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La despachada de Restrepo

Entre sus revelaciones está que el reconocido Mauricio Puerta era el astrólogo de cabecera de Salvatore Mancuso.

Redacción Judicial
23 de diciembre de 2011 - 08:38 p. m.

Luis C. Restrepo no se guardó nada. La expresión “no dejó títere con cabeza” deberá ser reconsiderada después de esta entrevista con El Espectador. El excomisionado cuestionado por la falsa desmovilización del frente Cacica La Gaitana dice estar jugado y, sin rodeos, le reveló a este diario pasajes desconocidos de su historia. Aquí está.

¿Por qué, como dice la fiscal Viviane Morales, habla hasta ahora del tema Lucio?
Primero porque nunca fue tema de debate público. Lo segundo porque mientras estuve en el proceso de paz, tenía protección legal para hablar con bandidos y gente al margen de la ley sin salir a denunciarlos. De lo contrario no podía ser Comisionado de Paz. Yo asumí que Lucio era interlocutor de ellos y no podía salir a denunciarlo.

¿Qué otros asesores había en Ralito?
Nunca lo vi pero me dijeron que Mauricio Puerta era el astrólogo de cabecera de Mancuso. Además había un señor al que llamaban Rubini, un poeta argentino que me pareció medio tontarrón, no sé cómo se ganaba la plata. También dizque había un asesor palestino. Por eso tomaban del pelo a Mancuso y le decían que estaba tan fregado que lo había traído para el proceso de paz cuando en Palestina llevan 50 años sin resolver su conflicto.

¿Pero Lucio asesoraba a quién?
Nunca me lo dijeron. Cuando pregunté qué hacía, lo defendieron las autodefensas. Ahora Mancuso vuelve a defenderlo. Después me di cuenta que estaba del lado de Macaco, lo mismo que Abelardo de La Espriella, el famoso abogado con quien tuve un enfrentamiento en Ralito. Yo no sabía quién era, pero se metía a las reuniones y opinaba. Recuerdo que una vez estábamos tomando una decisión con Báez y se metió a discutir. Como tengo mi temperamento le dije: “¿Y usted quién es, que hace aquí?” Báez me reclamó diciéndome que cómo le hacía eso al doctor. “¿Cuál doctor?” dije yo. Después entendí que era como un mensajero de ellos.. Me dicen que le llevaba mensajes a Sabas Pretelt. No sé. Siempre fui crítico con Sabas para que no estableciera contactos paralelos pues desestabilizaba la mesa.

¿Falta alguno?
No sé. Lo único claro es que Abelardo de La Espriella era tan importante como Lucio. Ellos chicaneaban mucho con el abogado, decían que tenía ingreso a niveles altos del Estado. Cosas malucas se decían, ahora lo sabe la prensa. Se ha dicho que de La Espriella tuvo injerencia en la elección del fiscal Iguarán.

¿Y sabe de alguna injerencia de Lucio en esa elección?
Lo desconozco. Lo que me asombra es cómo judicialmente todo le resbala. Y así como tuve una relación muy tensa con el abogado de La Espriella, sucedió con Lucio. Accedí a que participaran porque estábamos en un proceso de paz y me tocaba ceder en algunas ocasiones para lograr avances.

¿Cuál es su versión sobre el Cacica Gaitana?
Lo que creo, porque ya hay delincuentes confesos, es que un muchacho que se llama José Alfredo Pacheco Ramos, que está en la cárcel, en compañía de sus hermanos, juntó gente en Bogotá para llevarla y cumplir un acuerdo con Olivo Saldaña. Ese muchacho está postulado en Justicia y Paz, cosa que le he recriminado a la Fiscalía. ¿Cómo puede seguir allí sabiendo que engañó al Estado? Al parecer sí había guerrilleros. Un tal Echeverri, Biófilo que parece que era del PC3 y otros del Tolima, pero lo único claro es que la información me la dio el jefe de inteligencia del Ejército, avalado por el general Mario Montoya. Lamentablemente eso no lo han querido investigar. Eso lo sabe el Ministerio de Defensa y no me han dejado acceder a esa información porque dicen que está bajo reserva. Ya le pedí al presidente Santos y a los generales que den la cara o me la dejen conocer.

¿Cuál es su teoría?
Se me hace que la estrategia que han tomado los militares y el gobierno es bajar el perfil a los militares. Pero los desmovilizados fueron vinculados por ellos. Como todo ha caído sobre mí y soy tan bueno para despertar tempestades, no sé si quieren proteger al general Montoya que está vinculado a otros procesos.

¿Qué piensa del general Montoya?
Creo que tuvo la misma información, pero habría que dar un debate nacional porque si la inteligencia militar se deja embaucar, hay que dar esa crítica. Además, el día de la desmovilización nos dijeron que había que acelerarla porque a estos muchachos los iban a matar. Los conocí hasta ese día. Se me hizo raro, por ejemplo, un muchacho con cola y le dije: “¿Usted por qué tiene cola?” Él, muy locuaz, me contestó: “Hago trabajo clandestino en el PC3”. No hablé con ningún otro. Mi papel fue recibirlos, confirmar su identificación y hacerles firmar un documento. La Fiscalía no ha querido evaluar esos documentos pero es la muestra de su engaño. Además los sometió a versión libre y les dio beneficios jurídicos. Con algunos siguió trabajando el Ministerio de Defensa, especialmente Sergio Jaramillo, el viceministro. ¡Que digan por qué les dieron tanta credibilidad! No me gustaba mostrarlos como héroes, en cambio Frank Pearl quería llevarlos a Europa.

¿Quién es Alfredo Pacheco, tuvo trato con él?
Con ninguno, ni siquiera con Olivo Saldaña. A Olivo lo conocí en una desmovilización que organizó el Ejército en Ibagué, con el general Castellanos. Me pareció carretudo y bravo, pero el general Castellanos estaba deslumbrado. El general Suárez Tocarruncho, que hasta diciembre del 2005 era el comandante de la brigada en Ibagué y que empezaba a ser director de inteligencia del Ejército, insistió en que tenía este contacto con Olivo Saldaña. Él fue quien lo descubrió en las cárceles.. A Pacheco no lo he visto en la vida. Es un sujeto con prontuario grande por falso testimonio. Desde 2002 tiene ese estilito de acusar gente, sacarle plata y luego retractarse. De hecho, el fiscal Carlos Augusto Aya, que compulsó copias para que me investigaran, lo denunció por falso testimonio, incluso antes de ponerlo como testigo contra mí. Me gustaría mucho que Pacheco dijera que le ofreció la Fiscalía.

¿No es increíble que con todos los chicharrones que tuvo que manejar, esté enredado por una cosa de la guerrilla?
¿Yo de qué me quejo? De que la Fiscalía se niega a integrar al proceso los certificados del CODA, los archivos de inteligencia, las certificaciones de la misma Fiscalía de pertenencia al grupo armado. Si acá hubo un engaño, la víctima fui yo. La Fiscalía ha llevado funcionarios míos con marrullas. Yo digo: cómo va a sustentar el concierto para delinquir. Eso implica dolo, es decir, que me reuní con alguien y programé una falsa desmovilización. ¿Cómo van a probarlo? ¿Cómo van a sustentar tráfico de armas?

¿Hay presiones?

Tengo entendido que quien lo hace es la propia fiscal. Me han dicho, y esto sí es chisme, que Alfonso Gómez Méndez tiene mucho interés en que silencien a Olivo Saldaña. Él tuvo una alianza con la Unión Patriótica en el sur del Tolima y quizás eso lo llevó a reuniones con las Farc. Saldaña habló de Gómez Méndez en Justicia y Paz. Pero el fiscal Aya le ha pedido que no involucre a Gómez Méndez porque no se podía tocar. Olivo insistió en eso y por esta razón el fiscal se fue a negociar con Pacheco. Además me llama la atención que el fiscal Luis González acelerara la imputación en mi contra justo cuando estaba buscando que lo nombraran magistrado de la Corte Suprema, que me ha tenido bronca desde que la denuncié ante la Comisión de Acusación.

¿Se siente inocente del cargo que le imputan?
Si por haber sido engañado me van a acusar de algo, también tendrán que hacer lo mismo con los miembros de inteligencia del ejército, los miembros del CODA, o la gente de Fiscalía. Lo único que hice fue recibir unos desmovilizados y entregarlos a otras instituciones, pero quienes violaron la ley fueron los que engañaron al Estado.

¿Le reprochó al general Montoya esa desmovilización?
Lo que le reprocho es su silencio y su comodidad, dando a entender, a través de su abogado, que pobrecito porque estaba recién llegado y no conocía las operaciones bajo su mando. Un general curtido como él, con 30 años, salir a decir que no conocía las operaciones, lo respeto mucho pero una ridiculez de esas no me la van a presentar. Yo he sido claro con él y con otros miembros del ejército. Actué por principio de confianza a partir de información que ellos me dieron.

Se fue lanza en ristre contra la Fiscal… ¿Qué va a pasar en su caso?
No quería molestar. Estaba convencido de que la forma cómo estaba exigiendo a la Fiscalía, a través de mecanismos legales para que tomara decisiones, era la correcta. El retiro del beneficio a los desmovilizados fue porque yo presioné y los puse contra la pared. A Pacheco no lo han excluido de Justicia y Paz. He pedido unas pruebas y no me las han querido dar. No quería un debate público con la fiscal, pero ella lo planteó y me toca responder. ¿Qué va a pasar?, No sé. Ella es la fiscal y yo no tengo poder.

¿El tema se concentra en Carlos Alonso Lucio?
Y no creo que ella vaya a aflojar en ese punto. Es una mujer atrapada en su sentimiento. Es muy terca y va a defender su relación con Lucio y su cargo hasta el final. Y va a cometer errores. El resto ya lo han dicho los columnistas. Será una fiscal cuestionada.

¿Y Lucio?
Es un seductor, un Casanova, y como todo seductor tiene unas normas laxas. Es un hombre sin mucha distinción entre lo legal y lo ilegal.

¿Y cómo fue el tema de los paramilitares en Venezuela?
Yo recibí a Carlos Alonso Lucio en mi oficina en febrero de 2005. Me dijo que había que ofrecer alternativas y que Macaco iba a desmovilizar un grupo en el Vichada, en tierra de nadie, en un corregimiento llamado El Placer, municipio de Cumaribo. El cuento era que los dejáramos allá para realizar unos proyectos productivos. Según Lucio, él tenía plata de los venezolanos y la producción comprometida para venderla. Sin embargo, para esa época había estallado un escándalo sobre tierras en el Vichada que comprometía al senador Habib Mehreg, pues el Incoder le había entregado a amigos suyos de Dosquebradas unas tierras y el entonces ministro Andrés Felipe Arias tomaba medidas. ¿Qué presentación podían tener unos proyectos productivos en Vichada donde se decía que Macaco estaba apropiándose de tierras? Me negué. Después me enteré, porque me lo dijeron los mismos jefes paras, que fueron a Venezuela y tuvieron una reunión con la DISIP. Me lo dijo Julián Bolívar, muy arrogante.

¿Qué hicieron los paras con los petrodólares de Chávez?
No sé si recibieron plata. El año pasado salió una noticia a la que nadie le paró bolas, que un desmovilizado en Justicia y Paz dijo que Julián Bolívar había viajado a Venezuela con Carlos Alonso Lucio. Después, ya estando desmovilizados, Julián Bolívar y Macaco, manifestaron que habían recibido una nueva invitación de Venezuela y querían el visto bueno del gobierno. Les dije que no, pero al cabo de los días Julián Bolívar me expresó: ¿sí sabe que fuimos a Venezuela? Es que ellos manejaban un poder muy complicado.

¿Cómo es un poder complicado?
En 2004, por ejemplo, el presidente Uribe no sabía quién era Macaco, a duras penas ubicaba a Carlos Castaño y a Mancuso. Además Macaco, durante el proceso se llamaba Javier Montañez y era el comandante del Bloque Central Bolívar. La fuerza pública no tenía una foto suya. Ese año, no recuerdo quién le llegó con a Uribe con la denuncia de que había un tal Macaco en Caucasia robando tierras y sembrando coca. El Presidente se enfureció, levantó el teléfono, llamó al Ministro de Defensa y dio la orden de perseguirlo y darlo de baja. Yo me enteré porque me llamó Andrés Pénate y me dijo: “Luis Carlos, Macaco está en el proceso y le están poniendo precio a su cabeza”. Llamé al Presidente el sábado en la mañana y le dije: “Mire, que un señor Javier Montañez, que es del Bloque Central Bolívar, me está llamando y me dice que vaya sin escoltas”. Él contestó: “¿Luis Carlos, eso es seguro?” Yo agregué que no creía que me fuera a pasar nada. Fui a la reunión y quedé asombrado. Macaco estaba en la sabana de Bogotá, en una casa en Cajicá, con Julián Bolívar, disfrutando de un asado. De entrada me preguntó: “¿si estoy en el proceso de paz, por qué el Presidente da la orden de darme de baja o capturarme”. Yo lo negué pero él agregó: “El jueves en la tarde le iban a poner precio a mi cabeza. El que está detrás de todo es Andrés Peñate. Casi me caigo de la silla. Y luego añadió: “la orden la dio el martes a las 12 del día en su despacho. Después de la reunión busqué a Uribe y le conté lo sucedido. Él contestó sorprendido: “¿Cómo así Luis Carlos que Macaco está hablando con usted? ¿Y ahora qué hacemos? Yo aquí en el despacho y todo lo que digo lo conocen los criminales”.

¿Los paramilitares tenían chuzado al DAS?
A todo el mundo. Les cuento lo que me pasó con Carlos Castaño. Nosotros hacíamos reuniones en un sitio que se llamaba 08 y al lado había una casa que se llamaba 06. Por error del helicóptero me dejaron en 06. Entonces Castaño, que estaba ahí me dijo, yo lo llevo y me monté en su carro. En ese momento empecé a mirar una cantidad de documentos del día anterior expedidos en el Ministerio del Interior o la Presidencia. Hasta un documento con un mensaje secreto del que no había sino dos copias. En otras ocasiones Macaco decía, “Comisionado, mire este documento de inteligencia las mentiras que dice. Eran retadores, decían abiertamente: “Nosotros tenemos bajo sueldo a los generales”.

¿En qué momento desapareció Lucio del proceso?
Lo vi por última vez en la reunión de 2005 en la que me habló de los proyectos en el Vichada. Después lo olvidé porque eran muchos los chicharrones que explotaban. A mí me acusan de ser pragmático pero tuve la oportunidad de desarmar hombres y ponerlos a disposición de la justicia. No tenía que pensar en más. Si lograba desvertebrar la organización y acabar con ese concierto para delinquir que tenían organizado con pretensiones políticas, ya era importante. Después exigimos verdad porque la voluntad de callar era lo propio de la organización y quien hablaba era sapo. Cambié su apetito de callar por echar dedo a todo el mundo. Pero eso tiene desventajas. Cuando se es criminal y mentiroso se puede utilizar ese poder para hacer daño. Aún así creo que lo que han causado ha sido un daño colateral y es poco frente a las verdades que conseguimos para la memoria de este país. Es que estos señores se creían salvadores de la democracia. A Jorge 40 en algunas regiones le decían el segundo Bolívar. En una de las últimas conversaciones que tuve con Vicente Castaño en una casa de Girardota, me di cuenta que le tenía fobia a los otros, le producían asco. Siempre me pidió que no lo hiciera ir a Ralito. Se portaba como aristócrata. Tomaba vino, era reflexivo, simplón pero con sabiduría campesina, nunca lo vi con un arma. En esa última reunión, el 22 de noviembre de 2005, me dijo que la exigencia de que las autodefensas se desmovilizaran para ir a la cárcel era absurdo y que no podía pedir a las autodefensas que dieran ese paso porque ellos eran reyes en los pueblos donde tenían poder. Yo intenté convencerlo y me dijo: “Yo le di mi palabra de que desmovilizaba mi estructura y voy a cumplir”. El paso lo dio el 2 de mayo de 2003. Eso permitió que empezara el proceso realmente. Otro día me dijeron que “El Profe”, como le decían, quería hablar conmigo. Carlos Castaño me llevó a conversar con él en una sala pequeña. Carlos se sentó en el suelo en un cojín, como un perrito regañado. Vicente hablaba, Carlos intervenía, pero el primero lo ignoraba. Hasta que Carlos dijo: “me voy, los dejo”. Yo le repliqué: ¿cómo se va a ir, es fundamental lo que estamos hablando”. Entonces agregó: “Lo que hable con mi hermano eso es”. Esa noche dijo que él desmovilizaba a las autodefensas, pero que si el gobierno no era capaz de enfrentar el narcotráfico se iba a perder todo pues se formarían estructuras de autodefensas, guerrilla y mafia. Lo que estamos viviendo.

¿Las mismas peleas entre paramilitares y narcos?
Cuando empecé el proceso, las autodefensas estaban en guerra entre ellas. Una entre Doble Cero y don Berna en Antioquia y otra de Arroyave con Martín Llanos. Yo iba con Martín Llanos y me decía: “usted es un espía de Arroyave. Iba con Arroyabe y me decía usted es un espía de Martín Llanos”. Pero lo que hicieron los dos no tiene nombre. Esa historia de infamia no se ha escrito. Entré a negociar con una estructura de mil cabezas. Por eso recuerdo cuando Vicente Castaño me dijo: “Me desmovilizo, pero le voy a decir una cosa, yo sé en qué va a terminar esto. Cuando todos estemos desmovilizados, Uribe le va a dar la orden a la Policía de que nos echen mano.

¿Vicente Castaño era el verdadero jefe de las AUC?
Por encima sí, pero era una conjunción de poderes sin estructura jerárquica. Macaco tenía otro poder, el económico, y en su conducta era más casposo. Don Berna era un poder frío. Nunca lo vi descomponerse. Solo lo vi ofuscado, el día que el Presidente ordenó su traslado a Combita. Hasta le salió una lágrima. La única expresión emocional que le vi en todo el proceso.. Era un hombre que manejaba fríamente su poder y trató de montar una especie de partido de las autodefensas. En esa locura metió a Rocío Arias y ella terminó como absorbida. Hasta sus gestos corporales cambiaron, creo que estaba enamorada. Eso fue una locura colectiva. Mancuso, por ejemplo, creyó que el país lo aplaudía. El día de la inauguración de Ralito, se cambió de camisa cinco veces y de pantalón dos porque pensaba que su pinta iba a marcar la moda en Colombia. Además se dejó una chivera trotskista y se puso una boinita maricona. Cuando Mancuso hizo público su golpe en la mesa, estaba convencido de que el país se iba a voltear contra mí. Por eso lo filtró a los medios pues se paseaba por los centros comerciales y se sentía recibido por la gente.

¿Y cuál fue el lío con Macaco?
Él tenía un hijo con parálisis cerebral y le sacaban plata. Yo le dije: “Soy siquiatra, he trabajado con niños y le puedo dar un concepto”. Pedí permiso al Presidente y conocí a la esposa de Macaco, evalué a su hijo. A las dos horas Macaco estaba echado en el suelo jugando con el niño. Le di unas recomendaciones sobre terapias para manejarlo. Él cogió una gran confianza conmigo y empezó a ayudarme. Pero después vinieron acciones duras contra su familia y parece que al niño lo tuvieron que dejar escondido. Entonces me empezó a recriminar. Una vez, en un duro forcejeo, me empezó a amenazar: “ustedes tienen hijos , refiriéndose a mí y al Presidente, y si uno les toca los hijos”. Yo le contesté: “Usted no me puede hablar así”. Cuando le presté apoyo a su hijo lo hice como médico, pero después vino el aparato institucional y eso implicó ruptura. Se vio cada vez más en las redes del Estado y le quedó una espina.

¿Sabas Pretelt tenía agenda propia en el proceso?
Sabas estaba en su juego y Uribe cometió un error político muy grave. Es tan pragmático y liberal que lo nombró como Ministro del Interior. Venía del Caguán, era la figura descollante del Consejo Nacional de Paz. Como Valencia Cossio, que terminó siendo ministro estrella. Cosas de la política que no entiendo y me producen vértigo. Entonces Sabas se daba libertades al estilo Caguán. Yo no le permití que entrara en contacto con los paramilitares antes de aprobar la ley de Justicia y Paz, pero luego él fue creando enredos. Hacía reuniones a las que no me invitaba. Yo le advertía que así fuera para hablar basura había que tener precaución, pero él tenía su propio afán de protagonismo. En medio de esas tensiones, Sabas se volvió interlocutor y como él habla todo a media lengua, pues uno empieza a hablar con él y te envuelve pero nunca se sabe dónde está la sustancia, a ellos les pareció maravilloso.

¿Y después de esas historias, cómo se ve ahora?
Soy un crítico declarado de este gobierno y no tengo seguridad porque tampoco confío en el general Óscar Naranjo.

¿El general Naranjo?
Es un sepulcro blanqueado. Lo conocí desde antes y trabajé con él. Como manejé la ilegalidad de este país, lamentablemente me atravesé en cosas que a él no le conviene que se conozcan. Me lloró una vez en su oficina, pero le creo más a las lágrimas de Mancuso que a las suyas. Además maneja las cárceles.

¿Le hubiera gustado haber iniciado negociaciones con las Farc?
Yo le aposté a esa negociación, pero me di cuenta de lo que la gente sabe hace tiempo: no hay nada qué hacer.

¿Qué lo impide?
Las Farc tienen tomadas dos decisiones: nunca van a dejar las armas y quieren territorio. Hoy están envalentonados con Venezuela porque desde que apareció el socialismo bolivariano pueden permanecer allá y creer que son el puntal de la revolución bolivariana en Colombia. Acá el doctor Santos, un tipo poco creativo, tiene una agenda de negociación con las FARC desde hace 10 años. Su gran sueño es tener un cargo internacional importante y lograr la paz entre Israel y Palestina. Para eso necesita tener en su hoja de vida el antecedente de haber negociado la paz en Colombia. Es un tipo tan pragmático que ofreció la cabeza de Samper a las Farc en una constituyente que les propuso en 1997. Es un hombre sin proyecto de nación y más bien instrumento de algo en marcha, el capitalismo financiero. Con su proyecto personal aparte: un segundo mandato y para eso necesita desangrar el uribismo. Era un enano político y se montó sobre un elefante como Uribe y por eso llegó a la Presidencia. Ahora busca opacar el elefante para tener tamaño. ¿Qué sabe hacer? Manejar la clase política. Es un mago en el país de la mentira, donde todos estamos bien mientras nos damos puñal por debajo.

¿No le preocupa casar peleas con la Fiscal, el Presidente y hasta el Director de la Policía?
No soy monedita de oro. Estuve por equivocación en el gobierno pero soy un intelectual, no soy un político. Estuve porque hice un pacto ético con Uribe por el bien del país, y Dios me dio la virtud extraña de ser como una varilla frente a la ilegalidad. Pero metido en eso, me di cuenta de la parte podrida de este país. De la corrupción política que alimenta la violencia.

¿Por qué se fue de la U?
El día que me eligieron presidente del partido de La U, simultáneamente pupitrearon en la asamblea de La U una reforma de estatutos quitándome las funciones políticas. La única función que me dieron fue administrativa y una deuda de $4.700 millones. Todas las funciones las asumió la dirección nacional, que era de los congresistas. Me amarraron.

¿Por qué lo hicieron?
Porque son tramposos. Usaron mi imagen para posicionar al partido como el partido de Uribe, pero impidiendo que hiciera cualquier cosa. Santos estuvo detrás de todo esto.

¿Santos?
Tenía una sede paralela. Los funcionarios tenían que salir del partido e ir a una sede alterna en la fundación Buen Gobierno a rendir informe.. Y todos jugaban a quemarme. No les gustaba Uribe, les gustaba Santos. Son tan perversos que las que me hizo Mancuso en la mesa de negociación son nada frente a las que me hicieron estos políticos. Son unos cínicos. La política es una locura pues se trata de manejar intereses personales bajo la idea del bien colectivo.

¿Es más difícil La U que la negociación de Ralito?
Si no hubiera pasado por el partido de La U me hubiera quedado sin conocer la otra maldad. Es mi paso por la política lo que me radicaliza. No hay derecho a que se siga manejando por negociantes. Son relaciones podridas entre políticos y magistrados, en las cuales Vargas Lleras es campeón. A Uribe le criticaron que no supo manejar los magistrados. Se trata de darles unos cuantos puestos y punto.

¿Tiene miedo de ir a la cárcel?
No sé cómo me van a llevar a una cárcel a no ser que sea a través de un atropello. Si eso pasa, me matan y seré un guiñapo en manos de delincuentes.

¿Ha pensado en escribir?
Sí, pero cuando dejen de perseguirme. Si por una carta de cinco páginas a la fiscal tuve este problema, imagínese cuando haga un libro.

‘Olivo Saldaña’ sigue en Justicia y Paz

Luis Carlos Restrepo, el excomisionado de Paz, está ad portas de ir a imputación por la falsa desmovilización del frente Cacica La Gaitana de las Farc. Paradójicamente, Raúl Agudelo Medina, alias Olivo Saldaña, el guerrillero que promovió toda la supuesta farsa seguirá como postulado para recibir los beneficios jurídicos del programa de Justicia y Paz.

Así lo decidió la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, que pese al pedido de la Fiscalía de su expulsión del programa, indicó que desde que no exista una condena contra Saldaña frente al caso de la falsa desmovilización, para los magistrados es una cuestión de hacer valer la presunción de inocencia del indiciado.

Contra Saldaña apenas comenzará el proceso penal en su contra el próximo 20 de enero, fecha para la que se tiene programada la audiencia de formulación de imputación por los delitos de concierto para delinquir, fraude procesal y trafico de armas.

Por Redacción Judicial

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