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El triángulo de los Warner

Esta es la historia de cómo Jack Warner, exintegrante del comité ejecutivo de la FIFA y expresidente de la Concacaf, y sus dos hijos, Daryll y Daryan, conformaron una especie de triángulo de ilegalidades para aprovecharse de la FIFA y sus recursos.

Diana Carolina Durán Núñez
05 de junio de 2015 - 02:24 a. m.
 Jack Warner fue uno de los hombres más importantes en la FIFA. /EFE
Jack Warner fue uno de los hombres más importantes en la FIFA. /EFE
Foto: EFE - ALVA VIARRUEL

Jack Warner fue miembro del comité ejecutivo de la FIFA desde 1983; vicepresidente desde 1997; y presidente de la Concacaf y de la Unión de Fútbol del Caribe (CFU) desde 1990. Todos esos cargos los dejó en 2011, cuando la FIFA anunció una investigación interna por unos supuestos sobornos que lo implicaban . Hasta hace una semana, negaba con furia cualquier acto corrupto, pero su moneda muestra ahora otra cara: Warner es el epicentro del escándalo actual de la FIFA tras revelar por televisión que tenía pruebas de corrupción de la entidad y, más exactamente, de su presidente, Joseph Blatter.

Esta historia, sin embargo, no tiene que ver sólo con Jack Warner. Leyendo los indictments (acusaciones) de la Fiscalía de Estados Unidos, se entiende que la FIFA fue un prisma que dispersó su ambición y la de sus dos hijos, Daryan y Daryll, de 46 y 40 años respectivamente. La suya es la historia de cómo la corrupción se apoderó de una familia entera, pues tanto Daryan como Daryll Warner ya aceptaron cargos y están a la espera de ser condenados en Estados Unidos por usar posiciones y recursos de la FIFA para su beneficio, para mejorar sus condiciones de vida, que de por sí ya eran bastante privilegiadas.

Padre e hijos crearon un triángulo de ilegalidades. Según el indictment contra Jack Warner, en 2005 éste tomó dinero de una cuenta que estaba a nombre de una instalación de fútbol, relacionada con la Concacaf —que él presidía— y patrocinada con fondos del Programa de Asistencia Financiera de la FIFA, para apoyar la compra de un condominio en Miami para un familiar suyo. Ese familiar era su hijo Daryll, quien adquirió una casa de US $990.000 (unos $2.475 millones). Daryll Warner, con soportes falsos, recibió un préstamo de US $690.000. Fue entonces cuando la Concacaf le giró un cheque de US $100.000.

Un año después de esa compra, la cita de los fanáticos del fútbol era en Alemania. La BBC, reveló entonces que Jack Warner estaba revendiendo boletas en el mercado negro y que la sanción de la entidad había sido ordenarle a la agencia de viajes de su familia donar US $1 millón para compensar. Su hijo Daryan hizo lo mismo en los Mundiales de 2006 y 2010, y así se lo admitió a la justicia estadounidense en noviembre de 2013, a la cual le entregó, además, US $1,1 millones y aseguró que entregaría más una vez conociera su sentencia. Tres meses antes, su hermano Daryll Warner había aceptado cargos por fraude en la compra del condominio.

La estrategia de Daryan Warner, para la reventa de boletas del Mundial de 2006 fue así: se hizo socio de un comercializador de tiquetes de Florida (EE.UU.). Le compró boletas a la Oficina de Tiquetes de la FIFA (FTO, en inglés). Le vendió las boletas a su socio. El socio las negoció con agencias de viajes, operadores de toures y otros comercializadores de tiquetes. Cubrieron sus pasos con papeles falsos cuando auditaron a la FTO. Al final, ganaron mucho dinero. Para el Mundial de Sudáfrica el esquema sólo varió un poco: como la FTO lo había descubierto, Daryan Warner compró las boletas a través de dos familiares suyos, directivos de la FIFA: uno de ellos, su padre.

Los indictmentsde los hermanos Warner están firmados por la fiscal general Loretta Lynch, la misma que anunció hace una semana que Jack Warner y otros dirigentes o exdirigentes de la FIFA estaban en la mira por corrupción. No era el primer escándalo que afrontaba Jack Warner: dejó del todo el mundo del fútbol cuando lo acusaron de haber ayudado a Mohamed bin Hammam, presidente de la Confederación Asiática de Fútbol, a sobornar a miembros de la CFU para que votaran por él en las elecciones presidenciales de la FIFA de 2011. En julio de 2012, la FIFA vetó de por vida a Hammam. Jack Warner, simplemente, se retiró.

De ser uno de los hombres más poderosos dentro de una de las organizaciones más poderosas del mundo, Jack Warner pasó a ser un hombre requerido por la justicia de Estados Unidos con circular roja. En su alocución reciente, prometió una avalancha de revelaciones “que ni siquiera la muerte detendrá”. Pero en 2011, en medio de la polémica por Hammam, aseguró que se vendría un “tsunami” de revelaciones sobre la corrupción en la FIFA, que nunca llegó.

Hace menos de 48 horas se supo que Chuck Blazer, también del comité ejecutivo de la FIFA y mano derecha de Jack Warner en la Concacaf, confesó que él y “otros” habían vendido su voto para escoger las sedes de las Copas del Mundo de 1998 (que fue Francia) y 2010 (que fue Sudáfrica). El indictment contra Jack Warner, asegura que él recibió sobornos por los mundiales de 1998 y 2010. Con tantos antecedentes, se entiende que éste sea su momento más oscuro. Sus hijos, Daryan y Daryll, ya se declararon culpables de los delitos que cometieron. ¿Lo hará él también, ahora que dice que hasta teme por su vida?

 

dduran@elespectador.com

Por Diana Carolina Durán Núñez

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