Él conformó un grupo de inteligencia que rastreó las comunicaciones del cartel. En una de esas conversaciones, la Policía se dio cuenta de que el relacionista de los narcos con políticos y dirigentes era Alberto Giraldo. Siguiendo esa pista, lograron configurar una red inmensa de contactos políticos en Bogotá, sobre todo en el Congreso, que dio inicio al escándalo del Proceso 8.000.
Barragán, experto en inteligencia, diseñó una estrategia para infiltrar el círculo íntimo de los Rodríguez. Así se penetró el esquema de seguridad de Gilberto Rodríguez, lo cual derivó en su captura, a pesar de que estaba escondido en una caleta en su apartamento, con un bala de oxígeno adentro. Cuando cayó la cúpula del cartel de Cali, Barragán fue enviado a Estados Unidos. Según fuentes consultadas, la grabación de los llamados narcocasetes que terminaron en manos de Andrés Pastrana se hizo en la Dijín de la Policía, entonces dirigida por el general Jairo Rodríguez Quiñónez.
Estas pesquisas se adelantaron con ayuda de agencias estadounidenses. De hecho, el coronel Barragán trabajó en la lucha contra el narcotráfico de la mano de los más curtidos agentes de Estados Unidos. No obstante, tras los golpes que dio al cartel de Cali, Barragán salió de la Policía. Fuentes cercanas al coronel (r) dicen que cayó en desgracia por haber descubierto los nexos del cartel de los Rodríguez con la financiación de la campaña del entonces presidente Ernesto Samper. Ahora viene a saberse que fue él quien filtró los narcocasetes a Pastrana.
Años después, Barragán estuvo al frente del Inpec y desde hace un par de años ingresó a la Contraloría como jefe de la unidad de Seguridad y Aseguramiento Tecnológico e Informático. El 24 de abril de 2013 fue nombrado contralor delegado para las regalías. Hoy vuelve a ser protagonista porque el expresidente reveló su fuente para el destape del 8.000.