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"En pocos países se siguen matando entre hermanos"

El general Rodolfo Palomino precisó que un cese bilateral al fuego es una decisión que se tiene que tomar con evaluación, análisis y responsabilidad suficientes.

Santiago Martínez Hernández y Valentina Obando Jaramillo
26 de enero de 2015 - 02:00 a. m.
El general Rodolfo Palomino, comandante de la Policía Nacional.
El general Rodolfo Palomino, comandante de la Policía Nacional.

Para el comandante de la Policía, general Rodolfo Palomino, la paz es un anhelo próximo a cumplirse que les permitirá a los colombianos pasar la página de la guerra. En entrevista con este diario, aseguró que la minería ilegal y el microtráfico son los nuevos enemigos, que se ha logrado bajar los índices de inseguridad y que la Policía tiene el reto de proteger a los desmovilizados y evitar que se repita la tragedia de la Unión Patriótica.

Los balances en seguridad ciudadana en 2014 fueron los mejores de los últimos años. ¿A qué se debe?

Hemos podido frenar la carrera delictiva porque llegamos a conocer cada fenómeno de manera focalizada, como el homicidio. Cuando uno observa lo que pasó en Cali y Medellín, por citar las unidades territoriales donde hubo una mayor reducción, es porque existieron investigaciones estructurales orientadas a afectar el crimen organizado. Cuando hablamos de capturados, especialmente por órdenes judiciales, un poco más de 6.400 delincuentes residentes, con esto generamos un freno a la continuidad de esos actos.

Cinco ciudades siguen siendo parte de la lista de las más peligrosas de Latinoamérica. Cali está entre las 10 primeras...

Cali ha ido saliendo de esa lista...

Pero sigue de novena...

Como dijo el alcalde de Cali: la ciudad sacó la medalla de oro en la reducción de la criminalidad, especialmente el homicidio. A Cali la están viendo como una ciudad no sólo de turismo sino como sede de grandes eventos. Hay un liderazgo político importante y esto jalona el escenario de la seguridad.

Son 271.316 capturas en 2014, lo que supera por el doble la población carcelaria. ¿Cómo se explica que la gente no termina en prisión?

Lo que sucede es que cuando un individuo es sorprendido con una dosis que supera de alguna manera la mínima —para ser calificado como consumidor—, en ocasiones el juez estima prudente ponerlo en libertad, máxime si no es reincidente. Otros han sido capturados por hurto menor, como de celulares y elementos personales, y si ellos entregan el bien, de una u otra forma están resarciendo el daño causado. Uno quisiera que estas personas quedaran con una medida de aseguramiento.

¿Esta situación no habla mal del sistema, porque si uno de cada cinco capturados va a la cárcel demuestra que la Policía está haciendo un desgaste innecesario?

Que no estén todos con medida de aseguramiento no significa que exista plena impunidad. El país ha visto en los últimos años sus establecimientos carcelarios en hacinamiento. Pero donde menos estorban los delincuentes es en la cárcel, así estén hacinados.

Pero hay un proyecto de ley que busca cambiar las penas...

Resultaría válido en la medida que existiera una subsidiariedad para poder generar la impartición de penas alternativas, pero que sirvan para evitar la impunidad.

El paro judicial provocó que muchas de las investigaciones de la Policía se quedaran quietas. ¿Cómo se manejaron las solicitudes de captura y el traumatismo ocasionado?

No podemos desconocer que el paro parcial de la Rama Judicial generó afectaciones. En algunos casos tuvimos que trasladar a los capturados de una ciudad a otra para judicializarlos. Históricamente se logró una reducción del 14% en temas de homicidio; eso significó el rescate de 2.120 vidas de las garras de la muerte.

¿Sienten el apoyo de distintas instituciones o han tenido que rogar para que los procesos no se estanquen?

Hay distintas formas de verlo. Uno tiene que ser persistente e incisivo. Hoy el tema es que los delincuentes son muy creativos.

¿La minería ilegal y el microtráfico son los nuevos enemigos?

Son los nuevos enemigos de Colombia. Cuando avanzamos en la lucha frontal contra la minería criminal, entendemos que no sólo se trata de quitar las rentas delictivas de las bandas criminales, sino que salimos en defensa del medio ambiente. Este es el desafío número uno. El microtráfico es el principal generador de criminalidad.

¿Hay temor por el posconflicto?

Más que temor, hay una gran oportunidad. Si Colombia logra superar la amenaza del terrorismo y llegamos a unos acuerdos, no podemos ser ingenuos y decir al día siguiente que el país amaneció completamente en paz. Para la Policía llegarán nuevos y mayores desafíos. Los delitos como el narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión y el contrabando no se acaban en un acuerdo, seguirán presentes.

¿Cuál es la estrategia para bajar los índices de intolerancia?

Desde hace años hemos venido trabajando para que existan medios alternativos de solución de conflictos, para evitar que la gente ejerza arbitrariamente sus propias razones, ya que la intolerancia cobra más víctimas que el propio conflicto. Uno tiene que pensar, más que en las próximas elecciones, en las próximas generaciones.

¿Cuál es el valor del plan?

La sociedad tiene la obligación de blindar a sus policías y protegerlos de la amenaza de la corrupción. Nadie tan expuesto como el policial que es la primera línea de contención contra el delito.

¿Este año se firmará la paz?

Es el anhelo de todos los colombianos: ponerle fin a una guerra injustificada. En pocos países se siguen matando entre hermanos.

¿El cese al fuego bilateral es posible?

El país, muy a pesar de todo el dolor que significan 50 años de confrontación, no podrá dar pasos en falso. Así haya premura por la paz, no hay que poner en riesgo la posibilidad de pasar la página.

Un cese bilateral, entonces, es un paso en falso...

No es ningún paso en falso. Lo que quiero decir es que todo lo que se haga tendrá la suficiente evaluación, análisis y responsabilidad.

De lograrse la paz con las Farc y que transiten a la política, ¿la Policía está preparada para que no se repita la tragedia de la Unión Patriótica?

Esa es parte de nuestra obligación: que si hay reinserción, tenemos que tener la capacidad de proteger la integridad de quienes dejen las armas.

Por Santiago Martínez Hernández y Valentina Obando Jaramillo

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