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‘El derecho a la adopción no existe’: Viviane Morales

El exmagistrado escribió en que la propuesta de referendo sobre la adopción gay es impertinente. La exfiscal y hoy senadora le contesta que lo impertinente es hacerle creer a la gente que perderá un derecho que no tiene. Se aviva el debate.

Redacción Judicial
06 de marzo de 2015 - 02:28 a. m.
Carlos Gaviria, exmagistrado de la Corte Constitucional y Viviane Morales, senadora. / Archivo - El Espectador
Carlos Gaviria, exmagistrado de la Corte Constitucional y Viviane Morales, senadora. / Archivo - El Espectador

Apreciado Carlos:

Leí tu artículo sobre la propuesta de referendo que presenté ante la Registraduría, acompañada por 238.000 ciudadanos, para decidir si en Colombia aceptamos o negamos la adopción de niños desamparados por parte de parejas del mismo sexo.

Lo leí con mucha atención, como siempre leí tus sentencias y, en general, como leo tus escritos cuando llegan a mis manos. Pero esta vez lo leí, además, con particular alegría. Enhorabuena llegaste a darle a mi contraparte la estatura intelectual y moral que anhelé que tuviera, a fin de que el debate público contribuya a la edificación de nuestra cultura democrática.

Créeme que he tenido la preocupación de que esta controversia pierda su talante necesario cayendo víctima de prácticas degradadas humanamente, cuando no de fundamentalismos antirreligiosos o de la banalización fatal con que muchos medios de comunicación distorsionan el acontecer nacional.

Bienvenido, pues, al debate.

Desde el titular calificas de “impertinente” el referendo que hemos propuesto, esto quiere decir: inoportuno, inapropiado y, aún más, molesto. Esto con base en la afirmación categórica de que hay “temas problemáticos” que no pueden ser decididos por el pueblo a fin de que las mayorías no “puedan decidir caprichosamente en desmedro de sectores minoritarios de la población que reclaman derechos que no pueden ser negados o recortados con argumentos fuertes de razón pública”.

Efectivamente, estamos en total desacuerdo. Mi concepto de democracia radica en que lo pertinente es que sea el pueblo quien resuelva las controversias y las contradicciones fundamentales de toda sociedad, con más razón de la colombiana cuya experiencia nos demuestra que la falta de democracia y la histórica usurpación de los derechos del pueblo desde las esferas del poder, nos han sumido en la tragedia de intentar la violencia como camino para conjurar nuestros conflictos principales.

En mi condición de mujer, de cristiana y de profesora de Derecho Constitucional, soy la primera en defender los derechos de las minorías de cualquier abuso en que puedan incurrir las mayorías. De hecho pertenezco a grupos minoritarios y he sido víctima de discriminaciones en virtud de tal pertenencia; lo que ocurre es que este riesgo no se corre con el referendo que hemos propuesto porque no estamos sometiendo a votación ningún derecho de ninguna minoría. Nuestras leyes y la jurisprudencia de la Corte Constitucional a la que perteneciste son expresamente claras en que la adopción no constituye derecho alguno, de parejas heterosexuales ni de parejas homosexuales, ni de hombres o mujeres solos, independientemente de su orientación sexual.

Es impertinente, entonces, acudir a la falacia de que estamos poniendo en riesgo el derecho que tienen los homosexuales a adoptar niños, cuando está claro que el derecho a adoptar no existe. Nadie puede perder lo que no tiene.

Lo que sí existe es el derecho de los niños a ser protegidos y criados por una familia y, en el caso de los niños desamparados, sin familia, el Estado está en la obligación de garantizarles este derecho de la mejor manera posible. De esto se trata nuestro referendo: de que sea el pueblo quien le ordene al Estado cuáles son los parámetros que de acuerdo con su experiencia, su razón y su cultura, debe tener en cuenta a la hora de tomar la delicadísima responsabilidad de entregar a un niño en adopción.

No sobra insistir, en este punto, que mis convicciones cristianas coinciden íntegramente con las conquistas universales del Derecho que consagran los derechos de los niños como prevalentes sobre cualquiera eventualidad jurídica.

Para mí los niños son sagrados y estoy decidida a luchar para que de ninguna manera se les convierta en objetos de consumo emocional.

También me parece importante aclararles a nuestros lectores que tu posición diluye, en apariencia, las verdaderas razones subyacentes a tu artículo: cuando afirmas que hay que quitarle al pueblo el derecho de decidir sobre este “tema problemático”, lo que en el fondo estás pidiendo es que dejemos la decisión sobre la adopción de niños desamparados por parte de parejas homosexuales en manos de los nueve magistrados de la Corte Constitucional. Te parece que los nueve magistrados cuentan con la sabiduría necesaria para superar los riesgos a los que nos exponen las decisiones de las que señalas como “mayorías profanas” (¿ignorantes e incompetentes?).

En este punto también estoy en total y respetuoso desacuerdo con tus planteamientos. Mi experiencia de ciudadana, de abogada y de legisladora me ha llevado a la convicción democrática de que son preferibles las decisiones de nuestro pueblo, pese a los riesgos de errores, que las decisiones de nuestros honorables magistrados de la Corte Constitucional, pese a sus riesgos de aciertos.

Por último, apreciado Carlos, sólo me resta compartirte una inquietud de amiga y admiradora que me quedó de la lectura de tu artículo: ¿por qué esas mayorías te resultan “profanas” y por lo tanto incompetentes para decidir en nuestro referendo sobre la suerte de nuestros niños desamparados, y en cambio te parecían competentes y dignas de votar por ti cuando les pediste su respaldo al aspirar a la Presidencia de la República?

Por lo pronto, te deseo lo mejor y de nuevo te agradezco que hayas decidido intervenir en este debate.

Atte: Viviane Morales

 

Por Redacción Judicial

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