Las víctimas del abatido Pedro Oliveiro Guerrero saben cómo reconocer a sus muertos. Una herida mortal en el cuello, hecha con el filo de un cuchillo, y el tronco mutilado, sin extremidades, desangrado y enterrado boca abajo en huecos de tierra.
Así sembró el terror Pedro Oliveiro Guerrero, alias Cuchillo, antes de que la Policía hiciera el operativo que le costó la vida.
En los Llanos Orientales contribuyó a la guerra fratricida —que se remonta dos siglos atrás— y desde 1997 dejó tras su paso de sangre y sevicia, según las autoridades, cerca de 3.000 muertos.
Cuchillo formó parte muy joven del temido bloque Centauros, comandado en sus orígenes por los hermanos Carlos y Vicente Castaño y luego por Miguel Arroyave, destinado a abrirse paso a sangre y fuego por el control de los Llanos Orientales y las rutas de salida de droga en los departamentos de Meta, Guaviare, Vichada y Casanare. Siempre enfrentado por el negocio del ‘polvo blanco’ con las autodefensas de Héctor Buitrago, alias Tripas, y sus hijos Héctor Germán, alias Martín Llanos, y Nelson Orlando, alias Caballo, los ‘dueños del Llano’ en otros tiempos.
El recorrido de terror que hizo el bloque Centauros para desterrar a la guerrilla, con fuerte presencia en los Llanos desde la década de los 70, y a los hombres de Martín Llanos, dejó una estela de muertos.
Cuchillo ascendió en la estructura criminal con rapidez hasta llegar a ser comandante del frente Héroes del Guaviare, del bloque Centauros, por eso participó y tuvo conocimiento de decenas de masacres.
La primera de ellas conocida como la de Mapiripán, entre el 15 y 20 de julio de 1997, en donde 60 personas fueron asesinadas a orillas del río Guaviare, acusadas de ser supuestos guerrilleros, por un grupo de 120 paramilitares. Por esta masacre el Estado colombiano está condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Cuatro meses después, el 24 y 25 de noviembre, los hombres bajo el mando de Manuel de Jesús Pirabán, alias Jorge Pirata, del bloque Centauros, el jefe en la cadena de mando de Cuchillo, asesinaron a 15 personas en la ruta que va desde el municipio de Granada hasta el municipio de Fuente de Oro (Meta), después de instalar en la vía varios retenes. La masacre es conocida como Caño Blanco, antiguo sitio de control guerrillero.
El 4 de mayo de 1998, en el caserío de Puerto Alvira, un comando de 200 hombres del frente Héroes del Guaviare, del bloque Centauros, lista en mano, sacaron de sus casas a 18 personas y las asesinaron. Las autoridades judiciales hablan de que en total fueron 35 personas, entre ellas una niña que huía junto con su familia en una lancha por el río Guaviare.
Sólo un mes después llegó el ‘Diciembre negro’, en el que la Fiscalía calcula, de acuerdo con las versiones entregadas ante la Ley de Justicia y Paz, entre ellas la de Dúmar Jesús Guerrero, alias Carecuchillo, hermano del abatido Cuchillo, que dejó un saldo de 20 muertos.
Algunas de las masacres que se conocieron hasta la fecha en el Meta y Guaviare como La Picota, Caño Jabón, Puerto Alvira, Puerto Arturo, San Teodoro, Billar, El Imperio, Chipaque, Guacavía y La Cooperativa fueron sólo una muestra vil de la barbarie que conoció y coordinó Cuchillo, autor material de la muerte de su jefe Miguel Arroyave en 2004, desertor del proceso de paz con el gobierno Uribe, creador del Ejército Revolucionario Popular Anticomunista (Erpac), socio del narco Daniel El Loco Barrera, presunto maquinador de los atentados en contra del zar de las esmeraldas, Víctor Carranza. Cuchillo impuso su ley hasta la madrugada de su muerte.