El fantasma criminal de La Terraza

AUNQUE SUS ORÍGENES se remontan a los tiempos de Pablo Escobar y durante la época dura del paramilitarismo fue su principal brazo armado, hoy sobrevive entre los vasos comunicantes del delito. La Fiscalía dice haber desmantelado buena parte de su emporio económico.

Alejandra Bonilla Mora / @AlejaBonilla
04 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Pablo Escobar fue el impulsor de la banda delincuencial La Terraza. Recurrió a sus sicarios para cometer múltiples crímenes.  / Archivo El Espectador
Pablo Escobar fue el impulsor de la banda delincuencial La Terraza. Recurrió a sus sicarios para cometer múltiples crímenes. / Archivo El Espectador

Ya no tiene el mismo poder que hace dos décadas, pero la banda criminal La Terraza, en Medellín, continúa siendo un reto para las autoridades y un dilema de seguridad para los ciudadanos. Esta semana se conoció que la Fiscalía y la Dijín de la Policía concretaron la operación Amonet, a través de la cual embargaron 378 bienes avaluados en $400.000 millones que pertenecían a esa organización o que habrían sido utilizados para sus actividades al margen de la ley. Bodegas, parqueaderos, apartamentos, casas y hasta un polígono de tiro deportivo perteneciente al jugador de fútbol Andrés Felipe Cadavid, que fortalecían el poder de La Terraza.

Sin embargo, para entender la dinámica de esta organización es necesario remontarse hasta los tiempos de Pablo Escobar Gaviria, cuando constituyó en Envigado la génesis de su primera estructura mafiosa. Una estructura que tuvo su brazo político en el Movimiento de Renovación Liberal, que alcanzó varias curules en el concejo de este municipio, y su conexión con el Estado a través del Departamento de Orden Ciudadano, que, con facultades policiales, tuvo rienda suelta para aplicar justicia por mano propia. De esta alianza criminal surgió lo que luego se conoció como la Oficina de Cobro de Envigado, que impuso su control territorial en el Valle de Aburrá.

::Tres décadas del poder paralelo de la Oficina de Envigado::

La Oficina, como se la conoce ahora, derivó en un proyecto delincuencial para ejercer control en el crimen organizado. Sencillamente, todo aquel que quisiera delinquir en la ciudad y los municipios cercanos debía pagar ese derecho, so pena de ser ajusticiado. Cuando Pablo Escobar entró en guerra con un sector de sus viejos aliados en el cartel de Medellín y los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), la Policía lo abatió en diciembre de 1993 y el “invento” pasó a ser controlado por Diego Murillo Bejarano, alias Don Berna, quien dio un paso más al ordenar que todos los combos delincuenciales se unieran con un mismo objetivo.

En esa reconfiguración del delito, mientras se consolidaban las estructuras del bloque Metro, el bloque Cacique Nutibara y el bloque Héroes de Granada, en el rompecabezas del paramilitarismo para extenderse por el departamento de Antioquia, la banda criminal La Terraza se consolidó entre los vasos comunicantes de la violencia. Como lo ha documentado la justicia, su centro de acción inicial fue el barrio Manrique, y se conformó por unas 40 personas al mando de Elkin Sánchez Mena, alias el Negro Elkin; Alexánder Londoño, alias el Zarco, y Jorge Alberto Díaz Jaramillo, conocido como el Ñato.

Según la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín, en sus inicios La Terraza desarrolló operaciones para el bloque Metro, que dirigía Carlos Mario García, alias Doble Cero, a través de un sistema de subcontratación para asegurar las acciones criminales. Sin embargo, cuando la disyuntiva de salir del narcotráfico enfrentó a los comandantes del paramilitarismo, La Terraza cayó en la mira de Don Berna. El asesinato de su hermano Rodolfo Murillo, sumado a las desavenencias por los dineros de la droga, determinaron que el jefe paramilitar ordenara el exterminio de los comandos de operación de La Terraza.

::Veinte años sin Jaime Garzón, la risa que nos hizo pensar::

No obstante, antes de que se precipitara la guerra interna en el paramilitarismo, La Terraza fue pieza clave de Carlos Castaño y Don Berna para asesinar al penalista Jesús María Valle y secuestrar a cuatro investigadores del Instituto Popular de Capacitación y a la congresista Piedad Córdoba. Además, se le atribuye participación en los asesinatos de 12 funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), y los crímenes de Jaime Garzón, de los investigadores del Cinep, Mario Calderón y Elsa Alvarado, y del penalista Eduardo Umaña, todos perpetrados en Bogotá.

Cuando La Terraza empezó a ganar autonomía en la criminalidad, los jefes del paramilitarismo decidieron ponerle freno. Fue así como sus principales jefes fueron citados a una reunión en la finca Perra Perdida, del municipio de Valencia (Córdoba), donde terminaron asesinados. El 3 de agosto de 2000, cayeron abatidos nueve miembros de La Terraza, entre ellos su máximo jefe Elkin Mena, alias el Negro. La respuesta de La Terraza fueron varios asesinatos, actos terroristas y una ofensiva para develar los nexos de complicidad entre las autodefensas con unidades del Ejército y de la Policía.

Con el paso de los años, La Terraza se recicló entre los barrios Santa Inés y Las Granjas de la Comuna 3 de Medellín. Poco a poco cooptó sectores en Aranjuez y logró sobrevivir abriéndose paso a bala en confrontación con otras bandas. Dos décadas después, sin la misma fuerza de principios de siglo, aún tiene nexos en el patronazgo criminal del Valle de Aburrá, especialmente en Manrique y en el centro de Medellín. En la actualidad, según expertos del conflicto urbano en la capital antioqueña, el poder lo tiene la dirección colegiada de la Oficina.

Esta expresión resume la herencia de alias Valenciano y alias Sebastián, con un nuevo ingrediente para regular la circulación de dinero ilícito: las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Hoy se dice que, como el dinero mayor del narcotráfico no está llegando a las bandas, estas se siguen rebuscando entre el fleteo y las extorsiones. No es claro el panorama frente a una sola estructura de poder, pero nadie se atreve a decir que La Terraza haya sido exterminada. Por el contrario, a través de testaferros, sus herederos siguen delinquiendo para enfrentar a las autoridades.

Es lo que, en criterio de los expertos y de las autoridades, se conoce hoy como la segunda generación de La Terraza, de cualquier manera asociada a algunos asesinatos selectivos, secuestros, extorsiones y la pelea a muerte por el microtráfico. Según la Fiscalía y la Dijín, la medida cautelar que se dictó la semana pasada contra 378 bienes de la organización criminal busca desbaratar sus operaciones en el centro de Medellín e incautar su red delincuencial, que al parecer se extiende hasta los municipios de Envigado, Copacabana, Bello y San Jerónimo, en Antioquia.

::Los 5 grandes crímenes que ordenó la casa Castaño::

Entre los bienes que cayeron en la redada contra La Terraza fueron ocupadas tres boutiques, dos peluquerías y una comercializadora de belleza. La Policía detalló que cayó una multinacional de cosméticos que exportaba productos a Canadá, Costa Rica, Honduras y Perú, así como el campo de tiro deportivo El Viejo Oeste, donde fueron halladas tres pistolas, un revólver y una escopeta. Las autoridades aclararon que el futbolista Cadavid no está involucrado en las actividades criminales, pero su polígono deportivo sí está en la mira como posible enlace de la banda.

Por Alejandra Bonilla Mora / @AlejaBonilla

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar