Así convenció Fernando Bahamón a la justicia de que fue guerrillero (sin haberlo sido)

Lo dicho por este testigo estrella de la Fiscalía en casos como el asesinato de Jhony Orjuela, dueño de Surtifruver, ha sido desvirtuado hasta por la Corte Suprema. Su escudo, sin embargo, siempre ha sido un certificado que dice que se desmovilizó.

Redacción Judicial
11 de diciembre de 2019 - 12:48 p. m.
Bahamón es testigo en varios procesos insignia de la Fiscalía, como el caso Surtifruver y el de supuestos testaferros de las Farc.  / Archivo El Espectador
Bahamón es testigo en varios procesos insignia de la Fiscalía, como el caso Surtifruver y el de supuestos testaferros de las Farc. / Archivo El Espectador

Varios expedientes judiciales de connotación nacional, como los procesos de algunos supuestos testaferros de las Farc; el asesinato de Jhony Orjuela, dueño de Surtifruver; la Farcpolítica y otros más han tenido en común a un personaje: el señor Fernando Bahamón Céspedes como testigo. Como ya había contado este diario, se trata de un hombre que ha sido condenado por extorsión, hurto y hasta abuso sexual. Pero su proceso de colaboración con la justicia, a cambio de auxilios, es de vieja data.

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Desde 2009, la Corte Suprema había desestimado a Bahamón como testigo en el proceso contra los congresistas Carlos Julio González y Luis Enrique Dussán por supuestos vínculos con la guerrilla de las Farc. El hombre aseguraba haber visto a los políticos en la zona del Caguán durante las negociaciones de paz con el gobierno de Andrés Pastrana, pero la Corte dejó constancia de que era “imposible” que Bahamón hubiese estado en la zona de distensión porque, para la época, estaba en la cárcel.

No obstante, Bahamón ha insistido una y otra vez en decir que es guerrillero y su escudo siempre ha sido la certificación del Comité Operativo para la Dejación de Armas (CODA) que lo acredita como un excombatiente en proceso de desmovilización. El documento data del 11 de agosto de 2005 y en él se lee que Fernando Bahamón Céspedes, con su número de cédula y lugar de nacimiento, “perteneció a una organización armada al margen de la ley, se desmovilizó y manifestó su voluntad de abandonarla”.

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Esta certificación fue expedida con base en una entrevista que miembros del Ejército le hicieron cuando llegó a tocar las puertas del CODA, cuyo contenido fue conocido por este diario. Aquel 2 de junio de 2005, en Bogotá, les dijo a los investigadores Diego Pérez y Giovanny Martínez que, por ejemplo, estuvo en la guerrilla durante más de 17 años, que militó en la Columna Móvil Teófilo Forero como “miliciano encargado de la logística en la ciudad de Neiva”, que había estudiado cuatro semestres de antropología en la Universidad Nacional.

Bahamón agregó que hizo un postgrado en sociología en Manaos (Brasil) y los investigadores, al parecer, ni siquiera repararon que el propio Bahamón aceptaba no haber terminado el pregrado -por lo que habría sido imposible para él hacer un posgrado-. Al final de la sesión le pusieron una “D” en credibilidad y un “2” en exactitud. Pero, aun así, calificaron la información como “al parecer verdadera”.

Señaló también que su rol en las Farc era el de “llevar material de intendencia y víveres por los lados de Balsilla y Algeciras (Huila)”, pero que no conocía a ningún combatiente de las Farc, sino solamente a los comandantes y más altos mandos: a Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa; a Alfredo Arenas, alias Tito Vargas, y a Genaro Corredor, alias Cocoliso, supuesto jefe de la compañía Ayiber González a la que Bahamón asegura haber pertenecido, entre otros.

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A pesar de haber pasado más de una década en la guerrilla, en su entrevista CODA se lee: “Manifiesta no haber tenido entrenamiento o cursos dictados por la organización durante su actividad en la organización, por otra parte recibió entrenamiento durante el tiempo que estuvo en la cárcel”. Aseguró que no conocía a nadie en las milicias y tampoco aportó información de cómo ubicar a los cabecillas del frente. En cambio, sí contó que la Ayiber González tenía infiltrados en Policía y Fiscalía.

Este punto es importante, pues Bahamón se refirió también a su relación con la Fuerza Pública en la ciudad y denunció incluso que se inició una persecución en su contra, haciendo que renunciara a ser un informante de inteligencia. Sin embargo, según otra versión, altos mandos de la Policía pusieron en tela de juicio todo lo que contara como testigo, pues ningún dato de los que dio mientras colaboró en procesos fue verificado.

En un documento en poder de este diario el entonces comandante de la institución en Neiva, coronel Miguel Ángel Bojacá escribió el 5 de mayo de 2005: “Fernando Bahamón Céspedes nunca fue vinculado al Programa de Atención al Desmovilizado ya que, de acuerdo con entrevistas realizadas por personal idóneo, la persona en mención nunca perteneció a las filas guerrilleras”. Por un lado, el coronel indicó que, según su historia clínica, Bahamón tendría depresión y delirios de persecución. Y, por otro lado, citó los diversos errores que el testigo había cometido en su relato.

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Además, el uniformado se ratificó en desconfiar de todo lo dicho por Bahamón en 2008, cuando la Corte Suprema investigaba a González Villa y Dussán López. En su declaración juramentada, el coronel Bojacá reconoció que no conocía personalmente al hombre, sino que su idea se la había formado a partir de información de sus subalternos y calificó al testigo estrella de la Fiscalía como un “traficante de información”.

En palabras del oficial: “En varias ocasiones (Bahamón) acudía al personal de inteligencia para informarles o darles cuenta sobre presuntos hechos delictivos por parte de las Farc en la región suroriental del país, pero en varias ocasiones estas informaciones resultaron ser falsas y lo único que este sujeto pretendía era recibir algunos auxilios de dinero o recompensas”. Sin embargo, ese mismo año, la Fiscalía ya lo había incorporado al programa de protección de testigos desde agosto y le estaba dando mensualmente $600.000 para mantenerse, además de otras sumas en bonos de ropa y manutención.  

Luego del asesinato de Jhony Orjuela, la Fiscalía, de nuevo, volvió a incluirlo en el programa de protección de testigos, del cual luego expulsó a Bahamón el año pasado por ponerse en riesgo él mismo, violando las normas que debía seguir. Aun así, él es uno de los testigos más importantes que tiene el organismo investigativo para declarar en los juicios de la viuda de Orjuela y su expareja, Mauricio Parra; o en los procesos contra presuntos testaferros de las Farc: las familias Mora Urrea, Chaux y, de nuevo, Mauricio Parra. ¿Por qué goza de tanta credibilidad este hombre en la Fiscalía? Esa es una pregunta que el organismo no ha respondido aún.

Por Redacción Judicial

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