Así se mueve la heroína por las carreteras del país

Hace algunos meses un ciclista aficionado fue capturado con varios kilos de heroína en su morral. El deportista, sin imaginarlo, transportaba una de las drogas más caras y peligrosas en el mundo.

Catalina Vargas Vergara
22 de agosto de 2018 - 09:22 p. m.
En Estados Unidos un kilo de heroína cuesta US$55.000 dólares aproximadamente./ iStock
En Estados Unidos un kilo de heroína cuesta US$55.000 dólares aproximadamente./ iStock
Foto: Getty Images/iStockphoto - wellphoto

A lo Nairo Quintana, subiendo las empinadas montañas de Boyacá en su bicicleta, así lo hacía Édgar Suárez Vallejo por las carreteras del municipio de Ipiales (Nariño). Frecuentemente le gustaba practicar este deporte y realizar largos recorridos hasta la frontera con Ecuador. Lo que no sabían las autoridades era que, a través de la práctica de esta disciplina de manera aficionada, Suárez también obtenía excelentes dividendos transportando heroína. Hoy, Colombia es considerado el cuarto productor de esta droga en el mundo, con una diferencia de la cocaína: como es más difícil de producir, sus ganancias son tres veces mayores.

Para llevar su encargo, Édgar Suárez recorría algo más de cuatro kilómetros desde Ipiales hasta el Puente Internacional de Rumichaca en Ecuador. Según las autoridades, coronar cada cargamento de cinco kilos de heroína significa alrededor de $75 millones, pues cada kilo de esta droga está entre $13 y $17 millones. Comparado con lo que obtiene cada equipo de ciclismo cuando uno de sus corredores gana una etapa es irrisorio. El año pasado, por ejemplo, ganar una etapa en España significaba cerca de 11.000 euros, un poco más de $38 millones. Con la heroína, Suárez se estaría enriqueciendo.

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No obstante cuando fue capturado, en marzo de este año, Édgar Suárez no sabía realmente la magnitud de lo que transportaba. Aunque sabía que era algo ilícito, no imaginaba el trasfondo que tiene producir y comercializar heroína. Lo que sí resultó fue el hombre perfecto para transportarla. Por su condición de deportista nunca despertó sospechas para las autoridades. Sin embargo, un pequeño error fue lo que permitió que agentes de la Dirección Antinarcóticos de la Policía lo descubrieran. A sus 45 años, Suárez se dedicaba a prestar vigilancia, y luego prefería salir en su bicicleta que irse a descansar.

Uno de esos días de entrenamiento, en un puesto de control, le hicieron una requisa rutinaria. Notablemente molesto, el deportista se negó a entregar sus papeles, ante lo cual los uniformados fueron más allá y le exigieron ver el contenido de su maleta. En vez de encontrar bebidas energizantes o alimentos para su extenuante recorrido diario, le encontraron tres paquetes forrados en plástico y con cinta adhesiva color beige que despedían fuerte olor a droga. Al analizar la sustancia se pudo determinar que se trataba de cuatro kilos y 690 gramos de heroína que tenían como destino el vecino país de Ecuador.

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Lo que nunca conoció Suárez fue todo el andamiaje que había detrás de ese cargamento que lo hizo caer a él y que, desafortunadamente, hace que cientos de jóvenes se pierdan en el tenebroso mundo de la heroína. Producir esta droga no es tan sencillo, en comparación con la cocaína, lo que lo hace más rentable. La heroína proviene de una planta conocida como amapola, de la cual se extrae un líquido llamado látex, el cual es procesado y convertido en la droga más adictiva del mundo. Sin embargo, la planta de amapola muere en su totalidad cuando se extrae más de tres veces esta sustancia.

“La producción de heroína en el país se caracteriza porque se elabora en pequeñas cantidades. No vamos a encontrar grandes cargamentos de heroína, sino por el contrario, las estructuras delincuenciales se han especializado en traficar pequeñas cantidades, lo que les permite camuflarla con mayor facilidad y así poder encontrar personas que se encarguen de su transporte de manera más ágil. De esta manera es más sencillo ponerla en el mercado de estas sustancias”, aseguró el mayor Rymel Arley Estévez Araque, jefe de la unidad investigativa contra el tráfico de heroína de la Dirección Antinarcóticos a El Espectador.

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“En Colombia se estima un total de 462 hectáreas sembradas de amapola distribuidas en Nariño, con 300 hectáreas, y Cauca, con 162 aproximadamente. Estos dos departamentos constituyen el núcleo de producción de estos cultivos ilícitos”, asegura. Actualmente no hay grandes organizaciones dedicadas a su fabricación y, por el contrario, su producción es asumida por organizaciones pequeñas que no superan 12 personas. Generalmente, las estructuras se dividen así: el “capitalista”, que hace la inversión; el “coordinador”, que se encarga de organizar la manera de moverla; luego está el encargado de transportarla, que en realidad puede ser cualquier persona que, en muchos casos, es engañada y enviada con encomiendas que contienen la droga. Para el caso de la heroína, ya no se habla de organización piramidal, ya que en realidad cualquiera puede asumir cualquiera de los roles. De acuerdo con las autoridades, se ha podido identificar que la producción del estupefaciente es asumida por familias. Para la producción de esta droga no se necesita una gran infraestructura. Casi siempre suele ser en lugares pequeños y rústicos que no son fáciles de detectar para las autoridades.

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Aun así, las autoridades han identificado seis rutas que se usan con frecuencia para el tráfico. La primera detectada comienza en La Cruz, Las Mesas o Pompeya (Nariño). De allí es llevada a sitios de acopio como Ipiales, Buesaco o el Tablón de Gómez. Después la droga es transportada usualmente a Guayaquil (Ecuador), donde es repartida internamente o sacada vía marítima a Centroamérica y Estados Unidos. Otra de las rutas usadas es desde Nariño hacia la capital del país tomando la vía de La Línea. Al llegar a Bogotá se comercializa para el consumo interno o se saca a través del aeropuerto El Dorado.

El “cafecito”, la “arverjita”, “de la cara”, “de la costosa” son algunos de los sobrenombres que se usan para identificarla, según explica un analista de la Dirección Antinarcóticos. Mientras para Europa, Afganistán es el mayor proveedor de esta droga, Colombia lo es para países como Estados Unidos, en donde muchos jóvenes quedan adictos fácilmente. Es una sustancia silenciosa que deja cientos de millones de dólares al mercado ilegal y expande sus garras tras gigantes como la cocaína. Se propaga sin ser detectada. En el caso del ciclista aficionado Édgar Suárez, le costó la privación de su libertad. A otros muchas veces les cuesta la vida.

Por Catalina Vargas Vergara

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