que no existían pruebas que demostraran que hicieran falsas imputaciones en contra de Hazbum y los otros sindicados. Por el contrario, Miguel Maza Márquez y Óscar Peláez Carmona fueron condenados a pagar a la Nación el dinero de la indemnización. Esto, agregó la sentencia, por el afán de transmitir “a costa de personas inocentes, una falsa imagen de eficiencia y eficacia en la lucha contra el delito y el esclarecimiento de un ilícito de tanta trascendencia que constituyó un lamentable hito en la historia de Colombia”.

El Consejo ordenó realizar un acto solemne de presentación de excusas públicas, que se llevó a cabo el 30 de enero de 2015 y en el que participaron, EN ese entonces, el director nacional de la Policía, Rodolfo Palomino López y el Vicefiscal General de la Nación, Jorge Fernando Perdomo Torres, quien ese día aseguró que el perdón de las víctimas simboliza la posibilidad de reconstruir los lazos resquebrajados entre la comunidad y el Estado. Contra Peláez Carmona se dictó medida de aseguramiento en febrero de 2018, pero él ha reiterado en diferentes ocasiones que tiene su conciencia tranquila y que es la familia Galán la que debe pedirle perdón.

Por Nathaly Triana Medina / @nattriana

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