Publicidad
Lee este contenido exclusivo para suscriptores

El verano de Monet

Sorayda Peguero Isaac
19 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.

Gemas preciosas y polvo de oro. Claude Monet decía que era la mezcla que necesitaba para pintar la luz del sol. Los celestes suaves y los tonos rosas de los atardeceres de la Costa Azul lo envolvieron en un estado febril, de dicha y frustración: “¡Qué bonito es todo esto! ¡Pero qué difícil es pintarlo!”. El pintor francés sabía lo que quería, lo tenía ahí, delante de sus ojos, pero temía que una pincelada torpe pudiera romper el encanto de lo impalpable.

“Monet es el pintor del día claro –dice el conservador de arte Christoph Heinrich–, el pintor del cielo, de la nieve, de las nubes reflejándose en el agua, es el primer pintor en realizar cuadros blancos casi monocromáticos. (...) Monet es el pintor de la luz”. Para Guy de Maupassant, Monet era algo más que un pintor, era un cazador de impresiones. Ponía a prueba su paciencia a cambio de la recompensa que le brindaba la lentitud. La belleza del instante no se les ofrece en bandeja a los desesperados, de manera que Monet pintaba varias veces el mismo motivo, a diferentes horas del día.

Un antiguo cine del Poblenou de Barcelona, transformado en Centro de Artes Digitales, propone una experiencia inmersiva en la obra de Monet. En las cuatro paredes y el suelo de una gran sala se proyectan secuencias en movimiento de sus pinturas y de lugares señalados en la ruta vital del artista. La Belle Époque de París: un zepelín en el cielo, animadas calles llenas de gente, los cafés, los cabarets, la efervescencia de una ciudad siempre encendida. Y luego Holanda, con sus casitas de madera, sus campos salpicados de rojo y el río Zaan. “(...) Aquí se encuentra suficiente inspiración para pintar toda una vida –le escribió Monet a su amigo, el pintor Camille Pissarro–. Casas de todos los colores, molinos a centenares y barcos espectaculares”.

Pasamos por Normandía, vemos la catedral de Rouen; paseamos por Argenteuil y Vétheuil, alrededor del Sena, lugares frecuentados por los pintores del impresionismo que, según recordaba Renoir, nació la mañana en que uno de ellos se quedó sin pintura negra. Llegamos a la Estación de Sain-Lazare. La anécdota de la visita de Monet a la estación la contaba el mismo Renoir. El director de Sain-Lazare no parecía muy enterado de quién era el personaje que se presentaba ante él con un bastón de empuñadura dorada y traje impecable. “Soy el pintor Claude Monet. Quiero pintar su estación”. No solo logró que pararan los trenes y que dejaran los andenes libres de pasajeros. Monet consiguió que llenaran las locomotoras de carbón para provocar una humareda que quedaría sublime en la serie de cuadros que pintó durante varios días.

Dejamos atrás la Riviera italiana y francesa, los pueblecitos de los fiordos, el cambiante cielo londinense y la Plaza San Marcos de Venecia. Esto es Giverny: el jardín de Giverny. “La obra de arte más bonita que nunca creé es mi jardín”. Cuando se marchaba de viaje, Monet escribía cartas en las que preguntaba cómo estaban sus amapolas, las capuchinas, los nenúfares azules, las agrimonias amarillas, las albarderas japonesas. Algunos niños persiguen los peces de colores que nadan en el estanque, bajo sus pies. Tratan de atravesar la cortina invisible que los separa de tanta maravilla. Juegan con los reflejos de luz. Es el verano de Monet. ¡Ah, el verano! Pronto vendrá la estación que desnuda las ramas de los plataneros. El otoño derramará sus destellos dorados sobre todas las cosas sencillas. Se acaba el estío de la blanca luz que Monet capturaba en sus comienzos con carbonato básico de plomo. La luz, que está ahí, delante de sus ojos, de los nuestros, cambiando a cada momento y con cada estación. Un lienzo tras otro. ¿Qué más da la marcha silenciosa del reloj? Gemas preciosas y polvo de oro. Es todo lo que queremos.

sorayda.peguero@gmail.com

 

carolina(90209)19 de septiembre de 2020 - 09:17 p. m.
es un placer leerla. siempre. gracias
Atenas(06773)19 de septiembre de 2020 - 03:22 p. m.
¡Qué sutil encanto en su escritura!, Sorayda.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar