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¿Boicot al debate sobre la adopción gay?

La ONG religiosa CitizenGo ha llegado incluso a pedirle la renuncia al magistrado Palacio, autor de la ponencia que, de ser aceptada por la Corte, le daría a las parejas homosexuales la posibilidad de adoptar.

Juan Sebastián Jiménez Herrera
30 de enero de 2015 - 12:54 a. m.
¿Boicot al debate sobre la adopción gay?

A algunos de los correos del despacho del magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Iván Palacio, han llegado unos 4.500 mensajes de ciudadanos exigiendo su renuncia a ese alto tribunal por, supuestamente, estar impedido para hacer parte del debate sobre la posibilidad de que las parejas homosexuales adopten. Con una particularidad: pese a tener distintos remitentes, todos los mensajes tienen el mismo contenido y fueron enviados desde un portal católico conocido como CitizenGO. Tal cantidad de mensajes tiene a estos correos a punto de colapsar y han afectado profundamente el trabajo en el despacho del magistrado cuya ponencia, de ser avalada, le daría vía libre a la adopción gay.

CitizenGO es una ONG creada en 2013, hija de HazteOir, otra ONG católica y ultraconservadora, que lucha contra el aborto, contra el matrimonio homosexual, contra la adopción por parte de parejas del mismo sexo, contra el feminismo, contra los ateos e, incluso, contra otros credos. “Vamos a luchar contra el feminismo radical en las instituciones, que pretende implantar el aborto como un derecho de la mujer, contra el lobby homosexual y contra el laicismo radical”, dijo Ignacio Arsuaga, presidente de HazteOir, durante la presentación de CitizenGO.

HazteOir y CitizenGO comparten, entre otras, su forma para que sus adeptos luchen por una “sociedad mejor”. “Con la plataforma digital de CitizenGO podrás dirigir tus peticiones a las autoridades locales, nacionales o mundiales, políticas o económicas. Conseguirás encontrar ciudadanos de todo el mundo con los que compartes el ideal de una sociedad mejor y lograrás que los valores que compartimos sean los principios con los que se toman las decisiones”, reza el portal de CitizenGO.

El camino es el siguiente: en su portal, CitizenGO cuenta con una casilla para “peticiones”. En la misma el usuario ingresa su nombre completo, su correo electrónico, su país de residencia y su código postal y firma una petición ya hecha por el mismo CitizenGO que es la que termina en el correo de la persona en cuestión.

Mejor dicho: el usuario –que puede ser de cualquier país– no hace otra cosa que firmar un documento ya escrito para “presionar” al destinatario, por ejemplo, para que renuncie. Como ocurre con el magistrado Palacio, quien ha sido cuestionado por esta ONG, por la Fundación Marido y Mujer y por el Consejo Nacional de Laicos, porque su sobrino es el padre biológico de la menor adoptada por la lesbiana Verónica Botero, gracias a una sentencia de la Corte Constitucional del año pasado. En criterio de estas tres entidades, Palacio debería haberse declarado impedido; no obstante, la misma Corte ya se pronunció en contra de esta posición y negó las nulidades presentadas por Marido y Mujer y el CNL.

La “petición” por la renuncia de Palacio y en contra de su ponencia es apenas una de las varias que tiene esta ONG. Hay, por ejemplo, solicitudes para que UNICEF recuerde “que los niños necesitan un padre y una madre”, debido a que este organismo internacional ha apoyado la posibilidad de que los homosexuales se casen. O peticiones para que el Parlamento Europeo no apruebe el derecho al aborto. Hay, incluso, una solicitud para que la justicia argentina investigue con prontitud la muerte del fiscal Alberto Nisman, quien antes de morir hizo duros cuestionamientos a la presidente argentina Cristina Fernández por supuestamente torpedear el proceso por el ataque perpetrado en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina. Igualmente CitizenGO ha salido en defensa, en varias oportunidades, de obispos homofóbicos, diciendo que en su contra hay una “inquisición rosa” y un “lobby gay”.

De la misma forma, en diciembre pasado CitizenGO convocó a una firmatón, si así se le puede llamar, para rechazar un proyecto de ley a favor del uso medicinal de la marihuana. El 16 de diciembre del año pasado, cuando el Senado aplazó la votación del proyecto para marzo de este año, CitizenGO publicó “¡VICTORIA! El Partido Conservador y el Centro Democrático se dieron la vuelta y rechazaron en bloque el proyecto. 10 diputados del Partido de la U también mostraron su rechazo. En vista del giro, el senador Galán pidió un aplazamiento. El texto no volverá a estudiarse hasta el 15 de marzo. ¡Enhorabuena! Si participaste en esta campaña, gracias”. Esto mismo ha ocurrido con proyectos de ley a favor del aborto y similares. Todos ellos duramente cuestionados por CitizenGO.

Álvaro Zulueta, director de esta ONG, le dijo a mediados del año pasado al portal católico Aciprensa que “nuestro ratio de éxito es de más del 50 por ciento. En nuestras campañas tenemos un grado de osadía porque pedimos lo que queremos e incluso un poco más. La realidad es que el éxito que estamos obteniendo es espectacular porque lo normal es que ganemos las campañas y si pedimos a un político que se retracte de unas afirmaciones el político se retracta. Si pedimos que se vote no en el Parlamento Europeo conseguimos que se vote no”.

El problema de todo esto es que tanto la Iglesia Católica como CitizenGO no se pronunciaron durante el tiempo que se le da a la sociedad civil para referirse a cualquiera de los debates que hay en la Corte Constitucional mediante conceptos o comunicados. No lo hicieron sino ya cerrado el debate por lo que algunas personas consultadas por este diario temen que el objetivo, al final, no sea enriquecer el debate sino entorpecerlo. Ya el alto tribunal resolvió todas las nulidades presentadas en este proceso y ya se apresta a debatir la ponencia de Palacio. Se espera que antes del 6 de febrero la Corte Constitucional –dividida por cuenta de esta discusión– de su veredicto al respecto. Mientras tanto, CitizenGO sigue inundando los correos.

 

Por Juan Sebastián Jiménez Herrera

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