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El Cristo negado de Santander

Ese alto tribunal le dio su visto bueno al proyecto del Cerro del Santísimo porque, en su criterio, la escultura de 33 metros que corona el cerro no representa ni a Cristo ni a ningún credo en particular.

Juan Sebastián Jiménez Herrera
29 de enero de 2015 - 09:49 p. m.

El 21 de marzo de 2014 la oficina de prensa de la Gobernación de Santander publicó en el portal en Internet de esta misma entidad una nota titulada “A buen ritmo avanza construcción del Cerro del Santísimo” en la que se señala que “el Ecoparque Cerro del Santísimo es un macroproyecto en el que son invertidos 45 mil millones de pesos e incluye un Cristo de 33 metros de altura y un teleférico de 1.380 metros de longitud”.

El proyecto ha sido comparado con el Cristo del Corcovado que se yergue por encima de la ciudad de Río de Janeiro (Brasil) y en varias noticias es presentado como tal, como un Cristo de 33 metros desde donde se divisan los municipios santandereanos de Girón, Floridablanca, Piedecuesta y, por supuesto, Bucaramanga.

Otra perla: a finales de agosto del año pasado, el gobernador de Santander, Richard Aguilar, visitó el Vaticano y aprovechó un breve encuentro con el Papa para comentarle sobre algunos megaproyectos. En una nota publicada por la misma Gobernación en su portal en Internet, se lee que “al conocer los megaproyectos que se ejecutan en el departamento y el desarrollo social y económico que registra esta zona del país en los últimos años, su santidad el Papa Francisco quedó maravillado y nos entusiasmó para que continuáramos esos proyectos”. Aunque en ningún momento se refiere a algún megaproyecto en particular.

Y agregó que el mismo Aguilar le pidió al Sumo Pontífice una “oración por nuestro país, por el departamento y por la paz de Colombia, y también le mostró los avances en obras de infraestructura y los megaproyectos que permitirán hacer más visible a Santander”.

No obstante, desde que la obra del Cerro del Santísimo fue demandada por un ateo por considerar que vulneraba la libertad de cultos, el gobernador Aguilar, cual si fuera Pedro, ha negado varias veces a Cristo y ha dicho que esta escultura no tiene nada que ver con el mesías.

Lo mismo ha hecho su autor, el escultor santandereano Juan José Cobos. Y ahora la Corte Constitucional les acaba de dar la razón en un cuestionado fallo dado a conocer hoy por ese alto tribunal. La Corte sostuvo que esta escultura, aún sin terminar, “no está representando a una religión específica ni mucho menos se persigue establecer una religión oficial en la región estableciendo una religión oficial del Estado colombiano”.

Y agregó que la misma “no es una invitación a la realización de actos o ritos oficiales de una religión en particular” ni “tiene una finalidad religiosa. Por el contrario, como se evidenció en el contrato, lo que se busca con el proyecto es la promoción del turismo en el Departamento y de la cultura de sus habitantes.

Si bien se trata de una figura alegórica a un ser superior, se deja al arbitrio del observador su interpretación, sin que la misma represente a una deidad en particular”.

La particularidad es que la escultura, de acuerdo con el contrato, debe ser “una figura etérea, única y de igual manera universal para todos los credos y pensamientos, un ser y fin último de la humanidad como unidad absoluta, representando la bondad y benevolencia de los hombres para con sus congéneres y la naturaleza”.

Pero como se la describió Cobos al diario El Tiempo, es muy semejante a la representación que se hace normalmente del Dios católico. “Es la figura humana de un hombre solemne con su mano izquierda en el pecho y con la mano derecha irradiando protección para toda el área metropolitana y el país. Tiene un rostro sereno que está basado en iconografías clásicas, entre egipcias y persas, que no tiene llagas ni corona de espinas y muestra más humanidad porque está a pie descalzo y muestra parte del torso, el pecho y la espalda mirando al piso, al pueblo”.

Esto mismo argumentó el demandante: que la escultura se asemejaba inequívocamente a la figura de Cristo, a lo que la Corte respondió que “sólo hasta que la misma esté finalizada la administración podrá determinar si se desconocieron los parámetros fijados en el contrato de obra suscrito entre las partes y los espectadores serán quienes interpretarán y calificarán libremente si la misma vulnera su derecho a la libertad de culto”.

E indicó que las pretensiones del demandante implicaban “una clara limitación a la libertad de expresión del artista contratado para elaborar la escultura insigne del proyecto turístico”, sobre el que se ha dicho que no busca promover la religión sino el turismo “temático cultural religioso”.

La conclusión del alto tribunal fue que “si a la entrega de la escultura, la cual, como quedó establecido en el contrato de obra, debe ser representativa de una figura etérea y universal para todos los credos y pensamientos, el Departamento estima que la obra encargada cumple con las especificaciones y la calidad artística exigidas, no puede ninguna autoridad ni ciudadano oponerse a su exhibición”.

Y que “será, bajo la formación de un criterio libre y personal, que cada espectador valorará la escultura”. Por poco y dice que la escultura era una obra abstracta. La pregunta es si quienes suban al Cerro del Santísimo –una obra de $3 mil millones, cuestionada por el mismo gobierno central– van a pensar que ese Santísimo no es en realidad Cristo sino una “figura etérea”.

Por Juan Sebastián Jiménez Herrera

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