El día que Jesús María Valle protegió a un policía de ser incinerado

En una agitada asamblea, un enfurecido grupo aceptó que le prendieran fuego a un agente. El primero en defenderlo fue el defensor de derechos humanos, asesinado el 27 de febrero de 1998.

José Luis Jiménez*
28 de febrero de 2018 - 01:12 a. m.
Jesús María Valle denunció con vehemencia la participación de militares en las masacres de Ituango, en 1996 y 1997.
Jesús María Valle denunció con vehemencia la participación de militares en las masacres de Ituango, en 1996 y 1997.

Es común y de popular aceptación aquel dicho “uno al amigo lo acompaña hasta la tumba pero no se entierra con él”. Sin embargo, tuve la maravillosa experiencia de conocer a un hombre que con inteligencia y gallardía me enseño, que por un amigo, si es amigo, de aquellos que se dicen amigos, si es necesario, se da la vida, y con mayor valor y orgullo cuando se trata de hacer valer una idea, la dignidad de un ser o hacer valer un principio, ya que el compromiso ético por un valor y el respeto por un ser, se sellan cuando es necesario hasta con la vida.

(Para entender este caso lea nuestra nota de hoy: Jesús María Valle, 20 años de un asesinato que dejó “infinita tristeza”)

Recuerdo al maestro Jesus Maria Valle Jaramillo cuando, en el empeño porque su pupilo de oratoria  aprendiera a hilar  y defender una idea, recordaba él cuando siendo representante estudiantil en la Universidad de Antioquia, se encontraba en medio de la multitud enardecida, que evidenciaba en su propósito levantisco, hacer de cualquier signo, la manifestación oportuna de contrariedad e irreverencia  por todo lo que representara la institucionalidad.

En medio del desarrollo de una asamblea general fue aprehendido por varios asistentes a dicha asamblea un miembro de la Policía, del cual, en el desarrollo participativo de la misma, se aprobaba prenderle fuego, para así demostrarle al estamento gubernativo hasta donde era la fuerza decisiva de dicha asamblea; pero obvio, donde muy pocos se atreven, y solo es posible de aquellos que son fieles a sus ideas y principios, el joven Valle Jaramillo en frente de  toda la  asistida y participativa asamblea, tomó de la cintura su propia correa y cuando la comunidad estudiantil pensó que la emprendería con el indefenso y maniatado policía, se valió de ella para amarrarse al aprehendido y exigir de la asamblea, que ya amarrado, si decidían incendiar a dicho policía, también tendrían que quemarlo a él , ya que por ningún motivo permitiría que incendiaran al policía.

El valor de una idea, el valor de un principio, el valor de un ser y su dignidad, siempre serán para un verdadero hombre de convicción, la razón suficiente para luchar y si es del caso dar hasta la vida. Gracias, orador; gracias, defensor; gracias, maestro, ya que a partir de dicho momento, en las avanzadas horas de la madrugada, cuando pensaba que elaborar una pieza de oratoria, no tenía por qué privarme de mis horas de sueño. Aprendí que en la vida, si era por una idea, era preciso aprender primero a asumir valientemente los costos de la misma. Jesús María Valle, tu postulado ético, en el estrepitoso silencio, hoy sigue siendo vigente e inolvidable.

*José Luis Jiménez es abogado y discípulo de Jesús María Valle en oratoria. 

 

Vea más de nuestro especial sobre los 20 años del asesinato de Jesús María Valle: 

Veinte años sin Jesús María Valle Jaramillo

Palabras de Jesús María Valle en el décimo aniversario del asesinato de Héctor Abad Gómez

Elegía para un maestro de los derechos humanos

 

Por José Luis Jiménez*

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