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El banco genético del Palacio de Justicia

En él se almacenan los perfiles genéticos de 102 personas relacionadas con la tragedia del Palacio de Justicia. La Fiscalía busca a parientes de guerrilleros del M-19 para extender la base de datos.

Diana Durán Núñez
05 de julio de 2016 - 09:56 p. m.
Rosa Milena Cárdenas con una foto de su madre, Luz Mary. / Luis Ángel - El Espectador
Rosa Milena Cárdenas con una foto de su madre, Luz Mary. / Luis Ángel - El Espectador

En la tarde del 7 de noviembre de 1985, cuando las armas y los tanques se silenciaron y la conflagración fue apagada, culminó la toma del Palacio de Justicia que promovió la guerrilla del M-19, y su recuperación, que protagonizaron las Fuerzas Militares. En menos de 48 horas, el fuego, las balas, los rockets y un ramillete de desatinadas decisiones convirtieron a cientos de familias en víctimas de la guerra. Familias como la de Luz Mary Portela, que sólo un mes antes de que se conmemorara el aniversario número 30 del holocausto del Palacio recibió por fin algo de sus restos. Cinco huesos calcinados.

Varias circunstancias permitieron el hallazgo de esos fragmentos óseos de Luz Mary Portela, cuyo nombre figuró por tres décadas en la lista de los desaparecidos del Palacio de Justicia, a donde había llegado a trabajar días antes de la toma para reemplazar a su madre, Rosalbina León, que estaba enferma. Cómo, en dónde y de qué manera murió son interrogantes todavía sin respuesta. Su historia, sin embargo, deja ver que la tecnología entró a jugar un papel fundamental en la que podría considerarse la mayor herida abierta de Colombia: el caso del Palacio de Justicia. El banco genético que se ha construido en este expediente es la mejor muestra de ello, y gracias a él se han logrado los últimos descubrimientos. 

El más reciente, por ejemplo: que en la tumba de Emiro Sandoval, magistrado auxiliar de Alfonso Reyes Echandía, se encontraron restos de dos personas y ninguna es Sandoval. Así se lo informó la Fiscalía a su hija, Alexandra Sandoval, y su viuda, Amelia Mantilla, el pasado jueves 30 de junio. Ese banco de ADN tiene un rol clave en las nuevas exhumaciones que se han venido haciendo en el último año de gente que nunca figuró como desaparecida. Y, de paso, permitió develar el secreto familiar que con el más grande recelo habían guardado los Portela León.

Carlos Eduardo Valdés, director de Medicina Legal, le contó a este diario que ese banco se estructuró el año pasado, luego de que el Gobierno expidiera el decreto 0303 de 2015. Con ese documento se reglamentó la búsqueda de personas que han sido sometidas a desaparición forzada, y es tan importante —se cruza también con el pacto de La Habana de encontrar a los desaparecidos del conflicto— que tiene las firmas de los representantes de siete ministerios, desde Justicia y Defensa hasta Cultura y Salud, y de la directora del Departamento para la Prosperidad Social. “Pero eso no significa que antes no se hubiera trabajado en cruces de ADN”, aclara Valdés.

En Colombia, explica Valdés, la genética forense empezó a desarrollarse en 1993, y en el año 2000 el FBI le donó al país un software llamado Codis. Éste, que según el FBI es usado por más de 50 países, almacena evidencia biológica y permite que una muestra se coteje con otras. En Colombia sólo se usa para casos de desaparición. Fue por este sistema que el año pasado, cuando la Fiscalía ordenó la exhumación de nueve víctimas del Palacio de Justicia que nunca integraron el listado de los desaparecidos, se encontraron los restos tanto de Luz Mary Portela como de Cristina Guarín y de Lucy Amparo Oviedo, quienes sí hicieron parte de esa lista absurda hasta octubre del año pasado, cuando se confirmó el hallazgo.

Hace más de un año la Fiscalía, acatando el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que a finales de 2014 ordenó encontrar a los desaparecidos del Palacio  —lo mismo que pedían las víctimas desde 1985 —, ordenó exhumar los restos de nueve personas. Una de ellas era Blanca Inés Ramírez, auxiliar del Consejo de Estado. La tumba se exhumó. Los restos se enviaron al banco genético. El banco genético indicó que quien en realidad yacía ahí era Libia Rincón Mora, otra víctima del holocausto. Entonces se ordenó la exhumación de la tumba de Rincón Mora, y quien estaba allí era Luz Mary Portela.

El banco genético del Palacio de Justicia lleva casi 16 años construyéndose y hoy en él se almacenan los perfiles genéticos de 79 familiares de 39 víctimas del Palacio. Además, de la exhumación del Cementerio del Sur en 1998, que fue el punto de partida para este banco de ADN y permitió el hallazgo de otra mujer considerada desaparecida, llamada Ana Rosa Castiblanco, quedaron en la Fiscalía 94 cajas con restos. De ésas, 30 ya han sido examinadas, y de allí salieron otros 23 perfiles. En total, el banco genético del Palacio de Justicia cuenta con 102 perfiles genéticos que podrían dar luces en la búsqueda de los desaparecidos y en la identificación de los restos que, se ha venido descubriendo, se entregaron de manera errónea en esa época.

Esos 102 perfiles, sin embargo, todavía no son suficientes. La Fiscalía anda en la tarea de buscar a familiares de guerrilleros del M-19 que hayan participado en la toma, pues la hipótesis es que varios de los restos que se exhumaron en el Cementerio del Sur podrían corresponder con ellos. Hasta ahora sólo se tienen los perfiles de familiares de tres exintegrantes del M-19. Alexandra Sandoval, hija de Emiro Sandoval, el magistrado auxiliar de la Corte Suprema que al parecer tampoco estaba en la tumba en la que lo enterró su familia en el cementerio Jardines del Recuerdo de Bogotá, recordó en la edición de este domingo de la revista Semana la importancia y la urgencia de que más familias aporten su ADN. “Lo que nos pasa a nosotras (ella y su madre, Amelia Mantilla) se puede repetir en otros casos”, sentenció.

“El manejo del Palacio de Justicia es una historia de grandes dificultades. Había muchos cuerpos incinerados; el fuego alcanzó temperaturas superiores a los 1.500 grados centígrados, lo que destruyó moléculas de ADN; al apagar el fuego se mezclaron restos con el agua; barrieron los cadáveres a punta de cepillo y agua; los restos los barrieron con escobas y los echaron en bolsa sin ninguna identificación, que fueron llevadas a Medicina Legal. Se presentaron grandes deficiencias que ahora estamos tratando de corregir con estos análisis de ADN”, le dijo a este diario el director de Medicina Legal, Carlos Valdés.

Fiscalía y Medicina Legal resaltan lo fundamental que ha sido el banco genético en el caso del Palacio de Justicia. No obstante, abogados de víctimas de ese proceso, como Germán Romero, sostienen que el procedimiento no siempre es exitoso: “En varias ocasiones ha tocado volver a hacer tomas de muestras. Si el banco de perfiles genéticos funcionara de manera adecuada, si se hicieran los procesos de información suficientes para hacer los cruces, seguramente muchas familias no estarían en dolor ahora”. Un ejemplo de ello es el caso de Lucy Amparo Oviedo, otra desaparecida del Palacio cuyos restos se identificaron el año pasado a pesar de que estaban en un par de cajas en la Fiscalía desde 1998.

Con tropiezos y obstáculos, de cualquier manera el banco genético del Palacio de Justicia se ha convertido en un elemento esencial para tratar de esclarecer el destino que sufrieron los desaparecidos y tantas otras víctimas del holocausto. En el caso de Luz Mary Portela León, además, sirvió para confirmar el secreto familiar que en su seno se tejió luego de que los cubriera la desgracia: las pruebas de ADN señalaron que Edinson Cárdenas León tenía una relación genética con Luz Mary Portela León de madre e hijo. Pero él y su hermana Rosa Milena crecieron convencidos de que Luz Mary era su hermana mayor. “Por eso sabemos que sí es ella, para nosotros no hay duda. Nadie sabía que ella era nuestra mamá”, le contó a este diario Rosa Milena Cárdenas León.

Por Diana Durán Núñez

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